La aventura del escribir sobre el perdón para mi es una bendición, porque es un paso para empezar a sanar las heridas profundas, por eso perdonar de corazón es una nueva oportunidad que tengo en la vida, de perdonar al que me ofendió o al ofensor una y otra vez, es un regalo inagotable de amor a mi prójimo.
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Para dejar actuar al Señor debemos tener unas disposiciones propias de este tiempo cuaresmal, esto es, emprender un camino de verdadero perdón y reconciliación, que se nos propone en este año del jubileo en nuestra Iglesia, cuyo lema es “peregrinos de la esperanza”.
¿Por qué es difícil perdonar?
He reflexionado sobre los pasos del perdón, no solo en otros momentos, sino en mi vida personal, lo primero que debo reconocer es que es lo más difícil del mundo, perdonar de corazón, a veces parece imposible, otras veces escucho: “yo perdono pero no olvido”.
Pero todo esto nos lleva a decir que definitivamente el perdón es un momento de gracia del Señor, que actúa en el corazón, para poder resolver aquellos recuerdos dolorosos que llevamos en nuestra vida, pareciera que cargamos con algo, como le mito de Sísifo que cargaba la piedra toda la vida, muchas veces hemos querido soltarla, pero nos cuesta ser libres porque a veces, nos acostumbramos a llevar esa piedra e incluso eso que nos carga.
¿Qué es perdonar de corazón?
Una y otra vez a resonado en mi corazón la parábola del hijo pródigo, porque es más fuerte el Padre lleno de misericordia que el hijo que abandona su casa, se va en búsqueda de sus intereses personales y regresa al calor del hogar.
El camino del perdón lo relato en mi libro que escribí sobre “los cuatro pasos del perdón”(Centro carismático Minuto de Dios, Febrero 2025), pero solo quiero ilustrar en algo que estos días he querido reflexionar sobre este hijo que desaprovecha su fortuna, no fue capaz de cultivar su vida interior, porque se volvió o se volcó hacia fuera, pensó que disfrutando y dándose la buena vida podía encontrar la “felicidad”.
Pero no encontró nada más que desolación, tristeza, lejanía de la casa del Padre y aguantar hambre.
¿Cuándo en su vida se da el punto de quiebre?
El punto de quiebre, es una manera de expresar que llego a tocar fondo en su vida, que después de malgastarla en mujeres y fiestas no queda nada más, ya no tiene su fortuna para seguir “disfrutando”, se da cuenta que está vacío, sin sentido, nada le ha llenado su corazón quebrantado, herido por varias cosas, ha pedido la fortuna a su Padre como signo de matarlo en vida -en su época- y ha malgastado toda su fortuna.
Volver su mirada al Padre o de lo contrario le queda aguantar hambre, cuidar cerdos, querer comerse las algarrobas de los cerdos -animal impuro-, no tener nada, es una forma de volcarse sobre sí, pensar en que ha fallado y poder volver a la casa paterna.
Como lo expresa un gran santo, si estás atravesando un gran problema o una crisis en tu vida, recuerda que: “…cuando nos venga una aflicción, adoremos la voluntad santísima de Dios… abandonándonos a su designio sobre nosotros” (San Juan Eudes, Memorial de la vida eclesiástica, O. C. III, 98- 100).
Las preguntas están abiertas así como la vida
El hijo pródigo, se encuentra en una gran encrucijada: ¿Qué hago? ¿A dónde voy? ¿Regreso a mi casa paterna o me quedo cuidando cerdos y aguantando hambre? ¿no sé qué hacer? Será que el Hijo pródigo sabia en lo profundo del corazón que el Padre lo amaba, porque su corazón nunca se fue el corazón del Padre, se distanció un poco en su vida, pero sabía que su Padre tenía un corazón más grande de lo que imaginaba, su corazón lleno de perdón, capaz de perdonarlo, porque por encima de cualquier pecado o lejanía está su amor misericordioso de Padre.
La conversión en este tiempo de gracia
La conversión es darse cuenta en que estamos fallando, en que nos estamos equivocando para dar ese giro en la vida, pero debe ser desde lo más profundo del corazón, saber que algo no funciona bien, saber que debe perdonarse a sí mismo, pedir perdón a su padre y reconocerse indigno, no soy digno de llamarme hijo tuyo, ahí es donde viene el renacer, el verdadero perdón en un corazón humilde, como lo diría un santo: “Donde está la humildad, allí está la caridad y la convivencia fraterna” (San Agustín).
El paso del sufrimiento a la fiesta en la casa del Padre
Nosotros, no podemos ser insensibles ante el sufrimiento de tantos hombres por su falta de perdón: “vuestra capacidad de amar y de compadecer”. (Benedicto XVI).
“No lo olvidemos jamás: ante el sufrimiento de tanta gente agotada por el hambre, por la violencia y la injusticia, no podemos permanecer como espectadores. ¡Ignorar el sufrimiento del hombre, ¿Qué cosa significa? Significa ignorar a Dios! Si yo no me acerco a aquel hombre, a aquella mujer, a aquel niño, a aquel anciano o aquella anciana que sufre, no me acerco a Dios.” (SS. Papa Francisco)
Por su parte, el siervo de Dios, padre Rafael García Herreros nos habla del cristiano que sabe sufrir: “A cualquier parte donde vayamos, el sufrimiento y la muerte nos esperan.
No hay lugar a donde no entre la enfermedad y a donde no llegue la muerte. El cristiano sabe sufrir. Sufrir la pobreza, sufrir las dolencias físicas, sufrir la soledad interior, sufrir los desencantos de la vida y las penas de la vejez.
No hay cosa más bella que un cristiano que sufre en silencio y en esperanza”. (Siervo de Dios Rafael García Herreros, cjm, Viacrucis del hombre moderno Número 41 de Colección Neuma, Centro Carismático “El Minuto de Dios”, 1979).
El padre misericordioso lo acoge, lo abraza y lo libera
Lo más maravilloso en esta cuaresma es poder reconciliarnos en el sacramento de la confesión, en los procesos del perdón, en los retiros de sanación del corazón, en los ejercicios del perdón… encontramos un gran alivio espiritual.
No basta con expresar el pecado, debemos llevar a la práctica el perdón (70 veces 7) siempre y de corazón, no es de labios para fuera, es comprender que cada vez más ahondamos en experiencias espirituales para sanar nuestras heridas, como diría el salmista: “crea en mi un corazón puro” (salmo 50, 10).
El padre lo perdona, porque su corazón no tiene otra forma de amar, sino perdonando y sanando el corazón. “En el hogar, muchas veces, hay que perdonar; perdonar y olvidar. No ofrecer un perdón farisaico, que no olvida, que está continuamente reprochando el pasado.
Hay cosas a veces muy graves, que hay que saber perdonar… para no ser súbditos de una perpetua rebeldía… para ser libres…”. (Siervo de Dios Padre Rafael García Herreros, cjm).
¡Alegrémonos! es la fiesta del perdón en el año jubilar
En fin, la fiesta está cuando el hijo regresa a la casa paterna, se mata el mejor novillo, se recibe con canto, se le pone el vestido nuevo, el anillo de su dignidad perdida, porque es volver a la vida, es el reencuentro que nos anima a todos a vivir la experiencia de la misericordia por el perdón del corazón, solo el Padre nos recibe una y otra vez, “no se cansa de perdonar” (SS. Papa Francisco).
Se abren las puertas del año jubilar con el perdón en cada lugar donde existe un pecador que se arrepiente de corazón y es reconciliado por un sacerdote con el sacramento de la confesión o una persona que perdona por gracia de Dios a su ofensor o enemigo. Esta es la fuerza del año jubilar del perdón y la reconciliación convocado por el papa Francisco, así lo expresamos en nuestro caminar de ser testigos del perdón, la reconciliación y la esperanza.
¿Con qué me voy al leer este artículo?
Cualquier lector diría que es fácil el perdón, cuando hemos cultivado en nuestra vida la verdadera espiritualidad del perdón que sana el corazón; en cambio, es difícil para la persona que no ha podido abrir su corazón y le cuesta dejarse amar y sanar por el Padre misericordioso.
Ojalá nos vayamos con una experiencia significativa en el perdón que sana nuestras heridas. Seguiremos, en otros artículos meditando sobre el significado de la sanación de las heridas del corazón o sobre lo saludable de la espiritualidad en el año jubilar. ¡vale la pena!
Gracias por su lectura y seguir conectados con Vida Nueva.
Por Wilson Javier Sossa López. Sacerdote eudista del Minuto de Dios