Trinidad Ried
Presidenta de la Fundación Vínculo

Un elefante en el camino


Compartir

Quizás en la India o en algún país de África puede ser habitual, pero, para la mayoría de los occidentales, es muy extraño que un paquidermo se nos cruce en el camino y no nos deje pasar. Recuerdo aún cómo lo viví cuando regresaba a mi casa, que quedaba en las afueras de la ciudad. Una mole de carne, huesos y orejas gigantes estaba al medio de mi camino y no me dejaba avanzar. Incólume frente a mis bocinazos y reclamos, comía pasto sin inmutarse por nada. Solo cuando vino el dueño del circo cercano de donde se había arrancado, y tiró de su cordel junto con unas zanahorias de cebo, pude seguir. En mi familia, pocos me creyeron el motivo de mi demora: “No hay cómo seguir si hay un elefante en tu camino”, argumentaba yo, sin pensar en la profundidad de la metáfora a nivel relacional.



Muchas veces, en la vida y sobre todo en nuestros vínculos con los demás, se nos instalan verdaderos elefantes en el camino, que no nos dejan avanzar. El problema está en que, en ocasiones, nos cansamos de tocar la bocina, de buscar caminos, y nos quedamos atascados y resignados a convivir con estos mamíferos en nuestras vidas, alejándonos de nuestra plenitud y potencial. Las relaciones se desgastan y todo se empieza a malograr, cuando en realidad el elefante no pertenece a ellas y sí lo podemos sacar.

Los elefantes de los vínculos

Dentro de nuestra diversidad y fragilidad, hay algunas personas que son más dominantes y otras dóciles; unas controladoras y otras sumisas; unas toscas y otras cuidadosas; unas racionales y otras más emocionales. Y, así, vamos cediendo y dando poder a cada pareja con la que nos toca bailar, con diferente destreza y capacidad de comunicar con asertividad. El camino se va haciendo con aciertos y tropiezos, pero se logra avanzar.

Sin embargo, cuando este delicado equilibrio se quiebra, un “elefante” compuesto por miedo, rencor, rabia, desconfianza, soledad, dolor y toxicidad en general, empieza a crecer en medio de ese vínculo e impide que las personas se encuentren y puedan “bailar” con libertad y felicidad. Ambos se topan con el paquidermo al querer resolver las diferencias, pero en vez de hacerlo, lo alimentan con silencio, creencias erradas y una evasión y/o agresión que puede llevar a la destrucción total del afecto inicial.

circo

Algunos elefantes que se suelen dar

Si no conversamos hasta entendernos, algunas relaciones llamadas a darnos contención y hogar se comienzan a malograr y a dañar a todos. Desencuentros por el modo de proceder con las decisiones económicas, con la crianza de los hijos, con los padres, con la administración del tiempo, con las redes sociales, con los amigos, con la salud, con la intimidad, con la espiritualidad, con el trabajo o con las pantallas en general, por solo dar algunos ejemplos, comienzan a edificarse como verdaderas murallas (o elefantes de cemento) que nos alejan a unos de otros y que nadie está dispuesto, por temor o inconciencia, a reconocer o a enfrentar.

¿Cómo sacar al elefante del camino? Si queremos que el vínculo prospere, que se fortalezca y sea una fuente de gracia y alegría, y no de una de estrés y amenaza constante, hay que tomar la decisión de hacerle frente a la “bestia” que se ha instalado en media de la relación. Si los “bocinazos” no han servido, si los gritos y pataletas tampoco, hay que ir al origen del problema (al dueño del circo que hemos ido armando por un infinito de silencios, supuestos y creencias subjetivas sustentadas en las propias heridas) y sincerar con caridad la verdad de lo que sucede. Habrá que ir “tirando” suavemente de la cuerda que permitió que la incomunicación se trasmutara en un elefante de desencuentro y dolor y llevarlo con ternura y amor incondicional a la confianza que antes nos unió. Para que no se enoje en el proceso, son claves la paciencia y el perdón, teniendo plena conciencia de que a la “bestia” la alimentamos 50 y 50 las dos partes de la relación. Si es necesario, habrá que pedir ayuda a un tercero con una buena mediación.

Para que no se arranque nuevamente

Un elefante que ya se ha arrancado una vez, tenderá a hacerlo nuevamente, por lo que debemos tomar ciertos resguardos especiales para que eso no ocurra. Lo primero es asegurar nuevos acuerdos en el modo de relación. Alarmas y pistas de prevención mutua antes de que se desencadene lo peor también son importantes. Para garantizar la adquisición de estos nuevos hábitos, al principio será bueno una revisión semanal agendada que se complemente con una pequeña celebración.

Así, no solo serán conscientes de los logros y avances, sino que se reencantarán con el vínculo y atesorarán energías para la transformación. Al final, podremos contemplar a un elefante pintado con miles de bellísimos colores, que regresa feliz a su lugar de origen y permite que sigamos fluidamente nuestro camino de plenitud y salvación.