Redactor de Vida Nueva Digital y de la revista Vida Nueva

¿Qué queda de aquel 27 de marzo de 2020?


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El vídeo

El Dicasterio para la Comunicación, en el Vaticano, ha conmemorado de nuevo el aniversario la ‘Statio Orbis’, el momento extraordinario de oración que el papa Francisco convocó hace ahora dos años. En esta ocasión se ha editado de nuevo el libro conmemorativo y se ha estrenado un vídeo de YouTube –en el canal Vatican HD– después del ángelus.



Disponible en diferentes idiomas –incluyendo ruso y ucraniano–, en dos minutos y medio, se hace un recorrido de este tiempo de pandemia mundial. Las imágenes de la desierta Plaza de San Pedro se alternan con hospitales y gestos de humanidad y fraternidad. Las palabras del pontífice resuenan en playas, residencias y parajes naturales. El objetivo de rescatar este mensaje: “inspirar la esperanza en un futuro mejor, enraizado en la fe”, dicen los autores del audiovisual, la Comisión Vaticana COVID-19 y el Dicasterio para la Comunicación.

El mensaje

“Densas tinieblas han cubierto nuestras plazas, calles y ciudades; se fueron adueñando de nuestras vidas llenando todo de un silencio que ensordece y un vacío desolador que paraliza todo a su paso: se palpita en el aire, se siente en los gestos, lo dicen las miradas. Nos encontramos asustados y perdidos”, clamaba Francisco en una lluviosa tarde-noche romana. “Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente”, glosaba a partir del relato de Jesús en la tempestad.

“No es el momento de tu juicio, sino de nuestro juicio: el tiempo para elegir entre lo que cuenta verdaderamente y lo que pasa, para separar lo que es necesario de lo que no lo es. Es el tiempo de restablecer el rumbo de la vida hacia ti, Señor, y hacia los demás”, proponía el Papa. “Es la vida del Espíritu capaz de rescatar, valorar y mostrar cómo nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes —corrientemente olvidadas— que no aparecen en portadas de diarios y de revistas, ni en las grandes pasarelas del último show pero, sin lugar a dudas, están escribiendo hoy los acontecimientos decisivos de nuestra historia: médicos, enfermeros y enfermeras, encargados de reponer los productos en los supermercados, limpiadoras, cuidadoras, transportistas, fuerzas de seguridad, voluntarios, sacerdotes, religiosas y tantos pero tantos otros que comprendieron que nadie se salva solo”, desenmascaraba. “Nuestra fe es débil y tenemos miedo. Mas tú, Señor, no nos abandones a merced de la tormenta”, pedía hace dos años Francisco. Un ruego que sigue siendo necesario.