¿Qué podemos esperar de León XIV?


Compartir

La elección de León XIV –el cardenal Robert Francis Prevost– ha sido muy bien acogida en términos generales, despertando enormes esperanzas entre muchísimas personas. La verdad es que ese fenómeno no es nuevo: ocurre en muchas ocasiones, por ejemplo, cada vez que hay elecciones generales…



Hace unos años, José Luis Sicre, prestigiosísimo biblista español, publicó un delicioso libro titulado ‘De David al Mesías. Textos básicos de la esperanza mesiánica’ (Verbo Divino, 2001), en el que repasaba aquellos textos del Antiguo Testamento que fundamentaban la idea mesiánica. Entre esos textos figuraban, naturalmente, dos de los llamados salmos mesiánicos o reales, dos piezas poéticas que se supone que estaban ligadas al acceso al trono de un nuevo príncipe: el Salmo 2 y el 110. Aparte del conocimiento de la materia, Sicre tiene la virtud de ser enormemente pedagógico a la hora de transmitir su mucho conocimiento. Por eso, estos dos salmos se abordaban en el libro no a modo de ensayo, sino narrativamente.

Así, en el Salmo 2 hablaba el anónimo compositor del salmo, que explicaba su contenido: qué significaban sus imágenes y expresiones. Pero lo más interesante, quizá, es lo que el poeta auguraba al nuevo monarca: Dios le daría en herencia todas las naciones, hasta los confines de la tierra. Si, en efecto, el Salmo 2 fue compuesto para la ceremonia de entronización del nuevo rey, era lógico que se cantaran sus excelencias.

El papa León XIV durante la audiencia a los representantes de la congregación de los Hermanos de

En el comentario al Salmo 110 (o 109, según la numeración que se usa en la liturgia católica), el que hablaba era el hijo del poeta, que explicaba al rey de dónde habían salido las imágenes que se empleaban en el salmo: de la cultura egipcia, mesopotámica, jebusea e israelita. En todo caso, al rey se le describía sentado a la derecha de Dios, compartiendo su poder y gloria, quebrantando a los reyes y sentenciando a las naciones..

Mejores expectativas

En otro salmo real, el 72 (o 71), también se augura que el nuevo rey dominará desde el río Éufrates (el “Gran Río”) hasta los confines de la tierra, e incluso que “habrá trigo abundante en los campos, y ondeará en lo alto de los montes; darán fruto como el Líbano, y brotarán las espigas como hierba del campo” (Sal 72,16). Unos buenos augurios –con una evidente exageración poética– para el nuevo monarca.

Parece lógico que una nueva situación, como la de un nuevo monarca en el antiguo Israel o un nuevo papa, despierte expectativas de que la situación va a mejorar con respecto al pasado. Sin querer echar agua al vino y conservando siempre la esperanza, también deberíamos ser lo suficientemente sensatos para comprender lo que va sucediendo con una cierta dosis de razonable escepticismo.