La paz, compromiso de todos

Los obispos católicos de Colombia estamos siguiendo con atención los recientes acontecimientos relacionados con el acuerdo entre el Gobierno Nacional y la guerrilla de las FARC-EP, tras los resultados del plebiscito del pasado 2 de octubre. Valoramos que estos meses se hayan convertido en un momento de escucha y de diálogo en torno a las expresiones del pueblo colombiano sobre cuanto se pactó en La Habana.

Constatamos con complacencia la incorporación en el nuevo texto del acuerdo de algunas propuestas de diversos sectores de la sociedad. Reconocemos que ha habido disponibilidad tanto en el Gobierno como en la guerrilla para ajustarlo. Ahora se abren escenarios que, aunque complejos y delicados, son esperanzadores; por ello la implementación del acuerdo reclama el compromiso de gobernantes, legisladores, jueces, organismos de la sociedad civil y de todo el pueblo colombiano.

Desde una profunda actitud de fe, reafirmamos el compromiso de la Iglesia en el anuncio del Evangelio de la Paz (cf. Ef 6, 15) y en la construcción de la misma. El mandato del Señor, “no matarás” (Ex 20,13), y el don del Resucitado, “la paz les dejo, mi paz les doy” (Jn 14,27), nos impulsan a apoyar el fin de los conflictos armados y a trabajar siempre por hacer realidad el profundo anhelo de la paz.

Como pastores de la Iglesia Católica, consideramos que los procesos de justicia y reparación han de ser integrales para con todas las víctimas del conflicto, porque sólo de esta manera se podrá restablecer la dignidad de las personas y suscitar el perdón y la reconciliación entre los colombianos.

La paz que anhelamos será auténtica y duradera si la cimentamos sobre la familia. Ha sido ella la que ha padecido directamente los rigores de la violencia en todas sus formas. Ella requiere procesos y políticas que contribuyan a su reintegración, a la superación de la violencia intrafamiliar y al reconocimiento de sus derechos.

La Iglesia desea contribuir a que se instauren y respeten la justicia, la libertad religiosa y de conciencia, la verdad, la institucionalidad y los auténticos valores. Fomentaremos la unidad para que podamos ser corresponsables de un mismo destino, corrigiendo los errores del pasado.

Con espíritu de servicio, acompañaremos la implementación del acuerdo, como voz profética que interprete al pueblo colombiano, y de modo especial, a las víctimas del conflicto armado, a los campesinos, a las minorías étnicas y a los más pobres. Es hora de reconciliación, de unidad y de compromiso. Confiamos en Dios, que ha conducido la historia de nuestro país desde sus inicios hasta ahora, y en la protección de Nuestra Madre, la Virgen María, Reina y Señora del pueblo colombiano.

Luis Augusto Castro
Presidente de la Conferencia Episcopal

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