Puesta a punto de la Iglesia española para hacer realidad la llamada de Francisco a ser discípulos misioneros. Es el planteamiento inicial del Congreso Nacional de Vocaciones que se celebra desde hoy y hasta el domingo en el Madrid Arena y que cuenta con más de 3.000 participantes entre obispos, sacerdotes, religiosos y laicos. El macroencuentro, que se celebra bajo el lema ‘¿Para quién soy?’ se presenta como un ‘think tank’ que permita contagiar el Evangelio en una sociedad secularizada con una crisis de fe que no solo es visible en una disminución en el número de clérigos y monjas, sino también en el número de católicos de a pie.
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Durante el acto de apertura, el presidente de la Conferencia Episcopal Española, Luis Argüello, hizo un llamamiento a los presentes a dejar a un lado el yo individualista en favor del “yo comunitario” y el “yo eclesial”. El prelado puntualizó que la necesidad de descubrir “un nuevo yo” es lo que nos lleva a “trascender a un nosotros”.
Cultura del encuentro
Al poner en valor cada una de las vocaciones presentes en la Iglesia, reivindicó la necesidad de una “corresponsabilidad diferenciada” entre todas las formas de vida que surgen en torno a la llamada a seguir a Cristo.
Por su parte, el cardenal arzobispo de Madrid, José Cobo, dio la acogida a los participantes como anfitrión. “Despertad de la dormidera para dejar resonar en el corazón las preguntas fundamentales”, alentó a los participantes en el encuentro, convencido de que “necesitamos transitar de la cultura de la autonomía radical a la cultura encuentro y al diálogo”.
Integrar la fe
Con este punto de partida, comentó que “no hay que inventar otra cosa” en la pastoral vocacional, más allá de “integrar la fe en la vida cotidiana”. Eso sí, planteó como necesario “salir del encasillamiento y la autorreferencialidad”. “Dios nos saca de las absolutizaciones que dificultan la convivencia, polarizan y nos impide aceptar al diferente”, remarcó justo después.
“Todas las vocaciones tienen que ser acompañadas”, expuso en otro momento de su intervención, apuntando que “todos somos llamados y conllamados, convocados”. De la misma manera, el purpurado expuso que “todos somos discípulos de Cristo en misión, esta es la primera vocación única que nos iguala a todos, en corresponsabilidad a la hora de escuchar juntos la voz del Espíritu”.
Evangelizar y discipular
“¡De este congreso al cielo!, pero pisando la tierra”, animó Cobo a sus interlocutores, exponiendo a la vez que “nuestra vida tiene futuro si la vivimos como vocación al servicio de todos, para que tengan vida y vida en abundancia”.
“Todos estamos llamados, todos somos una asamblea de llamados a la misión”, expuso por su parte José Manuel Cordeiro, arzobispo Metropolitano de Braga y responsable del Servicio Europeo de Vocaciones de la Comisión de Juventud de las Conferencias Episcopales de Europa. Para el prelado luso, “la Iglesia o es misionera o no existe”. A la par, apuntó que “salir, evangelizar y discipular son verbos activos para una Iglesia en misión peregrina de esperanza”.
Con este punto de partida, invitó a los congresistas a soñar “con una Iglesia en actitud permanente de oración, formación, renovación y misión”, que también sea “una Iglesia cada vez más atenta a todas las personas y a los signos de los tiempos”. Así, hizo un llamamiento por afrontar “los innumerables problemas que afectan a las familias” y ser “compañera de viaje de los jóvenes”. “Es un salir de uno mismo para ir al encuentro del Otro y de los demás”, incidió.