Trinidad Ried
Presidenta de la Fundación Vínculo

Tiempo de elecciones, tiempo de reflexiones


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En Chile ya comenzamos la cuenta regresiva para la próxima elección presidencial y de muchas autoridades legislativas y comunales que nos tienen en vilo a nivel nacional. Como nunca se juega el destino de nuestro país y las miradas pesimistas tienden a cundir y a desanimar y otras eufóricas a celebrar y a pregonar una nueva realidad. Antes de eso, y en medio de debates, pancartas y propaganda electoral, es interesante y bueno, a mi parecer, reflexionar sobre los puntos positivos que es posible destacar de toda elección en el ámbito personal y espiritual.



En primer lugar, no es menor la importancia de dar un paso adelante para tomar un rol activo. Salir de la masa y tomar un rol protagónico es un tema relevante y bastante en extinción, cuando se trata de espacios que son gratuitos y de alta demanda de la vida personal. Regalar nuestro tiempo robándoselo al propio trabajo, a la familia o al legítimo descanso, es un acto muy loable. Generalmente es más frecuente borrarse en el “todos” y alegar, y quejarse, sin hacerse cargo ni proponer nada. Aquellos que asumen una candidatura, pueden tener múltiples intereses, pero sin duda están dispuestos a entregar mucho de su vida por favorecer a otros. En el caso de los centros de padres, juntas de vecinos, organizaciones deportivas, comunitarias, sociales, etc. Realmente es admirable que algunos estén dispuestos a dar y darse por el beneficio de otros.

Esto mismo se puede traducir en la vida diaria de todos nosotros en el nivel más íntimo. En nuestra familia, en nuestro trabajo, en nuestro condominio, en la comuna etc. Siempre habrá iniciativas que podemos apoyar, mejorar y construir desde la propia mirada. ¿Qué hacemos al respecto? ¿Somos Quijotes o quejotes? Por ejemplo, si en mi casa hay un ambiente poco cristiano o muy desordenado; qué rol ocupo yo ahí. ¿Sólo reclamo poniendo más contaminantes a la relación  o soy capaz de tomar la iniciativa y proponer ideas y hacerme cargo de ellas? Para esto es necesario el compromiso, la convicción y la voluntad para ponerse a trabajar.

La participación

Otro elemento recurrente en tiempo de elecciones es la baja participación de la comunidad. Si se observan los registros electorales chilenos o la asistencia a las asambleas de directivas sociales, el público es generalmente escuálido. ¿Qué hacer con esto? Creo que el primer paso es no amargarse; es parte del ser humano del siglo XXI el individualismo y el moverse sólo por lo que me toca directamente. Sin embargo, también es posible observar hoy nuevas tendencias cada vez más potentes.  Cuando las propuestas son buenas y las personas que las lideran las encarnan con consecuencia, se producen movimientos muy fuertes a nivel de sociedad, donde muchos aportan y participan. Actualmente como nunca en la historia de la humanidad, se ven redes sociales de apoyo, de solidaridad, de proyectos ecológicos, religiosos, espirituales, etc. que logran la adhesión ciudadana y su respuesta entusiasta. Ciertamente también “prenden” corrientes destructivas, pero el trigo y la cizaña muchas veces crecen juntas y vemos cómo entre la complejidad actual, surgen bellas y loables iniciativas de pequeños grupos que se empiezan a sumar para cambiar el mundo.

Cómo competir

Debemos aprender a recuperar el digno rival y dejar de tratarnos como enemigos o delincuentes. Somos hermanos y para ser buenos hermanos, debemos aprender en la casa, en la familia, en los colegios y en los trabajos, que podremos diferir en las ideas, pero que siempre seguiremos vinculados y afectándonos mutuamente.

Mirada en el tiempo

Una última reflexión con respecto al tiempo de elecciones es el del desapasionamiento en el sentido positivo. Vivir este tiempo sin que la pasión nos ciegue es una actitud muy constructiva y que permite continuar con armonía, una vez terminado el proceso eleccionario. El entusiasmo nunca puede ir por sobre el respeto y la sana convivencia. La convicción nunca puede pasar por encima de la tolerancia. La victoria  nunca puede  arrasar con la caridad y el amor hacia los demás. El fracaso nunca puede arrasar con la dignidad o la esperanza. Las elecciones son una parte más de la vida; esta continúa y dará muchas y muchas vueltas. Quienes son hoy la competencia, podrían ser en el futuro los aliados… Nunca nada ni nadie, puede hacer que olvidemos que en primer lugar somos personas y que lo que nos une es esencial –el amor- y que eso jamás puede ser eliminado por un voto. ¡Viva la fraternidad!