Francisco en Bahrein: “No basta decir que una religión es pacífica, es necesario condenar a quienes abusan de su nombre”

El papa Francisco en Bahrein

“No basta decir que una religión es pacífica, es necesario condenar y aislar a los violentos que abusan de su nombre”. Así de claras han sido las palabras del papa Francisco durante su discurso en la clausura del ‘Foro de Bahrein para el diálogo: Oriente y Occidente por la coexistencia humana’, celebrado en la plaza Al-Fida del complejo del Palacio Real Sakhir, en el que le han acompañado el Rey Hamad bin Isa y el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmad Al-Tayyeb.



En unas palabras guiadas en todo momento por el Documento sobre la Fraternidad Humana, firmado por Al-Tayyeb y Jorge Mario Bergoglio en 2019, el Pontífice ha recordado que “somos una única familia”.

Sin embargo, “vivimos tiempos en los que la humanidad, conectada como nunca antes lo había estado, se encuentra mucho más dividida que unida”, ha señalado para luego completar: “Lamentablemente, Oriente y Occidente se asemejan cada vez más a dos mares contrapuestos. Nosotros, en cambio, estamos aquí reunidos porque queremos navegar en el mismo mar, eligiendo la ruta del encuentro y no la del conflicto, la vía del diálogo”.

En este sentido, el Papa ha recordado que “los líderes religiosos no podemos dejar de comprometernos y de dar buen ejemplo. Tenemos un papel específico. Nuestra tarea es animar y ayudar a la humanidad, tan interdependiente como desconectada, a navegar conjuntamente”. A este respecto ha señalado tres desafíos que se desprenden del Documento sobre la Fraternidad Humana y sobre los que ha querido ahondar: la oración, la educación y la acción.

La oración

“El que reza recibe la paz en el corazón y no puede sino ser su testigo y mensajero; e invitar, principalmente por medio del ejemplo, a sus semejantes, a no convertirse en rehenes de un paganismo que reduce al ser humano a aquello que vende, que compra o con lo que se divierte, sino a redescubrir la dignidad infinita que cada uno lleva grabada”, ha recalcado.

En este sentido, Francisco se ha referido a la libertad religiosa. “Toda coacción es indigna del Omnipotente, porque Él no ha entregado el mundo a esclavos, sino a criaturas libres, a las que respeta totalmente. No es suficiente conceder permisos y reconocer la libertad de culto, es necesario alcanzar la verdadera libertad religiosa”, ha aseverado.

La educación

“Donde faltan oportunidades de instrucción aumentan los extremismos y se arraigan los fundamentalismos. Y, si la ignorancia es enemiga de la paz, la educación es amiga del desarrollo; por lo que no debe ser rígida y monolítica, sino abierta a los desafíos y sensible a los cambios culturales; no autorreferencial y aislante, sino atenta a la historia y a la cultura de los demás; no estática sino inquisitiva, para abrazar aspectos diversos y esenciales”, ha recordado.

En concreto, ha destacado tres emergencias educativas: el reconocimiento de la mujer en el ámbito público, la protección de los derechos fundamentales de los niños y la educación a la ciudadanía, a vivir juntos, en el respeto y la legalidad.

La acción

“El que es religioso rechaza, sin ningún pretexto y con fuerza, la blasfemia de la guerra y al uso de la violencia. Y lo traduce con coherencia, en la práctica”, ha subrayado el Pontífice. Y ha añadido: “Ni siquiera es suficiente tomar distancia de la intolerancia y del extremismo, es preciso actuar en sentido contrario”.

Asimismo, ha continuado: “El hombre religioso, el hombre de paz, se opone también a la carrera armamentística, al negocio de la guerra, al mercado de la muerte. Apoya caminos de encuentro con todos; sin ceder a relativismos o sincretismos de ningún tipo, sigue una sola senda, la de la fraternidad, el diálogo y la paz. Recorramos este camino; abramos el corazón al hermano, avancemos en el proceso de conocimiento recíproco”.

Antes de concluir, Francisco ha insistido en que “el Creador nos invita a actuar, especialmente en favor de tantas de sus criaturas que todavía no encuentran suficiente espacio en las agendas de los poderosos: pobres, niños por nacer, ancianos, enfermos, migrantes”. “Si nosotros, que creemos en el Dios de la misericordia, no escuchamos a los indigentes y no damos voz a quien no la tiene, ¿quién lo hará?”, ha finalizado.

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