El amor verdadero no entiende de tiempos ni de fechas, pero sí de paciencia, entrega y evolución. ‘Los años nuevos’, la miniserie de Rodrigo Sorogoyen, nos muestra cómo el amor no es una línea recta ni un destino fijo, sino un viaje de reencuentros, dudas y reafirmaciones. Ana y Óscar no son solo dos personajes, son la metáfora de un amor que no se mide por su inmediatez, sino por su capacidad de resistir la erosión del tiempo. Cada Nochevieja, en el umbral entre lo vivido y lo que está por venir, se eligen de nuevo. No es la frecuencia lo que define el amor, sino la lealtad a una esencia que no se disuelve en la ausencia.
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
El Evangelio nos dice algo parecido: el amor no es un relámpago fugaz, sino una luz que permanece encendida. No es solo el arrebato de la pasión, sino la persistencia de la entrega. Es el amor del Buen Samaritano, que no mide conveniencias. Es la espera del padre que recibe al hijo pródigo sin reproches ni condiciones. Es el amor que no exige reciprocidad inmediata, sino que confía en que la semilla plantada acabará dando fruto. Y en ‘Los años nuevos’, cada encuentro entre Ana y Óscar es la prueba de que el amor no siempre es visible en el instante, pero sí en la huella que deja a lo largo de los años.
Hay algo revolucionario en este tipo de amor. Quizá, en el momento de las respuestas inmediatas y los vínculos fugaces, donde el afecto se confunde con la urgencia y la presencia se reduce a notificaciones en una pantalla, la serie nos recuerda que amar es también aprender a esperar. Que el amor no tiene por qué ser continuo para ser profundo, ni inmediato para ser sincero. Ana y Óscar no viven un romance al uso, pero encarnan la esencia de lo que el Evangelio nos enseña: amar es confiar, aun sin certezas; es apostar por el otro, aun sin garantías.No es un amor perfecto, pero es un amor que se mantiene en pie, que no se rinde ante el desgaste.
Desafiar a la prisa
Hoy, quizá, el mayor acto de amor sea precisamente desafiar a la prisa. En el Evangelio, como en las historias que realmente nos marcan, el amor es un latido que persiste. ‘Los años nuevos’ no es solo una serie sobre una pareja, sino sobre la idea más difícil y valiosa de todas: que el amor, cuando es verdadero, nunca deja de buscar su camino de regreso.