Rosa Ruiz
Teóloga y psicóloga

Mis notas fantasma


Compartir

Quizá has oído hablar alguna vez de las “notas fantasma”, especialmente en violines o chelos. El otro día escuché hablar de ello a Mario Viciosa, periodista científico y divulgador. Y me pareció precioso.



Se trata de ese antiguo y asombroso fenómeno por el que al tocar solo dos notas se escucha una tercera. Y lo curioso es que se creyó durante años que era una pura ilusión auditiva. No nos referimos a la técnica de los más virtuosos, capaces de tocar de tal manera que se genere este efecto, dando más ritmo a una melodía. Esta técnica consiste en ejecutar notas de tal manera que no llegan a sonar pero imprimen un ritmo distinto a la melodía.

Nos referimos a otra cosa. Un equipo de la Universidad de Florencia acaba de investigarlo. Han demostrado que la nota fantasma a la que nos referimos es tan real (aunque no se toque) como las otras dos que sí hemos tocado. Giuseppe Tartini, insigne violinista del barroco, experimentó las notas fantasmas con su violín como venidas del mismísimo diablo y así tituló una de sus más famosas obras: ‘El Trino del Diablo’.

Notas nuevas

Creo que a veces también nos pasa esto. No me refiero al diablo, a las musas o los espíritus que cada cual llamaremos de una manera. La cuestión es que a veces, en la vida, ejecutamos algún movimiento, tomamos alguna decisión, hacemos o decimos lo que nos parece lo mejor que sabemos. Y está bien. Pero lo increíble es que –a veces– el resultado final suena distinto. Hay personas o situaciones que por separado sonamos de una determinada manera. Pero juntos somos capaces de sonar no solo de manera nueva, sino de generar notas nuevas que por sí mismas no están en nuestras manos. ¡No estaban ahí!

¿No habéis tenido nunca esta sensación? ¿No os ocurre a veces que la nota más especial y conmovedora es justo la que no hemos dado, la que surge del modo final en que ejecutamos otras cosas?

O al revés: ¿no os ocurre que hay personas, situaciones o lugares que os cautivan y, en realidad, no sabríais decir por qué? ¿No os ocurre que pareciera que lo mejor de todo lo que nos apasiona es como una preciosa nota fantasma que no hemos tocado y que, sin embargo, hace todo más bello y mejor?

Será cuestión de ensayar, de probar, de explorar, de afinar el oído y la sensibilidad. Y poner todo eso en las manos, en lo concreto, que es donde finalmente hacemos que la partitura aparentemente clara nos suene distinta. Solo hay que saber qué dos notas poner juntas y entonces, con eso y un toque de vida más, surgirá ese sonido nuevo. Pura magia.