Histórico mea culpa papal por la “colonización ideológica” contra los indígenas canadienses

  • Compungido por las fosas comunes aparecidas en colegios católicos, quiere viajar en Canadá en julio
  • “Siento vergüenza, pena y bochorno” por “los abusos y faltas de respeto a vuestra identidad”
  • “Es escalofriante pensar en el deseo de inculcar un sentimiento de inferioridad, de cortar sus raíces”

El papa Francisco con los indígenas canadienses

Canadá se encuentra conmocionada desde que, recientemente, aparecieran fosas comunes en escuelas católicas donde se internaba a niños indígenas para forzarles a que asimilaran la cultura occidental. Un proceso que incluyó numerosos casos de maltrato, abuso sexual e, incluso, la desaparición de muchos de los pequeños. De hecho, se estima que, entre 1863 y 1998, hasta 150.000 niños fueron separados de sus familias e internados en estos colegios católicos. De ello, unos 4.100 habrían fallecido en víctimas de diversas enfermedades, hambre o frío.



Con el fin de abrazar esa herida, el Episcopado canadiense ha organizado la visita de varias asociaciones de indígenas y, durante esta semana, han tenido varios encuentros con el Papa. En el principal, el que se ha dado este viernes 1 de abril en la Sala Clementina del Palacio Apostólico Vaticano, Francisco les ha dirigido un emotivo discurso que ha ido más allá y ha sido un histórico mea culpa papal.

Corazones abiertos

Tras haber “escuchado atentamente sus testimonios” estos días, “os he llevado conmigo en la reflexión y la oración, imaginando vuestras historias y situaciones. Os agradezco que hayáis abierto vuestros corazones y que, con esta visita, hayáis expresado el deseo de caminar juntos”.

Apelando a un dicho de estas comunidades (“hay que pensar en siete generaciones adelante cuando se toma una decisión hoy”), Bergoglio ha defendido que “el vínculo entre los mayores y los jóvenes es indispensable. Debe cultivarse y salvaguardarse, porque garantiza que la memoria no se borre y la identidad no se pierda. Y, cuando la memoria y la identidad se salvaguardan, la humanidad mejora”.

Las ramas de un árbol

En referencia a otra “hermosa imagen” que le han transmitido estos días, la de proclamarse como “las ramas de un árbol”, que “han crecido en diferentes direcciones, has pasado por diferentes estaciones e incluso han sido azotadas por fuertes vientos”, queda un claro mensaje de esperanza: “Os habéis anclado firmemente a las raíces, que habéis mantenido firmes. Y así seguís dando fruto, porque las ramas solo llegan alto si las raíces son profundas”.

Un espíritu comunitario, en armonía con su hábitat natural, en el que el Papa agradece “vuestro cuidado de la tierra, que no veis como un bien a explotar, sino como un don del cielo”, pues “para vosotros conserva la memoria de los antepasados que allí descansan y es un espacio vivo en el que vivir la propia existencia dentro de un tejido de relaciones con el Creador, con la comunidad humana, con las especies vivas y con la casa común que habitamos”.

Armonía interior y exterior

De ahí traslucen otros frutos, como “buscar la armonía interior y exterior, cultivar un gran amor por la familia y tener un sentido vivo de la comunidad”. A ello se añaden “las riquezas específicas de vuestras lenguas, vuestras culturas, vuestras tradiciones y formas artísticas, patrimonios que os pertenecen no solo a vosotros, sino a toda la humanidad, ya que expresan la humanidad”.

Con todo, el Papa no olvida la “tragedia” que les sacudió: “La cadena que transmitía conocimientos y estilos de vida, en unión con la tierra, se rompió con la colonización que, sin respeto, arrancó a muchos de vosotros de vuestro entorno vital e intentó conformaros con otra mentalidad. Así, vuestra identidad y cultura han sido heridas. Muchas familias han sido separadas. Muchos niños se han convertido en víctimas de esta acción homologadora, apoyada en la idea de que el progreso se hace mediante la colonización ideológica, según programas planificados y no respetando la vida de los pueblos”.

Sigue ocurriendo hoy

Un triste fenómeno que, “desgraciadamente, sigue ocurriendo hoy en día y a varios niveles: la colonización ideológica. Cuántas colonizaciones políticas, ideológicas y económicas hay en el mundo, impulsadas por la codicia y el afán de lucro, despreciando a los pueblos, sus historias y tradiciones, y la casa común de la creación. Por desgracia, esta mentalidad colonial sigue estando muy extendida. Ayudemos juntos a superarlo”.

Fruto de lo hablado con ellos estos días, Francisco ha acogido “con gran tristeza en mi corazón los relatos de sufrimiento, privaciones, trato discriminatorio y diversas formas de abuso sufridas por varios de vosotros, particularmente en los internados. Es escalofriante pensar en el deseo de inculcar un sentimiento de inferioridad, de hacer que alguien pierda su identidad cultural, de cortar sus raíces, con todas las consecuencias personales y sociales que esto ha supuesto y sigue suponiendo: traumas no resueltos que se han convertido en traumas intergeneracionales”.

Indignación y vergüenza

Hasta el punto de que, hoy, el Papa siente “indignación y vergüenza. Indignación, porque es injusto aceptar el mal, y es aún peor acostumbrarse al mal, como si fuera una dinámica ineludible causada por los acontecimientos de la historia. No, sin una firme indignación, sin memoria y sin el compromiso de aprender de los errores, los problemas no se pueden resolver y vuelven. Lo vemos en los últimos días en relación con la guerra. La memoria del pasado nunca debe sacrificarse en el altar del supuesto progreso”.

Y vergüenza… “Os lo repito: siento vergüenza, pena y bochorno por el papel que varios católicos, sobre todo con responsabilidades educativas, han jugado en todo lo que os ha dolido, en los abusos y faltas de respeto a vuestra identidad, a vuestra cultura e incluso a vuestros valores espirituales. Todo esto es contrario al Evangelio de Jesús”.

“Lo siento mucho”

Y aquí ha llegado el mea culpa formal en nombre de toda la Iglesia: “Por la deplorable conducta de esos miembros de la Iglesia católica pido perdón a Dios y quiero deciros de corazón: lo siento mucho. Y me uno a mis hermanos obispos de Canadá para pediros disculpas. Es evidente que no se pueden transmitir los contenidos de la fe de un modo ajeno a la misma fe: Jesús nos enseñó a acoger, amar, servir y no juzgar; es terrible cuando, precisamente en nombre de la fe, se rinde un contratestimonio al Evangelio”.

En este punto, para sorpresa de los presentes, , ha retomado una idea expresada en octubre, cuando habría aceptado la invitación del episcopado canadiense, les ha asegurado que tiene intención de viajar próximamente a Canadá: “Al mismo tiempo, pienso con gratitud en tantos buenos creyentes que, en nombre de la fe, con respeto, amor y bondad, han enriquecido su historia con el Evangelio. Me alegra, por ejemplo, pensar en la veneración que se ha extendido entre muchos de vosotros por santa Ana, la abuela de Jesús. Este año me gustaría estar con vosotros en esos días”.

Teniendo en cuenta que la festividad de san Joaquín y santa Ana es el 26 de julio, ¿veremos en esa fecha al Papa en Canadá? Parece que así lo ha dado por hecho… “Queridos amigos, me he enriquecido con vuestras palabras y aún más con vuestro testimonio. Habéis traído a Roma el sentido vivo de vuestras comunidades. Estaré encantado de volver a beneficiarme de vuestro encuentro, de visitar vuestras tierras natales, donde viven vuestras familias. Me despido entonces hasta Canadá, donde podré expresar mejor mi cercanía a vosotros”.

Espíritu de fraternidad

Será así como, definitivamente, se encarnase ese “espíritu de fraternidad” encarnado hoy por los obispos y los católicos canadienses para “seguir dando pasos en la búsqueda transparente de la verdad y en la promoción de la curación de las heridas y la reconciliación”.

“La Iglesia está de vuestro lado y quiere seguir caminando con vosotros”, ha rematado el Papa.

Noticias relacionadas
Compartir