Lucía Etxebarria: “Me convertí al islam, pero no he apostatado”

Lucía Etxebarria

Ganó el Premio Nadal con 31 años recién cumplidos. Después llegaría el Premio Primavera en 2001 y el Planeta en 2004. Una trayectoria asombrosa que incluye novelas, guiones cinematográficos, ensayo y poesía. Acaba de publicar su última novela, ‘Selene y los cuatro elementos’ (Ed. Perravida), una novela policíaca con el trasfondo de la trata que alterna escenarios entre Argentina y España.



PREGUNTA.- Si no he leído mal, es musulmana… ¿a qué se debió su conversión?

RESPUESTA.- Me convertí hace ocho años, pero sin hacer apostasía de la Iglesia católica, por lo tanto, mantengo, como si dijéramos, una doble nacionalidad religiosa. Hice mi conversión al islam sufí, qué es más un camino de iluminación que una doctrina religiosa. En la práctica es como si alguien nacido católico se hubiera ido a meditar a una escuela budista. Obviamente, no es exactamente lo mismo, pero creo que es más fácil de entender así.

P.- ¿Es posible un islam feminista?

R.- El 90% de las mujeres musulmanas no llevan velo. Solo la parte más fundamentalista lo lleva.  El islam no te exige llevar velo, sino una teocracia masculina que hace suya una idea que es medieval, porque deriva de la sharía.

Dios y las religiones

P.- Pero para usted, la idea de Dios, ¿por dónde transita?

R.- No necesita estar supeditada a una religión en concreto. Me he educado como católica y conozco muy bien la doctrina, pero quería ampliar mis horizontes y conocer otros. En realidad, para mí existe algo más grande que yo.

P.- La protagonista de su novela, en un momento que tiene un gran problema se dirige a una iglesia…

R.- En concreto, a la iglesia de La Concordia, en Buenos Aires. Le pide algo a la Virgen, que le concede. O eso cree ella. Esta idea en psicología se llama pensamiento ilusorio o proyección psicológica de significado. Yo le pido una cosa a la Virgen y cuando eso se cumple creo que la Virgen me lo ha concedido, pero quizá mi petición, y el cumplimiento de ese hecho, no tenían nada que ver entre sí. (…)

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