Tribuna

Venezuela: encrucijada incierta, pero no cerrada

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La realidad venezolana es cada vez más incierta y compleja. Se esperaba que la fecha del 10 de enero tuviera más incidencia en el futuro, pero la negación absoluta de conversación o diálogo por parte del Gobierno de Nicolás Maduro no ha encontrado otra respuesta que la represión y la merma de los derechos humanos. Por un lado, se excarcelaban presos, pero, por otro, sigue la cacería de dirigentes medios y bajos para desmantelar la oposición, sobre todo la del grupo más fiel a María Corina Machado.



El día después, se suceden los análisis para todos los gustos. Algunos a favor del Gobierno, argumentando que ahora sí vendrá un futuro mejor. Pero la situación económica y la falta de libertades condicionan mucho la superación de la pobreza creciente y el desangramiento por la emigración que vuelve a resurgir, junto a la problemática local y regional.

Se mantiene la expectativa ante la toma de posesión de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, el próximo día 20, pues no está del todo clara la postura de aquel país ante la realidad venezolana. El aislamiento internacional es palpable y ni siquiera la izquierda democrática latinoamericana se ha hecho presente en apoyo a Maduro. El acto de juramentación ha sido calificado como “una farsa” y seguido con muy poco entusiasmo popular.

Por parte de la oposición, está fuera de toda duda la valentía de Machado y la postura de Edmundo González Urrutia, pero se creó un clima que ha desencadenado una frustración en parte de la gente. Sin embargo, estaba claro que Maduro volvería a prestar juramento. Lo que no están tan claras ahora son las medidas para mantener viva la esperanza de la población. Hay voces agoreras que pregonan la necesidad de una intervención armada, lo que debe calificarse de locura. No se ven condiciones ni voluntad de una salida de este tipo.

Ahora bien, la machacona búsqueda de una solución pacífica y democrática no encuentra cauce válido hasta el momento. Claro que, a fuerza de represión y de violencia, no se puede mantener activa una sociedad.

Acto de apoyo a la investidura de Nicolás Maduro en Venezuela

Acto de apoyo a la investidura de Nicolás Maduro en Venezuela

La Iglesia, cerca de la gente

La Iglesia, mientras tanto, siente en estos momentos la necesidad de seguir estando más cerca que nunca de la gente, sobre todo en cuanto a la defensa de los derechos humanos en general y de las posibilidades de una mejor vida en alimentación, atención sanitaria, empleo y un mínimo de libertad que permita actuar como personas libres y no como esclavos que simplemente cumplen órdenes superiores para subsistir.

La Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) se reunirá el próximo mes de febrero en Asamblea ordinaria y está prevista la elección de nueva directiva. Las manifestaciones escritas de la presidencia han sido oportunas, pero son vistas como “tibias” para el momento que se está viviendo. Se estimó como positivo que no acudiera ninguna representación religiosa a la toma de posesión presidencial, pues se hubiera visto como inoportuno o una forma de “venderse” al Gobierno actual. El discurso de Maduro –mejor, la perorata–, por su parte, tuvo las características de un mitin sin mayor contenido que despierte esperanzas en sus seguidores.

La esperanza depende en buena medida en mantener unida a la oposición, en la formación de cuadros que puedan cohesionarse en un momento dado con propuestas concretas y en la lucha por las necesidades reales de la comunidad, que no son las nuevas elecciones o la reforma de la Constitución. Las necesidades primarias son la prioridad: poder vivir humanamente.

El futuro es incierto, pero no está cerrado. Hay que seguir observando y proponiendo lo que en realidad esté más allá de los extremos fanáticos de ambos bandos.

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