Una pregunta recurrente en estos días ha sido ¿Cómo cerrar ciclos abiertos en la vida? ¿Cómo puedo perdonar a esa persona que me hizo tanto daño? ¿Cómo puedo levantarme de un fracaso personal o empresarial? ¿Cómo volver a creer en esa persona que me lastimó? ¿Cómo creer en un amigo(a) que me traicionó? ¿Cómo perdonar a un familiar que me hizo daño? ¿Cómo ser autónomo y no depender de nadie o por lo menos de ningún apego en mi vida?
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Podríamos explicar una a una estas preguntas que me han sugerido las personas que se comunican conmigo para este artículo, pero quiero detenerme en algo básico y fundamental para todos nosotros, aunque parezca inmediata la respuesta: “Todo lo puedo en aquel que me fortalece” (Filipenses 4, 13).
Esta es una primera respuesta, muy pronta pero que tiene mucha profundidad que vamos a resolver en estas cortas líneas.
Un agradecimiento a mis lectores
Agradezco las personas que me escriben y me leen semanalmente dándome sus sugerencias y enviando sus preguntas, es la mejor manera de uno sentirse bien, no solo porque llega al corazón de los lectores, sino también a las personas que nos siguen en la formación de talleres sobre el ser, porque todo esto produce un efecto dominó o una transformación de la teoría a la práctica.
Así que un agradecimiento a las personas que nos siguen en estos talleres, tenemos personas de EEUU, Canadá, México, Puerto Rico, Panamá, Perú, Ecuador y Colombia.
Así que nuestros queridos lectores y seguidores las puertas están abiertas para que muchos católicos aprovechen estos recursos de formación integral.
¿A dónde voy y a qué?
Antes de cualquier cosa, debo decir que, si queremos ser autogestores, todos debemos cultivar un direccionamiento en la vida, nada acontece porque si, todos estamos conectados (con Dios, consigo mismo y con los demás).
Pero ¿a dónde voy y a qué? Son dos preguntas elementales en la construcción de un propósito de vida, que me va llevando a encontrar un camino, una ruta, una posibilidad de cerrar ciclos en la vida y estar dispuesto a abrir nuevos ciclos con la impronta de la creatividad.
Empezar por ser nosotros mismos, no vivir la vida de los demás o el parecer de los demás, este es el punto de partida de cualquier proyecto personal de vida.
Somos autogestores
No existe nada más terrible en la vida que sentirnos infravalorados o escuchar aquellas frases: “pobrecito” , en alguna región me dijeron en una misión: “pobrecito el diablo que se quedó sin la gracia de Dios”, eso me genero una sonrisa, pero estos comentarios me dieron las herramientas para decir que todos somos Hijos de Dios: con valores, talentos, cualidades y aptitudes que tenemos y somos capaces.
No existe en la tierra nadie que no sea capaz de autogestionar por cuenta propia, así tenga mil problemas que resolver o que enfrentar en la vida, tendremos mil posibilidades. Nadie es el bastón de nadie, cada uno puede caminar solito y gestionar sus propias situaciones de cualquier índole.
Aprender habilidades para gestionar
Como lo he escrito en varios momentos en vida nueva, las habilidades o competencias se van adquiriendo en la experiencia, somos capaces porque somos seres humanos integrales, venimos a esta vida a luchar, aprendemos de las dificultades y sacamos adelante nuestra vida de cualquier situación o dificultad que atravesamos.
Todos los días he aprendido que ninguno es carga de nadie, tenemos muchas ayudas, pero somos libres para decidir y ser autogestor de mis propios compromisos.
Una señora de Emaús me dijo que su hija tenía 13 años y que ella se dio cuenta que no podía hacerle todo (los quehaceres de la casa) pues tenía que soltarla, así que ella no solo le dijo que debía ser responsable, sino que también le dio las herramientas para ser autónoma en su vida (capacidad de autogestión y responsabilidad para resolver los problemas).
Este ejemplo me pareció maravilloso, porque la mayoría de los padres no sueltan a sus hijos en tan temprana edad, les hacen todo e incluso no los dejan ser ellos mismos.
Síndrome de la “excusa”
En los procesos de personas y la participación en los diferentes talleres, me gusta utilizar el nombre del síndrome de las “excusas”, porque nosotros cuando no respondemos a una exigencia, a una meta o a algún compromiso, la respuesta es echarle la culpa a lo que no tiene culpa, estamos llenos de excusas porque nos cuesta responder ante las exigencias de un trabajo o ante las competencias.
Debemos avanzar en la vida, es importante subir el nivel, vibrar alto y empezar a cambiar desde nuestros lenguajes negativos por hablar en positivo y/o propositivo.
¿Cómo cerrar ciclos abiertos en la vida?
Estaba dictando una conferencia estos días pasados y una señora me pregunto: ¿Cómo puedo cerrar ciclos abiertos en mi vida? La primera sugerencia fue que identificara ese ciclo abierto, a lo cual me respondió que había tenido una pareja y ella vivía, se despertaba y estaba tan apegada a esa persona que solo veía por sus ojos, hasta que despertó cuando esa persona tenía otra pareja.
La clave es aceptar lo que nos supera o no podemos controlar, como en este caso aceptar que ya se fue, agradecer por su propia vida e incluso agradecerle por haberlo conocido y por los aprendizajes logrados con esa persona, porque es cuestión de amarte a ti mismo y aprender a soltar todo apego a la otra persona o al lugar o incluso a lo que no te deja crecer en este momento de tu vida.
Aprender a aceptar
Solamente aceptando la perdida, la derrota, la crisis o la dificultad, es como empezamos a darnos cuenta de que debemos empezar a sanar y cerrar un ciclo abierto en el corazón roto.
Existen cosas que podemos controlar, tales como mis opciones personales, lo que hago en el día al día, a donde voy, mi propósito de vida (mis opciones personales), mi proyecto de vida (un plan trazado en el papel o en las agendas que hoy vienen con las aplicaciones digitales que nos proyectan a nivel personal y laboral), mi profesión: en mi labor diaria, lo que voy a realizar en mi trabajo.
Existen cosas que no puedo controlar como los sentimientos de los demás, lo que los demás piensan de mí, sus percepciones, ni las enfermedades o incluso la muerte nadie puede saber ni el día ni la hora, por ende, debemos aceptar que existen cosas que nos superan, porque es parte de nuestra frágil humanidad.
Aprendemos de grandes maestros y somos agradecidos con Dios, con la vida y con ellos
Lastimosamente muchas personas aprendemos por dolor, una persona que se va de nuestra vida es porque no nos valoró o nunca fue lo que debía ser, esto es que la vida con “otros(as)” no es fácil.
Ojalá fuéramos más agradecidos con nuestros padres que desde su sacrificio y pobreza se esforzaron por sacarnos adelante, aún con todas sus limitaciones aportaron el primer ciclo de la vida, con su esfuerzo y amor son los primeros maestros que Dios nos regaló en la vida, al igual que los profesores, círculo de amigos y personas que el Señor envía como ángeles, como Jorge y muchos otros que nos ayudan a ser mejores todos los días.
No nacimos para ser islas, sino vivir en comunidad
Vivir en comunidad no es fácil, pero nos va forjando, pienso cada instante en mi propia vida, nacimos en una familia que nos dio las herramientas básicas para la vida, la mayoría de dichos, son de mi padre, que los repito y que dejan una sabiduría popular o sencilla, pero que han sido de gran aporte para mi vida, al igual que mi familia y de los grandes maestros en la Iglesia católica, grandes predicadores.
Entré a un seminario de los padres eudistas de Valmaría (el valle de María), fui formado por excelentes sacerdotes, aprendí de ellos una frase que hace eco hoy en mi vida: “por encima de la comunidad uno viene a este mundo a servir a Jesús”, un poco parecido al legado que dejó el Siervo de Dios Rafael García Herreros: “que nadie se quede sin servir”.
Lo que quiero expresar es que todo esto va forjando una personalidad, un estilo de vida propio de un eudista. A todos ellos les agradezco por tantas enseñanzas en todos los niveles de grandes aprendizajes para la vida actual.
Nadie puede desconocer su vida actual, sin grandes maestros que lo guiaron o que fueron ejemplo o incluso que dieron las herramientas para ser lo que somos hoy, por eso gracias a Dios por estos maestros y por las personas que han forjado mi vida y la vida de nosotros hoy.
Ahora escribo en Vida Nueva semanalmente con artículos de libre temática, pero que han aportado al crecimiento espiritual de muchos lectores.
En nuestro próximo artículo terminaremos el tercer punto: aprender a soltar como clave para cerrar ciclos, caer y levantarnos para seguir adelante, hace parte propia de nuestra naturaleza de cualquier proceso de la vida.
Por Wilson Javier Sossa López. Sacerdote eudista del Minuto de Dios