Francisco: “A veces, detrás de la apariencia de buenas obras, puede esconderse el virus del narcisismo”

El Papa ha animado a reflexionar sobre “cómo nos movemos en la Iglesia y en la sociedad” en la XXVI Jornada de la Vida Consagrada

papa francisco

Durante la homilía de la misa por la XXVI Jornada de la Vida Consagrada, celebrada hoy en el Vaticano, el papa Francisco ha reflexionado acerca del pasaje del evangelio de la presentación de Jesús en el templo. Allí, la Sagrada Familia encontró a dos ancianos, Simeón y Ana, quienes “esperan en el templo el cumplimiento de la promesa que Dios ha hecho a su pueblo: la llegada del Mesías”.



“En este contexto”, ha dicho Francisco, “sigamos pues los pasos de Simeón: él, en un primer momento, es conducido por el Espíritu, luego, ve en el Niño la salvación y, finalmente, lo toma en sus brazos. Detengámonos sobre estas tres acciones y dejémonos interpelar por algunas cuestiones importantes para nosotros, en particular para la vida consagrada”.

Así, el Papa ha señalado que los ancianos llegan al templo “conducidos por el mismo Espíritu”. “Así actúa el Espíritu Santo: nos hace capaces de percibir la presencia de Dios y su obra no en las cosas grandes, tampoco en las apariencias llamativas ni en las demostraciones de fuerza, sino en la pequeñez y en la fragilidad”, ha explicado. Sin embargo, ha advertido que es necesario discernir si lo que nos impulsa es “el Espíritu Santo o la pasión del momento”. “¿Cómo nos movemos en la Iglesia y en la sociedad? A veces, aun detrás de la apariencia de buenas obras, puede esconderse el virus del narcisismo o la obsesión de protagonismo”, ha dicho.

“Tomar en nuestros brazos a Jesús”

“En otros casos, incluso cuando realizamos tantas actividades, nuestras comunidades religiosas parece que se mueven más por una repetición mecánica —hacer las cosas por costumbre, sólo por hacerlas— que por el entusiasmo de entrar en comunión con el Espíritu Santo”, ha recordado. “Examinemos hoy nuestras motivaciones interiores, discernamos las mociones espirituales, porque la renovación de la vida consagrada pasa sobre todo por aquí”.

Por otro lado, Francisco ha señalado que Simeón reconoce en Jesús al Mesías. “La mirada cansada de Simeón, aunque debilitada por los años, ve al Señor, ve la salvación. ¿Y nosotros?, ¿qué ven nuestros ojos? ¿qué visión tenemos de la vida consagrada?”, se ha preguntado. “El mundo la ve muchas veces como un despilfarro, como una realidad del pasado, inútil; pero nosotros, comunidad cristiana, religiosas y religiosos, ¿qué vemos? ¿tenemos puesta la mirada en el pasado, nostálgicos de lo que ya no existe o somos capaces de una mirada de fe clarividente, proyectada hacia el interior y más allá?”.

“A mí me hace mucho bien ver consagrados y consagradas mayores, que con mirada radiante continúan a sonreír, dando esperanza a los jóvenes“, ha reconocido el Papa. “Pensemos en las veces en las que nos hemos encontrado con estas miradas y bendigamos a Dios por ello. Son miradas de esperanza, abiertas al futuro”.

Asimismo, ha recordado que “el Señor no deja de darnos signos para invitarnos a cultivar una visión renovada de la vida consagrada”. “Abramos los ojos”, ha animado, ya que “el Espíritu Santo nos invita a renovar nuestra vida y nuestras comunidades a través de las crisis, de los números que escasean y de las fuerzas que disminuyen”.

Por último, Francisco ha invitado a hacer como Simeón y “tomar en nuestros brazos a Jesús”. “Si acogemos a Cristo con los brazos abiertos, acogeremos también a los demás con confianza y humildad. De este modo, los conflictos no exasperan, las distancias no dividen y desaparece la tentación de intimidar y de herir la dignidad de cualquier hermana o hermano se apaga. Abramos, pues, los brazos a Cristo y a los hermanos”, ha aseverado.

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