Tribuna

En política no basta hablar, hay que actuar

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Cuando me invitaron al II Encuentro Internacional de Políticos Católicos, pensé que sería bueno. Pero nunca pensé que sería tan bueno. A lo largo de mi vida política, he participado en algunas iniciativas, a nivel nacional y una vez a nivel internacional, con este marco: parlamentarios o personas con algún tipo de acción política que se reúnen para discutir temas políticos y sociales actuales a la luz del cristianismo.



Pero nunca antes había estado en una reunión así. Un encuentro humano al servicio de nuestros pueblos a través de la cultura del encuentro y sus efectos. En otras palabras, por primera vez el lema de una reunión no era solo un lema de reflexión, sino la acción misma de la reunión.

Allí estuvimos antiguos y actuales diputados, estatales o provinciales, nacionales o internacionales, senadores, ministros y otros gobernantes, presidentes de la República y candidatos presidenciales, fiscales, concejales y alcaldes, líderes de organismos internacionales, embajadores y otros diplomáticos, pensadores y maestros, líderes de institutos de formación política, y un talentoso cantautor, para escuchar y hablar sobre nuestras experiencias, inquietudes y propuestas.

Además de la riqueza de los participantes y experiencias, ¿qué hizo diferente este encuentro? No eran del mismo partido, ni siquiera eran de los mismos sectores políticos, sino de diferentes partidos, de izquierda, de centro o de derecha, de diferentes familias políticas internacionales. Y no había el más mínimo propósito de que pasasen a pertenecer a un mismo partido o de crear un nuevo partido.

La única idea es que, siendo católicos en distintos partidos y áreas políticas, empecemos por aceptar y comprender esta realidad para que seamos todos, cada uno desde su lugar, agentes de la cultura del diálogo, del encuentro, en la política.

Como amigos

Lo que hemos visto allí es que es más fácil y más accesible de lo que a menudo tememos. Se hizo casi al instante. La mayoría de los que estaban allí no se conocían, nunca se habían visto; al segundo día, estábamos ya interactuando como si hubiéramos sido amigos durante muchos años.

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