Tribuna

La ‘playlist’ del Evangelio

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Buscando la armonía

Santiago de Compostela se convierte esta semana en una semilla de esperanza para la Iglesia de nuestro tiempo. Las circunstancias tan dolorosas que hemos atravesado durante la pandemia, unidas al fuerte proceso de secularización latente que amenaza al hombre posmoderno, hacen de esta Peregrinación Europea de Jóvenes (PEJ22), que se celebra entre el 3 y el 7 de agosto, no un encuentro más de los muchos que se han celebrado a lo largo de las décadas, sino un punto de partida, un nuevo inicio hacia un horizonte apasionante y lleno de la Vida de Jesucristo.



Si hablamos de la PEJ22, nos estamos refiriendo a una Iglesia en España que quiere reavivar su llamada a la evangelización de la mano de los jóvenes. Será hablar de una nueva esperanza que brota de lo poco y que quiere volver a cobijar en su sombra a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, a todos los que se sienten despreciados y marginados, a todos los que, viviendo en las periferias, necesitan volver a ser protagonistas, ser miembros activos en los necesarios cambios sociales de nuestro mundo y en las tareas evangelizadoras de nuestra Iglesia.

Doce años han pasado desde el último Año Santo. Somos conscientes de los acontecimientos históricos que van marcando nuestros pasos y de cómo se han transformado las estrategias de comunicación y los referentes a pequeña y gran escala.

El ser humano, en especial los más jóvenes, no percibe la realidad de la misma manera que hace una década. Todo se mueve demasiado rápido. Hemos vivido años llenos de cambios, a veces de infortunios, de un fuerte enfriamiento del corazón que le ha robado las ilusiones y los horizontes a muchos; años de poner el foco en lo efímero con un afán desproporcionado, que ha invadido nuestras vidas y nuestros corazones con la desilusión del que ha perdido el asombro. Paradójicamente, sentimos que tenemos más y a la vez menos.

Por otro lado, fuertes corrientes ideológicas están desecando la conciencia de tantos. Han sido años donde el camino nos hacía temblar de incertidumbre. Y así seguimos, sumergidos en una frenética espiral de cambios que cuestionan constantemente nuestra dignidad y no dan tregua. La pandemia solo ha acelerado un proceso que ya se intuía con inquietud, que ha removido durante un tiempo el corazón y la mente, pero que en la mayoría de los casos no nos ha hecho mejores.

Los que pensaban que una tragedia global podía resintonizar nuestra conciencia y hacernos más humanos se quedan perplejos al comprobar que se ha agravado el individualismo, aislando nuestro corazón de la posibilidad de abrirlo a la plenitud y la eternidad.

No obstante, en medio de tantas incertidumbres, se abre paso una luz apasionante. Estamos convencidos de que esta Peregrinación Europea de Jóvenes no es un encuentro más. No cabe duda de que el primer gran evento tras la pandemia de la Iglesia española va a determinar una inercia positiva que pone su mirada en la Jornada Mundial de la Juventud de Lisboa en 2023. Los protagonistas de nuevo son los jóvenes. Aquellos que muchos daban por perdidos emergen de sus minorías creativas contra todo pronóstico para ser semillas de esperanza en un mundo sediento del Amor de Dios.

Los ‘focos’ centrales

Los que llevamos años trabajando en la pastoral con jóvenes sabemos que todo evento grande o pequeño se incluye en un proceso de acompañamiento más amplio. No supone una propuesta aislada que aspira a conseguir mucho en el menor tiempo posible, centrando sus esfuerzos en una pastoral de la inmediatez, del emotivismo, del impacto y lo efímero, tentaciones bastante comunes en los planteamientos pastorales.

Supone una propuesta de crecimiento y acompañamiento en la fe que pretende provocar el encuentro personal del joven con Cristo, ayudarle a reconocerse como miembro de su Iglesia, su papel protagonista y activo, y la necesidad indiscutible que tenemos de ellos. Debemos ayudarles a escribir una historia de fe que durará por siempre. Además, no podemos olvidar la propuesta formativa, una comunidad viva y una llamada a la corresponsabilidad.

Y, por supuesto, queremos acompañarlos en un discernimiento vocacional que les devuelva la ilusión por un proyecto de vida de felicidad sin límites. Por consiguiente, la PEJ22 ha querido centrar su propuesta en varios temas cruciales para los jóvenes de hoy y que son fruto de las conclusiones del pasado Sínodo de los Jóvenes.

  • Necesidad de escuchar atentamente las inquietudes y preocupaciones de los jóvenes, sus ganas de aportar lo mejor. Para ello, todos los espacios formativos que se han ofrecido apuntan a compartir y celebrar en las mañanas, con tiempo para la escucha y el diálogo entre ellos y con el obispo catequista. El Ágora se presenta como un punto de encuentro donde afrontar el reto de la sinodalidad. Por la tarde habrá talleres con más de 100 propuestas distintas sobre arte, espiritualidad, pastoral, ecología, sexualidad, medios de comunicación, música o Doctrina Social de la Iglesia. Buscamos que reconozcan que son muchos los campos en los cuales los jóvenes pueden ser verdaderos corresponsables en la evangelización y encender una chispa que quizás encienda una llamada.
  • Acompañamiento vocacional. Es otro de los pilares de la PEJ22. Ayudarles en su discernimiento se hace más urgente que nunca, ya sea una llamada a la vida religiosa o al matrimonio. La mayoría de los jóvenes han perdido la perspectiva a largo plazo. Se sienten sumergidos en la inmediatez. Es la generación scroll que ve pasar la vida tan rápido que es imposible contemplarla. Para ello, sentamos las bases de una actitud que facilite encontrarnos de nuevo en nuestra historia. Sentir que hemos sido creados para una misión inherente a la existencia es fundamental para crecer en la esperanza y el amor. Por eso, presentamos el Pórtico de la Vocación. Es una actividad diferente de las que se han compartido en otros encuentros anteriores y que también responde a las conclusiones que sobre este tema se abordó en el Sínodo de los Jóvenes y que el Papa apuntaló en la Christus vivit.
  • Búsqueda de cauces de diálogo con los jóvenes en un “idioma” común. Con mensajes claros y directos les ayudaremos a reconocer sus talentos y su protagonismo necesario en el momento actual. Hay que llegar por caminos comunes. Usar los métodos que nos ofrece la tecnología sin que nos roben el corazón. Por ello, el uso adecuado de los canales de comunicación actuales, redes sociales y mass media, suponen un cauce necesario para el continuo diálogo. Debemos generar contenido que edifique y que pueda llegar a los que están buscando. Además, en esta PEJ22 también adquiere importancia en esa búsqueda de cauces de diálogo reales y concretos algo que siempre ha tendido puentes entre generaciones y culturas: la música.

En escucha atenta

Desde que tenemos constancia, la música ha elevado al ser humano más allá de su cotidianidad. Ha sido inherente a la historia de la humanidad, como lo son otras manifestaciones del arte. El Hombre necesita expresar lo que tiene dentro y otros necesitan reconocerse en esa producción. La música nos rescata del ensimismamiento y nos conecta con algo más grande.

Ya sea porque “amansa a las fieras” o porque “se reza dos veces”, la música atrae poderosamente porque se presenta como una manifestación de la Belleza que es Dios. Todos aspiramos a esa Belleza que es buena y verdadera. Es un idioma universal. Los jóvenes son especialmente sensibles a esta representación del alma humana. Por ello, la Iglesia siempre ha apoyado el arte como una alta expresión de nuestras aspiraciones más puras.

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