Rafael Salomón
Comunicador católico

La respuesta de Dios


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Cada vez que oramos y pedimos por alguna situación, nos quedamos con la respuesta de Dios que es el silencio divino.



A veces ese silencio se vuelve difícil de entender; sin embargo, la respuesta total no solo es la ausencia de palabras, Dios responde con acciones concretas, con personas y cosas que de manera circunstancial (parece que así le gusta, es humildad pura) pasan en nuestra vida.

Lo que sucede en muchas ocasiones, es que nuestras plegarias se centran en algo particular y así queremos ver la respuesta, pero la lógica del amor de Dios es diferente y sabia, distinta a como nosotros lo pedimos o esperamos.

Su mano

Basta observar cómo suceden los acontecimientos en nuestras vidas y sin duda nos daremos cuenta que siempre está la mano de Él, la respuesta amorosa, la compañía necesaria para transitar cierto camino o dificultad.

La palabra vacía o superficial es algo que seguramente no agrada a Dios y por ello el silencio es la mejor forma de expresar su amor y misericordia.

El silencio nos conduce verdaderamente al encuentro con Dios y con nosotros mismos. En él nos damos cuenta de nuestra naturaleza herida, de nuestra pobreza, de la necesidad que tenemos de Dios.

El silencio es una de las condiciones para que resuene la voz de Dios, para sentir y gustar las cosas internamente. Solo desde el fondo del silencio puede emerger una palabra profunda, solo desde él se puede leer dialogando con el autor o escribir -siempre una Pascua de silencio.

La página en blanco –dice el poeta argentino Roberto Juaroz– es un oído que aguarda; por eso, toda obra literaria o de pensamiento filosófico o teológico descansa sobre un lecho de silencio. Incluso pudiéramos decir que son monumentos de silencio. “Sólo quien sabe guardar silencio, callarse, sabe esencialmente hablar y actuar”. (Kierkegaard).

Así pues, vamos descubriendo en el silencio de Dios una riqueza indescriptible y la respuesta real a nuestras plegarias, pero requiere de nuestra paciencia para permitir que suceda conforme a sus planes, algo difícil para nuestros egos y prisas cotidianas. Ejercicio de crecimiento espiritual es aceptar el silencio místico de Dios.

Impartiendo una asesoría, un hombre me expresó: -Me he alejado de Dios porque siento que no me responde -. Un momento de silencio en la conversación, después respondí: -Hace unas horas no nos conocíamos, en este momento estamos reflexionando de cuestiones espirituales, de fe y de esperanza ¿te parece que Dios no escuchó tus peticiones? -. Nuevamente surgió el silencio como parte del diálogo profundo… Dios estaba actuando entre nosotros, dando escucha, esperanza y acompañamiento.

El hombre esconde dentro de sí un pozo profundo en el que puede hallar el agua de la vida. Hay que buscarlo, excavarlo, hacerlo emerger de las profundidades. Es la intimidad del corazón lugar sellado donde puedes encontrar a Dios y vivir en comunión con Él. No des rodeos para encontrarte con Dios que habita en tu corazón y en el silencio.