Capellán mexicano de Su Santidad recomienda tres métodos para leer la Biblia

El sacerdote Carlos Junco, coordinador del equipo que tradujo la Biblia de la Iglesia en América (BIA), reflexiona sobre la importancia de profundizar en las Sagradas Escrituras y propone estos métodos

Biblia

En México y muchos otros países, los católicos celebran en septiembre el ‘Mes de la Biblia’ en honor a san Jerónimo, cuya fiesta litúrgica es el 30 de septiembre. Este santo, a quien se le debe la traducción de las Sagradas Escrituras del griego y el hebreo al latín, murió en el año 420.



Es en ese contexto que Vida Nueva entrevistó al capellán de Su Santidad, Carlos Junco Garza, quien reflexionó en torno a la importancia de las Sagradas Escrituras, como la “Palabra Divina y palabra humana”, así como en la lectura de las mismas, pues “es la espada de dos filos que nos muestra, por un lado, la buena noticia de salvación, y a la vez denuncia lo que está equivocado”.

El también coordinador general del equipo responsable de la elaboración de la Biblia de la Iglesia en América (BIA) llamó a aprovechar el ‘Mes de la Biblia’ para leerla más, tomando el método que uno elija.

“Lo importante –dijo– es que nos acerquemos al texto de la Biblia, a veces guiados por los comentarios, las introducciones, las notas, para aclarar mejor nuestras dudas y ayudarnos mejor a comprender el texto bíblico. Dios nos bendice con el don de su Palabra y la actitud nuestra de escuchar, de ser fieles oyentes de su Palabra y ser valientes transmisores de ella, tratando siempre de ponerla en práctica“.

Iglesia proclamadora valiente de la Palabra de Dios

PREGUNTA.- En este ‘Mes de la Biblia’, ¿a qué estamos llamados los católicos?

RESPUESTA.- En primer lugar, a recordar que es el ‘Mes de la Biblia por razón de la fiesta de san Jerónimo el 30 de septiembre; él murió un 30 de septiembre de 420, hace mil 602 años, y por eso dedicamos este mes de una manera especial a la Biblia.

También debemos recordar dos cosas de la ‘Dei Verbum’, la constitución dogmática sobre la Divina Revelación del Concilio Vaticano II, que fue aprobada el 18 de noviembre de 1965: primera cosa, que Dios habla en la escritura por medio de hombres en lenguaje humano; así la Biblia es Palabra Divina y palabra humana, por ser Palabra de Dios es una palabra viva y actual, esto lo señala la ‘Dei Verbum’ en el número 12.

En segundo lugar, recordar el inicio de la constitución dogmática de la Divina Revelación, cuando afirma: la Palabra de Dios, la escucha con devoción y la proclama con valentía el Santo Concilio; o sea, los obispos se declaran fieles oyentes y servidores valientes de la Palabra; y podríamos decir que junto con los obispos, todos los miembros de la Iglesia estamos llamados a ser eso: una Iglesia oyente fiel de la Palabra, una Iglesia proclamadora valiente de la Palabra de Dios.

P.- ¿Cómo explicar a las nuevas generaciones la importancia de leer la Biblia?

R.- Todos los fieles debemos alimentarnos de la Palabra de Dios; a raíz del Concilio Vaticano II (1962 a 1965), en la Iglesia Católica se tomó conciencia de algo que durante muchos siglos habíamos relegado o habíamos olvidado o puesto en un segundo término, menos en la práctica: la Palabra de Dios.

El 7 de marzo de 1965, primer domingo de Cuaresma de aquel año, se empezó a proclamar en la liturgia, en nuestra propia lengua, las lecturas de la Biblia, antes se leían en latín por muchos siglos; evidentemente se suscitó el deseo de conocer más la Palabra, de acercarnos más a ella, de valorar que en la escritura leída en la liturgia, nos sale al encuentro Cristo de manera especial; Él es el alimento, junto con su cuerpo, que necesitamos en la vida cristiana; es luz en nuestro sendero, es fuerza y poder para hacer el bien, es esa lluvia que empapa la tierra y la fecunda, es la espada de dos filos que nos muestra, por un lado, la buena noticia de salvación y a la vez denuncia lo que está equivocado.

El encuentro con la Palabra de Dios es encuentro con Cristo que es en persona la Palabra viva de Dios, que nos lleva al encuentro con Dios y al encuentro con los hermanos.

P.- ¿Cuál sería su recomendación para los que quieren iniciar o reiniciar la lectura de la Biblia?; ¿hay alguna manera didáctica de hacerlo?

R.- Primero diría yo, no tener miedo de acercarnos a la Palabra de Dios, es el regalo que Dios nos ha hecho con el don de su Palabra, la Biblia es el libro del pueblo de Dios, de todos nosotros, una Biblia que comprende dos grandes partes: Antiguo y Nuevo Testamento.

El Antiguo Testamento, además de contarnos la historia de la salvación, de aquel tiempo y aquella época, prepara la plenitud de los tiempos en el Nuevo Testamento. El Nuevo Testamento es el cumplimiento, la plena realidad o realización de las promesas y profecías de las imágenes y realidades.

El Antiguo Testamento a su vez, ilumina el Nuevo Testamento, por ejemplo, para comprender el título de Jesús, el hijo del hombre, hay que partir del Antiguo Testamento, del libro de Daniel, para entender la figura de Cristo, hijo de David; tenemos que leer la historia de David para comprender por qué es el rey que después deja a los tintes mesiánicos y que así fue comprendido su reinado y se llega a su plenitud en Cristo Jesús.

Tres métodos para iniciar la lectura de la Biblia

R.- En cuanto a los métodos o una manera didáctica de hacerlo, hay varias maneras que se ofrecen en la lectura; me atrevo a señalar tres de ellos; el primero, centrado más en el Nuevo Testamento; iniciar por el evangelio de Marcos, 16 capítulos, es el más sencillo.

Segundo, continuar con el evangelio de Lucas, complementado con la otra obra que escribió el mismo evangelista: los hechos de los apóstoles, tenemos ahí entonces la visión de Cristo y de la Iglesia naciente.

Luego leer los otros dos evangelios: Mateo y Juan; después seguir con las cartas de Pablo, luego la carta a los hebreos, las siete cartas católicas, o sea Santiago, primera y segunda de Pedro, primera, segunda y tercera de Juan, Judas y por último, el Apocalipsis, esto está centrado en el Nuevo Testamento.

Otro método es conforme la liturgia; también tendría dos maneras; primero, la más sencilla, seguir las lecturas dominicales, que son en tres ciclos, en tres años y ahí tenemos la mezcla de lecturas de Antiguo Testamento, lecturas de Evangelio y los demás escritos del Nuevo Testamento.

Más profundo sería las lecturas no solo dominicales, sino que se llaman el leccionario feriado, entre semana, donde se van leyendo trozos selectos de los evangelios, de las cartas, de los demás escritos del Nuevo Testamento, de pasajes del Antiguo Testamento y de los salmos.

Tercer método pues hay libros sobre Biblia que ofrecen algunas lecturas selectas del Antiguo y del Nuevo Testamento; por ejemplo, monseñor Ruy Rendón Leal y un servidor hicimos desde 1980, 1981 el libro ‘La palabra nos congrega’ y ‘Primer encuentro con la palabra’; ahí después de cada lección, ofrecemos lecturas selectas sobre ese tema.

La BIA, una Biblia fiel a los idiomas originales

P.- Como coordinador general del equipo responsable de la elaboración de la Biblia de la Iglesia en América (BIA), ¿por qué recomendaría a los católicos mexicanos su lectura en particular de esta edición?

R.- Estoy convencido de que es un trabajo eclesial, de servicio serio a la Palabra de Dios y al pueblo del Señor; no es un trabajo personal, sino un trabajo de equipo: trabajamos 26 traductores de diferentes nacionalidades de América Latina, por ejemplo, de Argentina, de Chile, de Ecuador, Colombia, México, alguno de Estados Unidos de habla hispana, etc.

Las traducciones, introducciones y notas fueron hechos por los diferentes autores, pero fue revisada por el grupo coordinador que trató de darles unidad, buscando una Biblia fiel a los idiomas originales de ella, o sea el hebreo, al arameo y griego y fiel a los lectores latinoamericanos de nuestro tiempo.

Por eso, porque es una traducción realizada por los coordinadores solo ponemos quiénes colaboraron; por decir, el Pentateuco o en los evangelios, sin señalar el traductor completo porque a lo mejor algunas cosas que él puso pues no lograron quedarse al final, entonces ya todos sabíamos que era un trabajo de equipo, que estaba sujeto a esa revisión, eso es un valor importante.

Además, pues tiene las ayudas, como todas las introducciones a la Biblia, al Antiguo Testamento, a los evangelios, a los grandes bloques, como el Pentateuco, los libros históricos, los narrativos, libros proféticos, libros sapienciales, los evangelios, las cartas de Pablo, etc. y en cada una de esas introducciones, sobre todo de cada uno de esos libros, siempre se tocan tres puntos: la dimensión histórica, el mensaje teológico y la dimensión literaria.

Los títulos de cada texto están tomados del mismo texto bíblico, hay notas explicativas, secciones, partes y textos particulares; además tiene apéndices, que son de gran utilidad, por ejemplo, el glosario, que en 58 páginas trata de abarcar aspectos culturales, históricos, geográficos, teológicos, etc.; una cronología, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, comprende 13 páginas; una serie de mapas; todas esas son ayudas que tiene esta traducción.

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