Mesías: la segunda venida de Jesús según Netflix

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En Mesías –Messiah–, la serie que Netflix estrenó el 1 de enero, un profeta predica en una Damasco a punto de ser arrasada por la infantería del ISIS. “Dios derrotará a nuestros enemigos, la salvación está cerca”, se le oye decir, mientras que en el horizonte se levanta una bíblica tormenta de arena. Es el fin del Daesh y el comienzo de la vida pública de Al Masih, el mesías, como los sirios le proclaman a partir de entonces. “Sí, es una serie provocativa. Pero lo provocativo no es ofensivo”, admite el australiano Michael Petroni, el guionista y productor delegado.



Al Masih –así, escrito en árabe– tiene 36 años, ha nacido en Irán de madre cristiana y padre judío. Con él, Netflix recurre a la “segunda venida” de un Cristo que, en el arranque de la serie, es musulmán, aunque a medida que la trama avanza, él mismo responde a la pregunta que todos quieren hacerle: “¿Cuál es tu religión?”. La respuesta es un confuso “camino con todos los hombres”. Ese ecumenismo se desarrolla desde que Al Masih se presenta en la frontera con Israel con dos mil palestinos hambrientos y desarmados hasta que, detenido por terrorista y fugado, huye de Jerusalén hasta Estados Unidos, donde reaparece en Texas para proteger a un pastor evangélico, su familia y su iglesia de un devastador tornado.

Grandes preguntas

Es una serie que hará que la audiencia se haga grandes preguntas. ¿Qué pasa si alguien se presenta en medio de sucesos extraños y se cree que es el Mesías? ¿Qué haría la sociedad? ¿Cómo lo cubrirían los medios? ¿Millones de personas simplemente dejarían de trabajar? ¿Podrían colapsar los gobiernos? Lo podría cambiar todo”, manifiesta Mark Burnett, el todopoderoso productor británico –y católico–, jefe de la división televisiva de Metro Golden Meyer, detrás de Messiah y otras ficciones basadas en la fe, como las miniseries La Biblia (History Channel) y su secuela, A. D. La Biblia continúa (NBC). Así como el largometraje Hijo de Dios y la nueva versión de Ben Hur.

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Más que la audiencia –aún no hay datos de su recepción por parte de Netflix, aunque la crítica ya ha destacado positivamente la serie–, quién evidentemente responde a la conjetura de qué ocurriría si Al Masih fuera realmente un nuevo Isa, un Jesús otra vez entre los hombres, es Michael Petroni. “Ahora mismo, la humanidad va sin timón, aferraos a mí” o “la historia ha llegado a su fin”, hace decir a Al Masih, preparando el terreno a un apocalipsis que no acaba de desencadenarse.

Petroni ha creado un thriller, eso significa que el argumento de Messiah es, ante todo, una carrera para dilucidar quién es realmente Al Masih, si un mago o un impostor capaz de desmantelar el orden geopolítico mundial. O si realmente es un verdadero Jesús redivivo capaz de andar sobre las aguas frente al Capitolio en Washington y al que siguen los que no tienen esperanza, las televisiones y las inevitables redes sociales. Pero al que temen la CIA y el FBI, la Casa Blanca, el Mosad y el Islam radical. Y si molesta, tiene que desaparecer…

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