Del Domingo de Ramos al Urbi et Orbi: así ha sido la Semana Santa 2022 del papa Francisco

Vida Nueva repasa los momentos imprescindibles de las celebraciones litúrgicas presididas por el Pontífice en esta Semana Santa de vuelta a la normalidad

Después de dos años con la Semana Santa vaticana marcada por las restricciones, el papa Francisco ha recuperado la agenda papal de estos días celebrando en la Plaza de San Pedro las misas del Domingo de Ramos y de la mañana de Pascua o acudiendo al Coliseo para el Vic Crucis del Viernes Santo. Tampoco han faltado en la agenda papal la Misa crismal o la bendición ‘Urbi et Orbi’ desde el balcón central de la basílica de San Pedro. Vida Nueva repasa los momentos imprescindibles de las celebraciones litúrgicas desde el Domingo de Ramos hasta la celebración de la Pascua en esta Semana Santa de 2022.



Domingo de Ramos, 10 de abril [Lee la crónica completa en Vida Nueva]

El papa Francisco volvió a la plaza en la primera celebración masiva en dos años y presidió los ritos iniciales de Domingo de Ramos sin desplazarse junto al obelisco central ni participando en la procesión hasta el altar tras la bendición de las palmas debido a las molestias que sufre en una rodilla. Un buen número de fieles y de cardenales y obispos participaron en la celebración.

Tras la lectura de la Pasión, el papa Francisco, en su homilía, invitó a pensar “que Dios hace lo mismo con nosotros. Cuando le causamos dolor con nuestras acciones, Él sufre y tiene un solo deseo: poder perdonarnos. Para darnos cuenta de esto, contemplemos al Crucificado. El perdón brota de sus llagas, de esas heridas dolorosas que le provocan nuestros clavos”. “Contemplemos a Jesús en la cruz y veamos que nunca hemos recibido una mirada más tierna y compasiva. Contemplemos a Jesús en la cruz y comprendamos que nunca hemos recibido un abrazo más amoroso”, exhortó.

El Papa destacó que “cuando se usa la violencia ya no se sabe nada de Dios, que es Padre, ni tampoco de los demás, que son hermanos. Se nos olvida porqué estamos en el mundo y llegamos a cometer crueldades absurdas”. Para Francisco esto “lo vemos en la locura de la guerra, donde se vuelve a crucificar a Cristo. Sí, Cristo es clavado en la cruz una vez más en las madres que lloran la muerte injusta de los maridos y de los hijos. Es crucificado en los refugiados que huyen de las bombas con los niños en brazos. Es crucificado en los ancianos que son abandonados a la muerte, en los jóvenes privados de futuro, en los soldados enviados a matar a sus hermanos”, reclamó.

Jueves Santo, 14 de abril [Lee la crónica completa de la misa crismal en Vida Nueva]

Tras el paréntesis del 2020, el papa Francisco finalmente ha restablecido la normalidad de la mañana del Jueves Santo y junto con una representación del consejo presbiteral de la diócesis de Roma, así con diferentes fieles, ha presidido la Misa Crismal en la Basílica de San Pedro. Los presbíteros, unos 1.800, durante esta celebración, han renovado sus promesas sacerdotales ante el obispo de Roma y el pontífice ha consagrado el crisma y bendecido los Santos Óleos como marca la tradición.

En su homilía, el pontífice recordó a los presbíteros que ser sacerdote es “una gracia, una gracia muy grande que no es en primer lugar una gracia para nosotros, sino para la gente; y para nuestro pueblo es un gran don el hecho de que el Señor elija, de entre su rebaño, a algunos que se ocupen de sus ovejas de manera exclusiva, siendo padres y pastores”. Un ministerio cuyo salario es “la amistad con Jesús. No hay paz más grande que su perdón. No hay precio más costoso que el de su Sangre preciosa, que no debemos permitir que se desprecie con una conducta que no sea digna”.

El pontífice es pidió a los curas desenmascarar los “ídolos” que pueden tentar al sacerdote en su ministerio reemplazando la presencia de Dios por otros criterios. En concreto, el Papa denunció “tres espacios de idolatría escondida”: la “mundanidad espiritual” que es “una propuesta de vida, es una cultura, una cultura de lo efímero, una cultura de la apariencia, del maquillaje”, “su criterio es el triunfalismo, un triunfalismo sin Cruz”; el dar “la primacía al pragmatismo de los números”, las estadísticas “que pueden borrar todo rasgo personal en la discusión y dar la preeminencia a las mayorías que, en definitiva, pasan a ser el criterio de discernimiento. Éste no puede ser el único modo de proceder ni el único criterio en la Iglesia de Cristo”; y el “funcionalismo” es “un ámbito seductor en el que muchos, más que con la ruta se entusiasman con la hoja de ruta”. Con estas actitudes “reemplazamos la esperanza, que es el espacio del encuentro con Dios, por la constatación empírica. Es una actitud de vanagloria por parte del pastor, una actitud que desintegra la unión de su pueblo con Dios y plasma un nuevo ídolo basado en números y planes”, advirtió.

Jueves Santo, 14 de abril [Lee la crónica completa de la Misa de la Cena del Señor en Vida Nueva]

Ya por la tarde Francisco, como ha hecho en el pasado, ha celebrado la Misa de la Cena del Señor en una cárcel. En esta ocasión el Papa ha repetido el rito del lavatorio de los pies con un grupo de reclusos de la prisión de de Civitavecchia, no muy lejos de Roma. De forma espontánea, en la homilía ha insistido en el mandado de Jesús de “lavarse los pies unos a otros”. “¡Dios perdona todo y Dios siempre perdona! Somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón“, clamó el Papa. Para el pontífice “cada uno de nosotros tiene algo que ha estado en su corazón durante mucho tiempo, pero pide perdón a Jesús”. Y concluyó: “Hay un Señor que juzga, pero es un juicio extraño: el Señor juzga y perdona” por eso invitó a todos a “servir y perdonarse”. Durante la misa, se desarrolló el lavatorio a 12 presos, hombres y mujeres, entre los que se encontraban personas de diferentes edades y nacionalidades.

Viernes Santo, 15 de abril [Lee la crónica completa de los oficios en Vida Nueva]

Tras la celebración de la Cena del Señor, que el papa Francisco presidió en una cárcel romana, el Viernes Santo litúrgicamente ofrece la máxima sobriedad. El pontífice presidió los oficios en los que ha sustituido la postración en oración sobre el suelo por un instante de silencio despojado de la mitra y el báculo. Así ha comenzado una celebración que ha incluido, como es habitual, una Liturgia de la Palabra en torno al texto de la Pasión del evangelista san Juan –que el pontífice ha seguido sentado en la sede preparada para la ocasión–, la Adoración de la Cruz –siempre sin poder arrodillarse el Papa por su dolencia en la rodilla– y el Rito de la Comunión. Dentro de la solemne oración universal se han elaborado dos peticiones específicas sobre la situación actual con motivo de la guerra de Ucrania.

El Papa, que preside la celebración, en cambio no hace la homilía. Ha sido, como es habitual, el predicador de la Casa Pontificia el cardenal Rainiero Cantalamessa el encargado de hacerlo. Destacó que Jesús, prosiguió, “vino a la tierra ser testigo de la verdad. Trata a Pilato como un alma que necesita luz y verdad y no como a un juez. Se interesa en el destino del hombre Pilato, más que en el suyo personal. Con su llamada a recibir la verdad, quiere inducirle a entrar en sí mismo, a mirar las cosas con un ojo diferente, a colocarse por encima de la contienda momentánea con judíos”.

Ante lo “más absurdo y desesperanzador se vuelve el mal que nos rodea, sin fe en un triunfo final del bien. La resurrección de Jesús de entre los muertos es la promesa y la garantía cierta de que este triunfo tendrá lugar, porque ya ha comenzado con Él”. En una Pascua en la que las bombas sustituyen a las campanas, concluyó, que “los arreglos del mundo cambian de un día para otro. Todo pasa, todo envejece; todo —no sólo «la bendita juventud»—, falla. Solo hay una forma de escapar de la corriente del tiempo que arrastra todo detrás de sí: ¡pasar a lo que no pasa! ¡Pon tus pies en tierra firme!”.

Viernes Santo, 15 de abril [Lee la crónica del Via Crucis completa en Vida Nueva]

Después de dos años, el Vía Crucis de la noche del Viernes Santo volvió al Coliseo romano. El papa Francisco pidió que se mantenga “encendida en nuestras familias la lámpara del Evangelio, que ilumina alegrías y dolores, cansancios y esperanzas; que cada casa refleje el rostro de la Iglesia, cuya ley suprema es el amor”. Y es que las reflexiones han sido elaboradas por distintas familias con motivo del Año“Amoris Laetitia”.

Las familias plasmaron el camino de la cruz desde los temores e incertidumbres del futuro por parte de una pareja que lleva dos años de matrimonio y que compartió los problemas de sus amigos o lo difícil que es llegar a fin de mes. Un matrimonio que no ha podido tener hijos compartió su paternidad cuidando a los demás. Unos abuelos confesaron la cruz de la enfermedad que sufre la esposa y cómo esta ha alterado la armonía u otros abuelos han dejado la serenidad de la jubilación para atender a los nietos o responder a las necesidades de las familias porque “aargados de una cruz”, ellos quieren “ser ‘oxígeno’ para las familias” de sus hijos, porque “nunca se deja de ser mamá y papá”. Intensa fue la décimo tercera estación donde una mujer ucraniana y otra rusa con sus familias han portado la cruz. Tras la polémica por este gesto la meditación fue sustituida por un instante de oración por la paz.

Sábado de Gloria, 16 de abril [Lee la crónica completa de la Vigilia Pascual en Vida Nueva]

El cardenal Giovanni Battista Re presidió la Vigilia Pascual en la tarde del Sábado Santo. Una celebración a la que el papa Francisco acudió y realizó la homilía y el bautismo de 7 catecúmenos debido al dolor en su rodilla derecha. Antes de la celebración de esta noche, el pontífice se reunió brevemente con una pequeña delegación de Ucrania formada por representantes del gobierno local y del parlamento del país, entre ellos el alcalde de la ciudad ucraniana de Melitopol, Ivan Federov –que sufrió un secuestro por parte de las tropas rusas–. Dirigiéndose a esta delegación, el Papa señaló al final de su homilía, que “en esta oscuridad en la que viven, señor alcalde, señoras y señores diputados, la oscura oscuridad de la guerra, de la crueldad, todos rezamos, rezamos con ustedes y por ustedes esta noche. Rezamos por tanto sufrimiento. Sólo podemos ofrecerles nuestra compañía, nuestra oración y decirles: ‘¡Ánimo! Os acompañamos’. Y también para deciros lo más grande que se celebra hoy: Christòs voskrés!”, que en ucraniano quiere decir “¡Cristo ha resucitado!”

Antes de esto, al comienzo de su intervención, el papa Francisco evocó que muchos escritores han plasmado la belleza de las noches estrelladas, para contraponer las “noches de la guerra” que “están surcadas por luminosas estelas de muerte”. Ante esto, el pontífice invitó a las mujeres que se encuentran con el Resucitado “para descubrir con ellas la manifestación de la luz de Dios que brilla en las tinieblas del mundo”. Estas mujeres en la mañana de Pascua, destacó “Ven, escuchan, anuncian”.

“¡Qué hermosa es una Iglesia que corre de esta manera por los caminos del mundo! Sin miedos, sin estrategias ni oportunismos; sólo con el deseo de llevar a todos la alegría del Evangelio”, clamó el Papa. “A esto somos llamados, a experimentar el encuentro con el Resucitado y a compartirlo con los demás”, señaló.  Francisco pidió a todos: “Resucitemos a Jesús, el Viviente, de los sepulcros donde lo hemos metido, liberémoslo de las formalidades donde a menudo lo hemos encerrado. Despertémonos del sueño de la vida tranquila en la que a veces lo hemos acomodado, para que no moleste ni incomode más. Llevémoslo a la vida cotidiana: con gestos de paz en este tiempo marcado por los horrores de la guerra; con obras de reconciliación en las relaciones rotas y de compasión hacia los necesitados; con acciones de justicia en medio de las desigualdades y de verdad en medio de las mentiras. Y, sobre todo, con obras de amor y de fraternidad”.

Domingo de Resurrección, 17 de abril [Lee la crónica de la misa completa en Vida Nueva]

En la Misa de Pascua del Vaticano el papa Francisco ha continuado este año la práctica habitual de no realizar la homilía, el discurso principal de la jornada queda para la bendición Urbi et Orbi, la más solemne de los pontífices. En la celebración pascual en la Plaza de San Pedro, se ha desarrollado con toda solemnidad un rito particular de la misa papal: el ‘Resurrexit’. También se ha proclamado el evangelio en latín y en griego. Además, en la oración de los fieles se ha pedido por la “justicia y la paz”, y la situación de Ucrania ha quedado reflejada en que la última petición –por todos los difuntos– fue leída en ucraniano.

Uno de los componentes de normalidad pascual ha sido la vuelta de las flores traídas desde Holanda para la ocasión –y bendecidas por el obispo de Rotterdam–, que han convertido el atrio de la basílica en un auténtico jardín en el que han contribuido junto con una delegación de Naklo en Eslovenia y los propios jardineros del Vaticano. En esta ocasión la decoración ha tratado de ser más sobria debido a la guerra de Ucrania. Aún así, 40.000 flores frescas –unas 25 toneladas– fueron dispuestas bajo la supervisión del florista galardonado Piet van de Burg.

Domingo de Resurrección, 17 de abril [Lee la crónica del ‘Urbi et Orbi’ completa en Vida Nueva]

Con la bendición ‘Urbi et orbi’ el papa Francisco cierra las celebraciones de la Semana Santa. El pontífice ha lanzado un poderoso llamamiento a toda la comunidad internacional para que sea transmisora del mensaje de Resucitado: “La paz esté con vosotros”. Una paz que debe comenzar por la martirizada Ucrania, tan duramente probada por la violencia y la destrucción de la guerra cruel e insensata a la que ha sido arrastrada”. Ante este conflicto clamó: “Por favor, no nos acostumbremos a la guerra, comprometámonos todos a pedir la paz con voz potente, desde los balcones y en las calles”.

También pidió la paz en Oriente Medio, especialmente en Jerusalén o en el Líbano, Siria e Irak. También pidió por Libia, Yemen, Myanmar o Afganistán, países que viven diferentes tensiones sociales. En cuanto a los países africanos mencionó la zona del Sahel, Etiopía, República Democrática del Congo y la parte oriental de Sudáfrica donde han sufrido unas graves inundaciones. También pidió por América Latina donde han crecido las tensiones y problemas durante la pandemia. A estos llamamientos añadió un deseo para llegue a buen puerto “el camino de reconciliación que está siguiendo la Iglesia Católica canadiense con los pueblos indígenas”.

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