Tribuna

Ernesto Cardenal: poeta fiel

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Un hombre soñador en búsqueda de una tierra sin males es la expresión que viene a mi pensamiento al pensar en el legado que nos ha dejado la vida de Ernesto Cardenal. Urgido por las circunstancias de su tiempo, asumió el desafío de su historia llegando a la transgresión que su vida señaló como circunstancial, al tener que dejar su ministerio eclesial, para asumir el ministerio de servir a un pueblo que vivió la esperanza en un presente otro, distinto a la larga pasión que había vivido durante largo dominio dictatorial.



Buscador y artista

Ernesto, buscador y artista, poeta y profeta fiel. Su poesía rasga el alma de Nicaragua y las entrañas de América Latina y el Caribe. Desde su experiencia en Solentiname, la isla de la búsqueda de realización de sueños, desde donde quiso darnos la buena noticia de una posibilidad diversa de ser y de vivir, sigue señalando a todos los hombres y mujeres de América Latina y el Caribe la necesidad de no claudicar ante las situaciones del presente que parecieran negar la posibilidad de articulaciones económicas, sociales, políticas y religiosas otras, para mantener la esperanza en que la voz de una Iglesia en salida, como el Papa Francisco urge hacer presente, mantenga la profecía y la esperanza.

Ernesto Cardenal vivió las contradicciones de las tendencias radicales de un conservadurismo eclesial que no podía entender que las coyunturas históricas, a lo largo de la historia de la liberación de nuestros pueblos amerindios, han visto la presencia de ministros de la Iglesia en una participación activa y definitiva en el compromiso militante de los procesos de cambio y liberación.

Vocación fundamental

Dejó el ejercicio del  ministerio presbiteral por varios años y decidió retornar al mismo siendo acogido nuevamente por la Iglesia Católica para vivir los últimos días de su vida restituido en su vocación fundamental. Este testimonio de fidelidad eclesial queda como expresión admirable de lo que es el sentido que une lo institucional a lo carismático.

Poeta de la revolución y el cambio comprendidos como búsqueda de una presencia del Reino desde ya, Ernesto Cardenal ha pasado a la historia de Nicaragua, su querido país, como un hijo de una tierra que sigue clamando justicia y liberación.

Quiera Dios que su testimonio estimule la vida de las nuevas generaciones, no solo de Nicaragua, sino también del continente, para que continúen sosteniendo la esperanza de posibilidades nuevas de compromiso social, político y eclesial en fidelidad a la propuesta del maestro galileo; desde una opción preferente por los pobres y excluidos, de un continente que sigue expectante confiando que los poetas y profetas como Ernesto florezcan por toda su geografía, porque un inmenso jardín a cultivar en la justicia y la paz: ¡eso es América!