Ianire Angulo Ordorika
Profesora de la Facultad de Teología de la Universidad Loyola

Jesús, ¿vuelve a casa por Navidad?


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Estas son fechas de idas y venidas. Ir a estaciones o asomarte a terminales de llegada es tropezar con esperas ansiosas, nervios o con la ilusión por el retorno de quienes están lejos del hogar y regresan por Navidad, como hacía años repetían los anuncios de cierto turrón. Es tal la concentración de sentimientos que incluso se presenta como noticia en el telediario. Así, sin necesidad de pasarte por el aeropuerto, te puedes convertir en cómplice y testigo de encuentros emocionantes que se parecen mucho a algunos que nos describe la Escritura.



Es como el abrazo emocionado del padre ante el retorno del menor de sus hijos (Lc 15,20) o lo que sucede, por ejemplo, cuando, después de vencer muchos resquemores, Jacob y Esaú se reencuentran. La distancia que las traiciones y el tiempo habían impuesto se rompe de golpe cuando Esaú lo abraza, se echa al cuello de su hermano y lo besa hasta que ambos rompen a llorar (Gn 33,4).

La debilidad en un niño

En las escenas de reencuentros y abrazos de quienes se reúnen tras mucho tiempo de lejanía no puedo evitar recordar estos pasajes bíblicos y preguntarme si, en realidad, no tendrá mucho que ver con lo que celebramos en estos días. No me refiero a ese “espíritu navideño” al que todos, creyentes o no, remiten en estas fechas, sino a la gozosa celebración de que Dios Todopoderoso nace hecho “todo debilidad” en un niño. ¿No será que el abrazo divino a la humanidad no es abstracto? Navidad ¿no será como esos emocionantes encuentros de aeropuerto?

Quizá no sea Jesús quien “regresa” por Navidad, sino cada uno de nosotros que podemos volver a ese abrazo cálido que nos “resetea” por dentro, nos devuelve a lo esencial y nos recuerda quiénes somos. Igual festejar se parece mucho a dejarse acoger, sin demasiadas explicaciones, y que el Señor nos llene de besos, como hizo el padre de la parábola o los dos patriarcas. Quizá por eso, como quienes esperan en los aeropuertos, hemos sido también invitados a reavivar el deseo de encuentro durante el Adviento. Sea lo que sea… ¡feliz regreso! ¡Feliz Navidad!