José Francisco Gómez Hinojosa, vicario general de la Arquidiócesis de Monterrey (México)
Vicario General de la Arquidiócesis de Monterrey (México)

¿Solo conservadores versus progresistas?


Compartir

Ya lo había advertido Norberto Bobbio en su clásico ‘Derecha e Izquierda’ (1994), al señalar que esa dicotomía, hacia fines de siglo pasado, comenzó a perder solidez y, especialmente en el terreno de la política, los polos se acercaban hasta, en no pocas ocasiones, diluirse en el otro.



Hoy el mundo entero es testigo de esta difuminación de la solidez ideológica, y si antes, por ejemplo, ser de izquierda obligaba a ser feminista, en México tuvimos un presidente que presumía de zurdo pero odiaba ese movimiento. Mantener, entonces, este dualismo ya no refleja la realidad, por ejemplo, de los partidos políticos.

Algo semejante sucede, me parece, con el Cónclave que inicia este próximo miércoles. Además de que vaticanólogos, analistas sociales, expertos en asuntos religiosos y hasta casas de apuestas hablan de candidatos con más posibilidades, es decir, ‘papables’, y predicen cuál será el nombre del siguiente Pontífice, también analizan los perfiles, y elaboran listas con calificativos como conservadores y progresistas, es decir, de derecha y de izquierda

Tal polarización, sin embargo, admite muchos puntos intermedios entre los extremos, y hay quien añade a tradicionalistas, no alineados y moderados.

Octava reunión de las congregaciones generales del cónclave de 2025

Octava reunión de las congregaciones generales del cónclave de 2025

Lo mismo que pasa en el espectro político se refleja en las posiciones teológico-pastorales de los purpurados electores. Si un cardenal, por ejemplo, ve con simpatía el matrimonio entre personas homosexuales, recibirá el aplauso de organizaciones progresistas; pero si ese mismo prelado se opone al aborto y a la eutanasia será estigmatizado por quien antes lo alababa.

Continuemos. Francisco de Roma: ¿fue conservador o progresista? Muchos impacientes de cambios más radicales en la Iglesia, y desilusionados porque no se dieron, lo meterían en el primer cajón; algunos políticos y no pocos empresarios, dolidos por las críticas papales al neoliberalismo, le asestaron el segundo calificativo y hasta de marxista lo acusaron.

Habrá qué ver a quién eligen los participantes en la reunión cardenalicia, todavía sujeta a protocolos tan obsoletos como enigmáticos, de ahí su atractivo. De seguro será un progresista-conservador-moderado. Todos tenemos algo de todo, y los cardenales no son la excepción.

Pro-vocación

¿Y el legado de Francisco? Entre muchos tesoros nos dejó el de la alegría. No sólo porque así tituló su primera Exhortación Apostólica, la ‘Evangelii gaudium’ (La alegría del evangelio) y la postSinodal ‘Amoris laetitia’ (La alegría del amor), y porque criticó a los católicos con cara de funeral, sino porque enseñó que la alegría es la esencia de la vida cristiana.