Tribuna

San José: en el umbral del misterio

Compartir

La figura de San José no va a resaltar como otras en los evangelios. Apenas se le menciona en Mateo y Lucas, ya que tanto en Marcos como en Juan no aparece. En él nos podemos ver reflejados los hombres de todos los tiempos ante las distintas dificultades y pruebas que nos toca atravesar.



No le tocó nada fácil. Como nosotros, San José fue presa del asombro, la duda, la perplejidad y el temor propios de un hombre, en su caso, honrado y bueno. La encarnación del Verbo de Dios en el seno de María es algo que sobrepasa el entendimiento humano. San José es puesto frente al umbral del misterio.

A diferencia de Lucas, Mateo dará relevancia a las preguntas de San José. Preguntas que nos revelan su perplejidad ante la acción de Dios. Perplejidad que lo impulsará a rechazar a María. Según algunos estudiosos, su rechazo se fundamenta en el hecho de no querer interferir en los planes del Señor.

Queda sacudido hasta lo más profundo, puesto que no sabe el papel que le toca desempeñar ante tan compleja circunstancia: él no es el padre de tan extraordinario niño, el Hijo de Dios, que nacerá de su mujer, María; en tal sentido, le parecerá lo más prudente y honrado retirarse en silencio.

Dinamismo de la obediencia

San José, ante el anuncio del ángel, obedece: “José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer” (Mt 1, 20). El dinamismo de la obediencia de su fe le impulsa a aceptar una misión, efectivamente oscura, espesa, pero fundamental en los planes de Dios sobre la salvación de la humanidad. San José dará una respuesta incondicional de fe aceptando el designio divino sobre su propia persona. También desnuda su existencia en su al Señor como si se tratara de un complemento del de María: el de los esposos.

Dios confiará en San José una misión sublime: ser el padre legal del Niño que nacerá y acompañar y cuidar a María. Acepta el reto de caminar en la oscura claridad de la fe. Se abandona por completo a la Providencia. Al hacerlo, al abandonarse por completo a Dios, San José abrazará, sin tenerlo del todo claro, la gloriosa desnudez de la cruz, razón por la cual el Niño en el vientre de María viene al mundo. Por ello, el Papa Francisco reconoce en San José a un hombre fuerte y de silencio. Un hombre fuerte y de silencio: un hombre signo, ejemplo de vocación de servicio derramada en su paternidad espiritual que se prolongará sobre la Iglesia que Cristo fundará como Pueblo y su Cuerpo, del que Él será cabeza y nosotros sus miembros.

San José, lección viva de fe para el mundo de hoy

San José será encarnación de una fe madura, de una fe adulta. Su vida nos brinda un regalo a nuestra vida, sacudida muchas veces por tantas circunstancias difíciles, adversas, contrarias a nuestros deseos más humanos. La dura prueba que atravesó San José nos revela a los hombres de hoy la potencia de la fe. Contemplar a San José de Nazaret es comprender que la fe supondrá siempre un riesgo, una renuncia a toda seguridad palpable. La fe es noche oscura para el creyente. Implica un compromiso muy serio que condiciona toda nuestra vida, esculpiendo un estilo, un carácter y un modo de ser-estar en el mundo que marcan toda la persona.

En la experiencia de San José, tenemos claro que la fe es reto permanente a la plena disponibilidad ante Dios y en apertura a los hombres, en tal sentido, nuestra fe se transforma en una señal del misterio de Dios y de su amor desbordante. Vivir una fe auténtica, al estilo de San José, es asumir la vida en una actitud de conversión continua y progresiva. A solo pocos días de la Navidad, pidamos a San José que se muestre padre también de nosotros para que nos guíe en el camino de la vida. “Concédenos gracia, misericordia y valentía, y defiéndenos de todo mal”. Feliz Navidad. Paz y Bien


Por Valmore Muñoz Arteaga. Profesor y escritor. Maracaibo – Venezuela