Hace tiempo ya que las mujeres rompieron el techo de cristal del espacio doméstico establecido para ellas por el orden social patriarcal. Hace más de cien años que se atrevieron a tomar la palabra, a pensar por sí mismas y a ocupar el lugar que la historia les había negado. Hace tiempo, por fortuna, que las mujeres consiguieron ser reconocidas como ciudadanas y en la sociedad tienen autoridad y poder. Sobre todo, el poder que da el saber.
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Pero en la Iglesia católica el techo de cristal pareciera irrompible. Por una parte, porque se organizó en el marco del orden social patriarcal y en él se enmarca el orden social eclesiástico que mantiene a las mujeres en los bancos de las iglesias y en labores de asistencia social o pastoral, a pesar de que son más de la mitad de sus miembros y las más activas.
Por otra parte, porque no ha adaptado sus estructuras a los cambios sociales del último siglo y para la mirada de quienes tienen la autoridad y el poder –los hombres de Iglesia– y para los documentos del magisterio eclesial que respaldan esa mirada, las mujeres siguen ocupando el espacio doméstico y carecen de autoridad y de poder. Sobre todo, de la ‘potestas sacra’ que se recibe por el sacramento del orden, un sacramento al que solamente pueden acceder los hombres.
Simona Brambilla, prefecta del Dicasterio para la Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica
Por eso es noticia que las mujeres estén empezando a romper en la Iglesia el techo de cristal que las ha mantenido en condiciones de subordinación e invisibilidad. Y es noticia porque por primera vez en la historia dos mujeres han accedido a cargos de dirección en organismos vaticanos tradicionalmente reservados a los cardenales: la hermana Simona Brambilla, nombrada este año por el papa Francisco prefecta del Dicasterio para la Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, algo así como ministra en uno de los ‘ministerios’ que conforman el gobierno de la Iglesia católica, y la hermana Raffaella Petrini, también nombrada por el Papa a partir del primero de marzo como presidenta de la Comisión Pontificia para el Estado de la Ciudad del Vaticano y presidenta de la Gobernación del mismo Estado, es decir, gobernadora de la Ciudad del Vaticano. Pero a la hermana Brambilla le nombraron un pro-prefecto, el cardenal Ángel Fernández Artime, el único que ejerce el cargo de pro-prefecto de un dicasterio, probablemente porque es el único de los dieciséis dicasterios que encabeza una mujer como prefecta.
A nivel diocesano
Y a nivel diocesano también recientemente ha sido noticia el nombramiento de las teólogas Barbara Velik-Frank y Rebecca Charlier-Alsberge en cargos para los cuales era costumbre nombrar a obispos y curas: la primera como vicaria episcopal para la Sinodalidad y el Desarrollo de la Iglesia en la diócesis de Gurk-Klagenfurt, Austria, y la segunda como delegada episcopal para el vicariato del Brabante Valón en la diócesis de Malinas-Bruselas, Bélgica.
Se suman los dos nuevos nombramientos de mujeres en estructuras vaticanas a los anteriores que hizo Francisco y que en su momento fueron noticia. En 2014, los nombramientos de la hermana Prudence Allen, la hermana Alenka Arko, y las profesoras Moira Mary McQueen, Tracey Rowland y Marianne Schlosser en la Comisión Teológica Internacional y la profesora Mary Healy en la Pontificia Comisión Bíblica, quizá las primeras en romper el techo de cristal del orden social eclesiástico.
Diaconado femenino
En 2016, el de la historiadora del arte Barbara Jatta como directora de los Museos Vaticanos, quien hasta ahora había sido la única en un cargo de dirección, porque las demás han sido nombradas en cargos de subdirección; el de la periodista española Paloma García Ovejero como subdirectora de la Oficina de Prensa del Vaticano; y los de las profesoras Donna Lynn Orsuto y Valeria Trapani como consultoras en el hoy dicasterio para el Culto Divino que entonces se llamaba Congregación para el Culto Divino. Y en ese año, también, las profesoras Francesca Cocchini, Marianne Schlosser, Michelina Tenace y Phyllis Zagano, y la hermana Nuria Calduch y la hermana Mary Melone en la primera comisión que recibió el encargo de estudiar el diaconado femenino.
En 2017, los nombramientos de la teóloga Linda Ghisoni y de la politóloga Gabriella Gambino, ambas italianas, como subsecretarias del dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, y de las profesoras Etsuko Akiba, Kathleen M. Foley, Alicja Grzeskowiak, Katarina Le Blanc, Mónica López Barahona, Anne-Marie Pelletier y Marie-Jo Thiel en la Academia Pontificia por la Vida como miembros ordinarios de pleno derecho. En 2018, el de la periodista brasileña Christine Murray, como subdirectora de la Oficina de Prensa del Vaticano, y como consultoras en la entonces Congregación para la Doctrina de la Fe, hoy Dicasterio para la Doctrina de la Fe, las teólogas italianas Linda Ghisoni y Michelina Tenace y la teóloga belga Laetitia Calmeyn. Asimismo, en la segunda comisión creada por el Papa para estudiar el diaconado femenino, las profesoras Catherine Brown Tkacz, Caroline Farey, Barbara Hallensleben, Rosalba Manes y Anne-Marie Pelletier.
En 2020, los de la abogada italiana Francesca Di Giovanni, como subsecretaria en la Secretaría de Estado Vaticana encargada del Sector Multilateral de la Sección de Relaciones con los Estados, y la teóloga y biblista italiana Maria Armida Nicolaci en la Pontificia Comisión Bíblica. En 2021, los de la hermana Nathalie Becquart como subsecretaria para el Sínodo de los Obispos y primera mujer con derecho a voto en el aula sinodal; la hermana Nuria Calduch en la entonces Congregación para la Doctrina de la Fe y hoy dicasterio para la Doctrina de la Fe; la hermana Isabell Naumann, la hermana Josée Nagalula, y la profesora Robin Darling Young en la Comisión Teológica Internacional; la hermana Nuria Calduch, como secretaria de la Pontificia Comisión Bíblica; y la profesora Maria Chiara Carrozza y la hermana Margarita Bofarull en la Academia Pontificia por la Vida como miembros ordinarios de pleno derecho. Y en 2022, la teóloga argentina Emilce Cuda como secretaria de la Comisión Pontificia para América Latina; la hermana Alessandra Smerili como secretaria del dicasterio de Desarrollo Humano Integral; y tres mujeres como miembros del dicasterio para los Obispos: la hermana Yvonne Reungoat, la hermana Raffaella Petrini y la doctora María Lía Zervino.
Reforma de la Curia
Y a esta lista de nombramientos hay que agregar la constitución apostólica sobre la reforma de la Curia romana ‘Praedicate Evangelium’ (2022) que formaliza la participación de mujeres en los órganos de dirección de la Iglesia recordando que “el papa, los obispos y otros ministros ordenados no son los únicos evangelizadores en la Iglesia” y que “todo cristiano, en virtud del bautismo, es discípulo misionero”, lo cual “no puede ser ignorado en la actualización de la Curia, cuya reforma, por tanto, debe prever la participación de laicas y laicos, incluso en funciones de gobierno y responsabilidad. Su presencia y participación es también esencial, porque cooperan por el bien de toda la Iglesia”.
Por último, con ocasión del Sínodo de los Obispos conocido como el Sínodo de la Sinodalidad (2021-2024), diez mujeres fueron nombradas en las comisiones encargadas de su puesta en marcha y desarrollo: en la Comisión de Metodología, la hermana Nathalie Becquart, como coordinadora, las profesoras Christina Kheng Li Lin, Cristina Inogés, Susan Pascoe y la hermana Hermenegild Makoro; en la Comisión Teológica, la hermana Anne Béatrice Faye, la hermana Gill Goulding y las profesoras Kristen Colberg, Estela Padilla y Carmen Peña. Además, numerosas mujeres participaron en las dos sesiones, en las que por primera vez en la historia, como madres sinodales, tuvieron derecho al voto.
Se suman, asimismo, a las dos delegadas o vicarias episcopales citadas, la presencia en algunas diócesis de mujeres como vicarias o delegadas episcopales. Por ejemplo, en la diócesis suiza de Lausana, Ginebra y Friburgo, la teóloga Marianne Pohl-Henzen es delegada episcopal de la parte de habla alemana de dicha diócesis; en la diócesis de Sevilla, la doctora Monte Chacón es la delegada para las Causas de los Santos; en la arquidiócesis de Concepción, dos mujeres ejercen como delegadas episcopales, la doctora Adriana Fernández, delegada episcopal para la Educación y Marcela Rubilar, delegada episcopal para la Pastoral Social; en la diócesis de Mar del Plata, la licenciada Gabriela Tumini es la delegada episcopal de Pastoral Familiar y la hermana Helena Kuc delegada episcopal para la Pastoral Penitenciaria.
Ordenación de mujeres
Son pasos significativos que ha dado Francisco en términos de participación de mujeres en la organización jerárquica de la Iglesia y a nivel de toma de decisiones, pero más allá de su preocupación por visibilizar a las mujeres y reconocer su nueva presencia en la sociedad y en la Iglesia nombrándolas en cargos de dirección en organismos vaticanos, el paso que no ha dado y difícilmente va a dar es la ordenación de mujeres.
No está en su agenda, a pesar de que no existen impedimentos bíblicos ni teológicos. Y dificilmente va a estarlo debido al temor que ha manifestado en repetidas oportunidades de clericalizarlas, lo que sería permitirles transgredir el lugar propio de los hombres de Iglesia, que es espacio clerical al que se accede por la ordenación, y solamente los varones pueden ser ordenados. Pero no porque este fuera el proyecto de Jesús sino debido a prácticas históricas correspondientes al orden social patriarcal que así lo establecieron y a las que responde el impedimento que establece el canon 1024 del Código de Derecho Canónico: “Solo el varón bautizado recibe válidamente la sagrada ordenación”.
Por Isabel Corpas de Posada