Tribuna

Ernesto Cardenal: humano, profeta y místico

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Retomar la memoria de Ernesto Cardenal (1925-2020), en este centenario de su nacimiento en la querida Nicaragua, Nicaragüita –la flor bendita de su querer–, es buscar recrear ese sentido del memorial bíblico que acude al pasado para encontrar en él los impulsos vitales que permitan asumir, con renovada vitalidad y conciencia crítica, los signos del presente. No se trata entonces de un simple recuerdo del pasado, sino de actualizar, desde esos signos, la acción del mismo Espíritu que inspiró al poeta revolucionario y místico.



Humano tras los pasos de Aquel que de tal manera vivió lo humano que en Él se hizo carne la divinidad, Cardenal desarrolló con cristalina claridad una libertad de espíritu y de acción que le llevó a dejar el poder como ministro de Cultura con la misma libertad que lo asumió en un tiempo en el que algunas instancias de la Iglesia latinoamericana y universal no podían tolerar el compromiso evangélico y evangelizador con la militancia política y la participación en la orientación del Estado; pero así como lo asumió, igualmente renunció cuando consideró que no se estaban realizando, en hechos, los ideales de transformación y cambio propuestos para su pueblo. La soberana libertad de Jesús fue la pasión de Cardenal, que sintió en su carne la carne crucificada de su pueblo.

Un hombre que unió el amor a la naturaleza y a la ciencia al amor a Dios, a quien descubre en el cosmos y en las luchas por la liberación de los pobres y excluidos. Por ello se autodefinía como enamorado del Dios que le llevó a la no fácil decisión de irse a un monasterio trapense en Estados Unidos para vivir a solas con Él.

Por circunstancias asumidas con la misma libertad de espíritu que le caracterizaba, sale de La Trapa aconsejado por su maestro de novicios, para crear la pequeña comunidad de Solentiname, en la cual, en contacto con la naturaleza y con los pobres, realiza la unidad entre la contemplación y la acción, descubriendo y desarrollando las potencialidades latentes para el arte en campesinos y artesanos; desarrollando, con y entre ellos, la pintura primitiva y otras artes que llegaron a repercutir internacionalmente: la poesía popular, la pintura desde el pueblo, la artesanía, el trabajo manual, unidos a la toma de conciencia política que lleva a la unidad entre el Evangelio y el compromiso con la transformación de la realidad de injusticia y opresión vividas en el país.

Ernesto Cardenal

Ernesto Cardenal

Palabra de denuncia

Dadas algunas coyunturas complejas de las experiencias de cambio en la humanidad y, en concreto, en América Latina (las nuevas modalidades del neocapitalismo mundial, con el control de poderes supraestatales como los organismos internacionales de financiación, las multinacionales y todas las formas de control desde lo económico, que se han desarrollado en estos tiempos de capitalismo despiadado y voraz, extractivista y depredador de la creación, que actúan como verdaderos para-estados), sigue la poética invitación a resaltar la vigencia de la profética poesía de Cardenal denunciando todas las formas de dominación económica y política que siguen crucificando a los pueblos dependientes y anunciando al presente las maravillas del cosmos y sus misterios insondables.

Una palabra que protesta, porque contesta y realiza el efecto significado, rompiendo con las reglas de la rima y de la métrica, en un estilo original que evoca vida y realidad, trascendencia y delicadeza de espíritu.

Y vale la pena recordar que, en sus últimos días, Ernesto Cardenal retomó su ministerio presbiteral, señal sin igual de fidelidad a una vocación de entrega a Dios sin condiciones. Por ello, hacer memoria de su vida es hacer actuales todas las luchas libertarias, en fidelidad, que desde lo pequeño muchos continúan realizando hoy en este continente y en todos los pueblos que luchan por el control autónomo de su destino.

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