Rafael Salomón
Comunicador católico

Una vida virtual: más conectados pero alejados


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En esta pandemia donde cada uno se encuentra aislado, separado y en muchas ocasiones hasta impedido por la sana distancia y la recomendable lejanía como parte de un proceso de supervivencia, seguimos conectándonos.



Es una necesidad y hasta una forma de confirmar nuestra existencia. Nos conectamos por las redes sociales, a las juntas y conferencias por plataformas digitales, buscamos estar en contacto la mayor parte del tiempo.

Estando en casa todo el día observamos los mensajes de nuestro teléfono celular y estamos pendientes de las alertas, mensajes y lo que está sucediendo en nuestro entorno.

Somos la generación que estamos siguiendo el paso a paso de la vacuna Covid y de la aplicación de la misma en el mundo.

Pertenecemos a una época donde nos hemos dejado de abrazar y donde nos hemos dado el último adiós, todo vía “on line”.

La vida al otro lado de las pantallas

Reímos, lloramos, nos enfadamos frente a las pantallas de litio, porque del otro lado está alguien más. ¿Será eso lo que nos mantiene conectados?

La vida del otro lado de las pantallas, gracias a estos medios nos informamos, aprendemos, nos sorprendemos y hasta nos decepcionamos.

Una vida virtual, una existencia a la mitad, hoy más que nunca estamos más conectados que nunca en la historia de la humanidad y estamos más lejanos y alejados de todos.

Desde nuestras casas trabajamos, en nuestros hogares seguimos siendo productivos para nuestra sociedad, aunque vale la pena reflexionar acerca de aquellas actividades que no han dejado de ser presenciales y que son vitales para nuestra subsistencia, las líneas de producción, elaboración y distribución de alimentos siguen estando activas, siempre con el peligro constante de contagio.

La vida nos ha cambiado y ha transformado abruptamente nuestra realidad y hasta nuestras aspiraciones.

Un periodo para crecer espiritualmente

Ya vamos para un año en estas condiciones, faltará tiempo para poder retomar la vida como la conocimos algún día, mientras, debemos seguir practicando la paciencia.

Seguiremos confinados, aún después de haber recibido la vacuna. Conectados, interconectados, pero aislados.

Una condición que nunca llegamos ni siquiera a imaginar, este periodo también nos puede ayudar a crecer espiritualmente, aprovechemos también este tiempo para profundizar en nuestra fe, fortalecer la esperanza y tener una relación con el amor más sublime y sencillo: el amor de Dios.

“La fe es el fundamento de lo que se espera y la prueba de lo que no se ve”. Hebreos 11,1

Cada día se nos presentan oportunidades, cada momento puede ser disfrutado en plenitud, sin falsas expectativas. Vivirlas depende de nuestra actitud y de entender que por ahora seguimos conectados de manera virtual, juntos pero distantes.