Tribuna

La violencia no es el camino para solucionar los conflictos en Ecuador

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Como Iglesia, en reiteradas ocasiones, hemos manifestado nuestro compromiso por la paz, basada en la justicia, en la libertad, en la verdad, entre otros valores.



En coherencia con esta posición, nos hemos opuesto a toda forma de violencia (física, psicológica, sexual, económica…) originada por los grupos civiles armados o por los posibles excesos de las fuerzas del orden. La violencia no es el camino para afrontar y solucionar los conflictos (familiares, sociales, políticos, económicos, religiosos, entre otros) de ningún grupo humano; solo el diálogo sereno, valiente y comprometido nos ayudará a lograr acuerdos válidos y duraderos para las partes.

Policía y ejército ecuatoriano toman el control de la cárcel de Esmeraldas

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Por estos motivos, en nombre de tantas víctimas de la extorsión y del sicariato, no solo hemos pedido sino exigido a todos los grupos delictivos que depongan sus armas y asuman su responsabilidad por los crímenes cometidos. No es justo que sus delitos queden en la impunidad por el evidente incumplimiento de sus obligaciones por parte de algunos jueces y de otras autoridades en medio de tanta corrupción.

Seguridad social y económica

Del mismo modo, hemos pedido a las fuerzas del Estado que actúen con firmeza en el restablecimiento de la seguridad social y económica, utilizando los medios de disuasión y represión, pero siempre en el marco de las leyes nacionales e internacionales que protegen la vida.

Igualmente, hemos pedido a las organizaciones de derechos humanos que intervengan en la defensa de todas las víctimas, causadas tanto por los grupos delictivos como por algún abuso de las fuerzas del orden. Cualquier parcialización pone en duda su credibilidad y objetividad.

Pero, como bien sabemos, no basta con controlar o sofocar la violencia y sus consecuencias, sino que es necesario ir a sus causas. De los breves análisis se desprende que las principales causas de la violencia social y económica, entre otras, siguen siendo la corrupción en todos sus niveles y la extrema pobreza de miles de personas, que carecen de lo básico para vivir dignamente, como la falta de educación, de trabajo y de salud. No debemos olvidar que la pobreza y la falta de oportunidades son los principales aliados para que exista delincuencia y criminalidad.

Honestidad y transparencia

Por estos motivos, hemos hecho un llamado a todas las entidades estatales y privadas para que se guíen por los principios éticos de la honestidad y la transparencia, y para que se comprometan en la erradicación de la pobreza, especialmente mediante la educación y el trabajo.

Como Iglesia católica, estamos comprometidos tanto en la prevención de toda forma de violencia como en la rehabilitación de las personas que han delinquido. Con esta finalidad, nos sumamos al trabajo interdisciplinario de las múltiples entidades estatales y civiles; para lo cual, contamos con un equipo de profesionales que trabajan voluntariamente.

Invitamos, finalmente, a todos los hombres y mujeres comprometidos con la causa de la paz a reflexionar sobre los profundos cambios que requiere la unidad de todos los ecuatorianos para resolver los problemas económicos y, así, poder generar empleo, equidad y oportunidades para todos.

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