Comienza el papado de León XIV y también se inician las especulaciones sobre el rumbo que tomará su gestión en la silla de Pedro, sobre el tipo de liderazgo que implementará. Yo veo algunos retos que deberá enfrentar, y que al mismo tiempo son oportunidades para continuar con el impulso evangelizador del difunto Francisco, y para adaptarlo a las necesidades del mundo contemporáneo. Hay retos internos, externos y, especialmente, el que se desprende del nombre escogido.
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Dentro de la Iglesia Católica, Prevost Martínez se sacó la rifa del tigre. No solo enfrenta un Vaticano envuelto en un tremendo lío financiero, que afecta la misión evangelizadora de la Iglesia, la estabilidad del personal operativo y la realización de múltiples proyectos pastorales, sino que recibirá fuego amigo desde dos frentes: del lado conservador, se le exigirá que dé marcha atrás a algunas innovadoras propuestas de su antecesor, y de las posiciones más progresistas surgirá el reclamo de que las culmine, y no se queden solo en lindos pensamientos.
Pero, más allá de posiciones tradicionalistas o liberales, la Iglesia Católica ganó un espacio en la plaza pública con la gestión de Francisco, y abrió la puerta para la discusión sobre temas como el sacerdocio femenino, la comunión a los divorciados vueltos a casar, el matrimonio de parejas homosexuales, el celibato sacerdotal obligatorio, etc. Tales temáticas tienen que seguir discutiéndose, y León XIV deberá fijar su posición frente a ellas, aunque es de suponerse que permanecerá prudente ante cambios drásticos.
Un reto interno que se refleja en lo exterior es el de la tolerancia cero ante el abuso de menores. La opinión pública exige medidas todavía más estrictas para atacar este flagelo.
Al externo de las paredes vaticanas se espera del nuevo Papa, como parece que así será, una posición firme frente a los crecientes ataques a la migración. Ya se ha deslindado de las ofensivas a los migrantes surgidas de la Casa Blanca, y da gusto saber que aunque es norteamericano no simpatiza con las propuestas de Trump y Vance.
Ante la ausencia de líderes admirables -¿conoce usted alguno (a)?-, el nuevo Papa recoge la estafeta de Bergoglio, que se ganó simpatías en el mundo civil. Es de esperarse que Prevost Martínez sea una voz escuchada ante los crecientes conflictos bélicos que surgen por todo el mundo.
Por último, el nombre escogido lo hace responsable de ser fiel a lo que significó León XIII en la historia de la Iglesia, y que le exige enfatizar la dimensión social de la fe, tal y como el Concilio Ecuménico Vaticano II lo planteó, sobre todo en la Constitución Pastoral Gaudium et Spes. Así sea.
Pro-vocación
Y hablando de los retos que deberá enfrentar Prevost Martínez – León XIV. En mi reciente libro ‘La pastoral del Papa Francisco en diálogo con la filosofía intersubjetiva. Coincidencias y desafíos’, (PPC), Madrid-México, planteo en el cuarto capítulo de la obra las que, en mi opinión, son las tareas pendientes y urgentes de la filosofía intersubjetiva, pero también las de lo que llamé: la pastoral pos-Francisco. Son seis, y las iré desglosando en próximas entregas. Léalas y las platicamos.