Rafael Salomón
Comunicador católico

Odio y aniquilación


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Los veo correr, divertirse y disfrutar la vida, ya se acostumbraron a usar el “cubrebocas”, es parte de su vestimenta y mientras mis hijos se divierten, comienzo a recordar las noticias más recientes relacionadas a la hipótesis de que este virus SarsCov2 que fue modificado en un laboratorio y después propagado intencionalmente, ¿quién lo iba a decir?



Seríamos testigos de una pandemia, algo que solo sucedía en algunas películas de ciencia ficción y bien dicen, que la realidad la supera. Se ha modificado nuestro mundo en todos los aspectos. Desde entonces, salimos con miedo, pánico al contagio, nos exponemos hasta en dar un simple paseo.

Se deben tomar medidas de seguridad que, si bien es cierto, no nos vuelven inmunes, pero disminuye el riesgo de contraer el Covid-19. En un reportaje en el noticiero francés, se explicaba acerca del impedimento para realizar investigaciones acerca del tema y las personas quienes lo han hecho en Wuhan, lugar donde se originó la pandemia, les han desaparecido de maneras misteriosas.

Lo que sí es una realidad es que, en torno al virus, todo es hermético y nadie sabemos cómo fue que se originó y quienes conocen algo de información, están exiliados o desaparecidos y es por ello que se refuerza la hipótesis, manipulación y propagación con un objetivo: crear caos.

De ser así, estamos hablando de nuestra propia destrucción, diseñada y planeada, la maldad que nos ha caracterizado como humanidad, vuelve a presentarse con un solo motivo: acabar con la vida ¡¿Es que el corazón de los hombres y mujeres, puede llegar a tal magnitud?!

La respuesta es clara, sí. Odio y aniquilación. De ser cierta la teoría de la autodestrucción, estaremos siendo testigos de las intenciones más oscuras de un grupo con poder. En esta pandemia no habrá ganadores, ni perdedores, los que no se contagien serán sobrevivientes con secuelas muy serias, porque todos ya hemos sido afectados de formas inimaginables.

Esperanza

Nos queda la esperanza y eso es lo que nos permite seguir adelante, creer que esto también pasará y que un día, volveremos a salir a caminar sin “cubrebocas”, que veremos a los niños sonreír en sus escuelas y en reuniones, dejaremos de confinarnos y volveremos a comunicarnos de manera personal, cuando volvamos a tenernos confianza.

Vivimos en una realidad caótica donde nuestras emociones y sentimientos nos han llevado al límite, y tal vez, esto solo sea el principio. La humanidad necesita reconocer a Dios, necesitamos más de Dios, nos necesitamos cada vez más ¿a qué mente se le habrá ocurrido la idea de contagiar un virus mortal a la humanidad?

Que Dios siga siendo nuestra esperanza, roca, fuerza y nuestro corazón.

“Consideren el amor tan grande que nos ha demostrado el Padre: hasta el punto de llamarnos hijos de Dios; y en verdad lo somos. El mundo no nos conoce, porque no lo ha conocido a él”. 1 Juan 3-1