Adiós a Isabel II, la “defensora de la fe” de 98 millones de anglicanos

Defensora de la fe y Gobernadora Suprema de la Iglesia de Inglaterra. O lo que es lo mismo, cabeza de los anglicanos, una confesión cristiana que aglutina a 98 millones de creyentes en todo el planeta. Es el cargo que ostentó Isabel II, cuando asumió la corona británica hasta que ayer falleció a los 96 años en el castillo escocés de Balmoral.



En concreto, juró “mantener y preservar inviolablemente el asentamiento de la Iglesia de Inglaterra y la doctrina de culto, disciplina, y el gobierno de la misma, según lo establece la ley en Inglaterra”. Es más, es ella la que oficialmente nombra a los arzobispo y obispos, que hace un juramento de lealtad hacia ella, al igual que diáconos y párrocos.

Más allá de los títulos

Habría quien podría pensar que se trata de dos meros títulos honoríficos y de representación institucional adquiridos en la Abadía londinense de Westminster, con un aliño de himno nacional al son de ‘God save the Queen’. Pero no. Es verdad que la monarca ha dejado el gobierno de la Iglesia anglicana en manos de los obispos y su administración depende del Sínodo General. En 1970, se convirtió en la primera reina en inaugurar y dirigirse al Sínodo en su apertura cada cinco años, coincidiendo con las elecciones diocesanas.

Sin embargo, quienes han seguido de cerca la trayectoria vital de Isabel II, subrayan cómo sí ha hecho suya la misión como “fidei defensor” a través de sus alocuciones públicas, decisiones y gestos. Así, aunque propició el mayor acercamiento entre católicos y anglicanos desde la ruptura con su acogida en Buckingham en 1982 a Juan Pablo II, nunca asistió a una misa católica a excepción del funeral por amigo, el rey Balduino de Bélgica, en 1993.

Para ella, el maridaje entre monarquía y religión en su caso, no fue ni mucho menos postureo, sino expresión de una vivencia cotidiana de su ser cristiano. Especialmente en las últimas décadas, donde acentuó su perfil confesional en la que es su intervención anual de referencia: el mensaje de Navidad.

Punto de inflexión

El punto de inflexión lo marco el año 2000, cuando sorprendió a los británicos haciendo una profesión de fe pública más personal coincidiendo con los dos milenios del nacimiento de Jesús de Nazaret: “Para mí, las enseñanzas de Cristo y mi propia responsabilidad personal ante Dios proporcionan un marco en el que trato de llevar mi vida”. A renglón seguido, la reina exponía cómo “yo, como muchos de ustedes, he obtenido un gran consuelo en tiempos difíciles de las palabras y el ejemplo de Cristo”.

El impacto de sus palabras en los británicos fue tan favorable que, a partir de ahí, se multiplicaros sus alusiones a su religiosidad. Es más, en 2106 se animó a prologar ‘The Servant Queen and the King She Serves’, un volumen publicado por la Sociedad Bíblica, donde expuso sentirse “muy agradecida con Dios por su amor inquebrantable. De hecho, he visto su fidelidad”.

En esta última Navidad de 2021, compartió como esta efemérides “nos enseña a todos una lección de que en el nacimiento de un niño hay un nuevo amanecer con un potencial infinito”. “Es esta sencillez del relato de la Navidad lo que lo hace tan universalmente atractivo: hechos sencillos que constituyeron el punto de partida de la vida de Jesús, un hombre cuyas enseñanzas se han transmitido de generación en generación y han sido la base de mi fe”, confesó.

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