El Papa advierte de que “los nacionalismos y populismos se asoman en diversas latitudes”

En su mensaje al Centro Astalli con motivo de su 40 aniversario, Francisco critica a los gobiernos que responden a la inmigración con “la construcción de muros” y deportaciones “a lugares inseguros”

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En el mensaje que envió al Centro Astalli de Roma, impulsado por el Servicio Jesuita a Refugiados, con motivo de su 40 aniversario que se celebró este martes, el papa Francisco advirtió sobre el “regreso al pasado” que vive la historia en algunos lugares, donde “los nacionalismos y populismos se asoman en diversas latitudes”. También criticó que “la construcción de muros y el retorno de los migrantes a lugares inseguros parecen ser la única solución de la que los gobiernos son capaces para gestionar la movilidad humana”, según informaron los medios oficiales del Vaticano.



Tras recordar las múltiples referencias que tiene el significado de la cifra cuarenta en la Biblia, el Pontífice lamentó que en las últimas cuatro décadas el mundo no ha seguido una “progresión lineal”, pues se ha producido un “aumento constante” en el número de personas que se veían obligadas a huir de sus países. Los refugiados escapan de condiciones de vida “comparables a las de la esclavitud, donde la persona humana es privada de su dignidad y tratada como un objeto”.

Estas personas saben bien “lo terrible y despreciable que puede ser la guerra”, lo que significa “vivir sin libertad ni derechos”, asistiendo “inermes mientras su tierra se seca, su agua se contamina y no tienen otra posibilidad más que ponerse en camino hacia un lugar seguro donde puedan realizar sus sueños y aspiraciones, donde puedan hacer fructificar sus talentos y capacidades”. 

“Signo y rostro de esperanza”

Por desgracia, los refugiados no encuentran en su camino un lugar de “liberación” donde se les da la bienvenida, sino que se topan con “un desierto de humanidad, con una indiferencia que se ha hecho global y que vuelve áridas las relaciones entre los hombres”, lamentó el obispo de Roma en su discurso a los responsables y benficiarios del Centro Astalli.  

El Pontífice dejó finalmente un llamamiento al optimismo al recordar los “muchos signos de esperanza que nos permiten soñar con caminar juntos como un pueblo nuevo hacia un nosotros cada vez más grande”. Los propios refugiados, insistió, son “el signo y el rostro de esta esperanza”, pues en ellos se encuentra “el anhelo de una vida plena y feliz que los sostiene para afrontar con coraje circunstancias concretas y dificultades que a muchos pueden parecerles insuperables”.

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