José Francisco Gómez Hinojosa, vicario general de la Arquidiócesis de Monterrey (México)
Vicario General de la Arquidiócesis de Monterrey (México)

Por una teología del presbítero


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Ayer concluyó, en Roma, el simposio ‘Teología fundamental del sacerdocio’, promovido por la Congregación para los Obispos del Vaticano. El papa Francisco, en su lección inaugural titulada ‘Fe y sacerdocio hoy’, se refirió a las “cuatro cercanías” del presbítero que ya ha sugerido en otras ocasiones: cercanía a Dios, al obispo, entre los presbíteros y al pueblo.



Ya antes, en el discurso de apertura, el cardenal Marc Armand Quellet, prefecto de la Congregación, visiblemente compungido, declaró: “¿Qué se puede esperar de una ‘teología fundamental del sacerdocio’ en el actual contexto histórico dominado por el drama de los abusos sexuales del clero? ¿No deberíamos más bien abstenernos de hablar del sacerdocio cuando los pecados y crímenes de ministros indignos ocupan las primeras páginas de la prensa internacional por traicionar su compromiso o por encubrir vergonzosamente a los culpables de tal depravación? ¿No deberíamos más bien guardar silencio, arrepentirnos y buscar las causas de tales fechorías?”.

Pues después de guardar ese respetuoso silencio, comparto tres elementos que, más allá de un aporte a la teología del sacerdocio quieren ser propuestas tendientes a revisar el ministerio del presbiterado actual y su posible proyección a futuro. El presupuesto fundamental es el combate al clericalismo, que tanto Francisco de Roma como Quellet colocan a la base de los abusos sexuales a menores. Van.

Foto: EFE

  1. ¿La cuestión del nombre es importante?

Sacerdote y presbítero se utilizan como sinónimos, pero no lo son. El primero, querámoslo o no, denota el poder de quien detenta lo sagrado. Proyecta lejanía, privilegio, superioridad y, en algunos casos, deseos de impunidad. El segundo, por su origen etimológico, significa anciano, y sus tareas van en la línea de aconsejar, pastorear. El término refleja cercanía, sensibilidad, servicio.

No es un simple nominalismo insistir en que los pastores del futuro deben ser presbíteros y no sacerdotes.

  1. ¿Casados o solteros?

Una segunda propuesta se plantea si los pastores del futuro deben ser como los del pasado o no. No sólo los 12 apóstoles, sino muchos de los dirigentes con los que contó la iglesia primitiva estaban casados y tenían una familia. En las discusiones más serias sobre el tema del celibato, nadie niega su validez y bondad, pero se cuestiona el que sea obligatorio para acceder al ministerio del presbiterado.

Quizá convenga que los pastores del futuro sean, al menos, casados-presbíteros, si es que no presbíteros-casados.

  1. ¿Con trabajo asalariado?

Y que los presbíteros del futuro tengan un trabajo asalariado, profesional o no, servirá para desvincular al culto del dinero, para aliviar las economías diocesanas y parroquiales cada vez más agobiadas, y para que ellos vivan en carne propia lo que experimentan los laicos, necesitados de conseguir su sustento diario y de llevar el peso de una economía familiar.

Un futuro menos religioso, como el que se avecina, permitirá que los presbíteros dediquen buena parte de su tiempo al trabajo asalariado.

Pro-vocación

Falleció el pasado 10 de este mes Héctor Samour, con quien coincidí en Nicaragua en 1979. Especialista en el mártir hispano-salvadoreño Ignacio Ellacuría, buscó -y logró- fundamentar filosóficamente a la teología de la liberación. Además, colaboró de manera constante en diferentes proyectos educativos de El Salvador. Descanse en paz.