Tribuna

Algunos presupuestos de la convivencia

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Durante el presente curso en la asociación Solasbide-Pax Romana estamos centrando nuestros debates y reflexiones en torno a las condiciones para una convivencia humana fraterna y justa –consternados, entre otras cosas, por lo que pasa en Ucrania o Palestina, o en ese Mediterráneo convertido en un gran cementerio–, partiendo como presupuesto necesario del valor y dignidad de la persona.



El valor intrínseco de toda persona proviene de la específica naturaleza humana, de su carácter racional, histórico, responsable, trascendente, dotada de consciencia, conciencia y voluntad. Dotada no solo de sociabilidad, sino también de afectividad y compasión, de capacidad de buscar sentido, de perseguir la utopía y de crecer en dignidad. En nuestra época esa dignidad se ha “traducido” en la Declaración Universal de Derechos Humanos, que recalca la igualdad originaria de todos los seres humanos. La igualdad en derechos y deberes conlleva la necesidad de exigirlos no solo para uno mismo, sino, sobre todo, para los demás.

Hoy esa dignidad está seriamente amenazada por un sistema socio-económico alienante y consumista, donde la persona es un objeto más, un medio y no un fin en sí mismo; por ciertos avances científicos y tecnológicos aplicados de forma no responsable que amenazan al medio ambiente y, a largo plazo, a la propia supervivencia humana en la Tierra; por un modo de vida poco humanista, que esclaviza y aniquila las necesidades de realización personal y trascendencia; por el escaso respeto de los derechos humanos; por el fariseísmo e hipocresía de las instituciones políticas y sociales, incluidas las eclesiásticas.

Derechos fundamentales

Los derechos fundamentales implican el respeto de la diversidad, cada cual ha de poder hallar su propio camino en la vida. Hay que buscar la adecuada combinación entre igualdad y pluralidad, entre vivir en sociedad y vivir en libertad, establecer los límites razonables entre derechos y deberes, entre identidad individual e identidad colectiva, entre los retos de la ética y el horizonte utópico. En el mundo actual, sin embargo, nos encontramos con un enorme desequilibrio debido a las crecientes desigualdades socioeconómicas y políticas. Escasea la solidaridad, la empatía, en un ambiente de egoísmo y competitividad, de miedo a los demás, a perder lo que se posee. No se cultivan los mejores valores humanos sino los derivados de su debilidad e imperfección.

Nuestro mundo —cada vez más pequeño, más interconectado— ha globalizado algunas cosas, el capital y los intercambios económicos, pero pese a algunas mejoras indiscutibles en las condiciones de vida de una parte de la población mundial, no ha globalizado los derechos humanos ni un proyecto para un futuro compartido que aborde los grandes riesgos que amenazan a la humanidad y a todo el planeta. La ciega globalización económica, la conversión de todo —incluido el ser humano— en mercancía, hace convivir hechos contrapuestos como las desigualdades económicas con la homogeneización cultural, con todos los conflictos que ello genera.

La diversidad es intrínseca a los seres humanos porque cada uno es único e irrepetible, es singular, es valioso en sí mismo. Es necesario defender la pluralidad cultural, ideológica o religiosa, pero sufrimos un proceso de minusvalorización, de deshumanización, de no potenciar al ser humano, su crecimiento y su madurez. La falta de una educación –transmitida tanto por la familia como por la escuela y por la convivencia social– centrada en la promoción de las personas nos conduce a vivir en sociedades desvertebradas, poco inclusivas, cerradas, que no cultivan valores compartidos, que no saben comunicar y compartir sino que solo saben funcionar a través de la imposición y la dominación.

London (United Kingdom), 30/11/2023.- A Pro-Palestinian protester lays over 450 symbolic children's coffins in remembrance of the children killed in Gaza, outside Downing Street in London, Britain, 30 November 2023. Pro-Palestinians demonstrators protested against what they called 'Israel's indiscriminate bombardment of Gaza'. Thousands of Israelis and Palestinians have died since the militant group Hamas launched an unprecedented attack on Israel from the Gaza Strip on 07 October, and the Israeli strikes on the Palestinian enclave which followed it. More than 6,150 children have been killed since the outbreak of war between Israel and Hamas, according to the Gaza Government media office. (Protestas, Reino Unido, Londres) EFE/EPA/TOLGA AKMEN

Somos seres sociales, necesitamos de los demás para que nos ayuden, dignifiquen y valoren; todos tenemos capacidad de enseñar y aprender, de escuchar, de compartir preocupaciones e ideas. Todos tenemos, al tiempo, una dimensión individual y social, que a veces entran en conflicto o no sabemos conciliar. Todos vivimos dentro de grupos sociales, empezando por la familia, que constituyen nuestro entorno y, por ello, son parte de nosotros mismos. En el desarrollo de cada individuo, sobre todo a partir de la adolescencia, se pone de manifiesto la necesidad de pertenencia, y su carencia suele ser un gran problema que deshumaniza y quebranta a la persona. Vivimos en la paradoja de una sociedad individualista que no valora la individualidad ni la ética de la convivencia; se vive sin proyecto, sin búsqueda de sentido, de forma superficial e inmadura, en el momento, ni siquiera se valora la verdad, es la época de la posverdad, la comunicación real. Todo ello hace una sociedad poco solidaria, con poco sentido de lo colectivo, poco habitable, poco humana,

Como cristianos, creemos en el mandato evangélico de amar al prójimo y amarlo tal cual es, sin juzgarlo, y amar a toda la Creación. El ejemplo de Jesús, la semilla que deja sembrada, es acercarse a todos, judíos y gentiles, hombres y mujeres, con preferencia por los pobres, por los desvalidos, por los pequeños, proclamando la paz, el amor y la compasión. Lo esencial de nuestra fe cristiana no reside en poseer la verdad, a la que solo le podemos arrancar pequeños trozos; lo esencial es el misterio de Dios, solo Él es verdad y amor. Amor que hemos de compartir con los demás para llegar a la plenitud; amor que nos hace cocreadores y responsables de nuestros hermanos. Estamos en un mundo en cambio al que tenemos que contribuir desde la utopía, la fe y los valores, intentando dar lo mejor de nosotros mismos.


*Solasbide (Jesús Ariño, Pilar Beorlegui, Mertxe Berasategui, Jesús Bodegas, Camino Bueno, Guillermo Mújica, Miguel Izu, Fco. Javier Lasheras. Vicente Madoz, Ignacio Sánchez de la Yncera, Josep Mº Valls, Lucio Zorrilla).