Rafael Salomón
Comunicador católico

Hijos adolescentes


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Los retos a los que se exponen los adolescentes y jóvenes actualmente son enormes y aunque tengo hijos pequeños y todavía no es tiempo de entrar de lleno al tema, he visto situaciones complejas en consulta, que me hacen pensar acerca de la manera de enfrentar estas circunstancias.



Lo haré como si de mi propio hijo se tratara, en la forma que mejor puedo hacerlo, escribí la siguiente carta: Mientras veo que estás tumbado en el sofá con el celular en tus manos, me inquieta lo cerca que están tus ojos de la pantalla, qué cercano eres a ese dispositivo. Resulta irónico darme cuenta que la mayor parte del tiempo estás distante, tan cerca de un objeto y tan lejos de todos.

Me siento a tu lado, tratando de no distraerte porque la concentración con la que juegas en línea es total, nunca me has prestado ese interés al hablar, me doy cuenta que tu atención es absoluta al estar en las redes sociales o cuando “chateas” con tus amigos. Veo que contienes muchas emociones, ya sea al pasar de nivel en el video juego o por ver videos que nunca acaban, no me cabe duda que lo tuyo es la vida virtual y que lo disfrutas tanto.

Atentos a la instrucción por beneficio

Debo comprender que, las nuevas generaciones vienen con este “talento”, pero la vida real es mucho más fascinante y es lo que verdaderamente tenemos y por lo que vivimos. Sé que, si en este instante llamo su atención o simplemente intento detenerlo, lo único que haré, será enfadarlo, se enojará conmigo y se levantará molesto, porque interrumpo su “valioso” tiempo en esa aplicación, juego o red social.

Así que de pronto le digo: —No quiero fastidiarte, quiero formarte—. Parece que mi estrategia funciona, por unos minutos detiene lo que está haciendo y me mira con cara de incógnita, esa que pone cuando algo le interesa y que le cuesta trabajo comprender a la primera. Me pregunta: —¿Qué dices papá?—.

Entiendo su preocupación, pienso. No es normal que una frase cargada de doble significado, negativo y positivo se encuentre en la misma oración. Bajas tu celular interesándote en lo que acabo de mencionar, aprovecho para que comprendas el término. Los adolescentes sólo pondrán atención a una instrucción si de ello obtienen un beneficio; es triste decirlo, pero, si no ven el provecho hacia ellos mismos en aquello que les queremos compartir, no tendremos su interés.

En torno a sí mismos

En la adolescencia, todo, absolutamente todo, gira en torno a sí mismos y a sus necesidades y aficiones, no perdamos el tiempo con sermones que no escucharán, los cuales se perderán en su cabeza, la cual está llena de necesidades inmediatas, de su problemática emocional que sin duda es de su completo interés, esa etapa es así, lo único que les interesa es ir al concierto de tal artista, de hablarle a una persona en su clase, de ser aceptado por su nueva imagen, en fin, todo aquello que, para los adultos resulta ser banal, para ellos es esencial.

Regreso a la conversación con mi hijo: —Aprender un poco de todo no hace daño—. Sus ojos se centran en lo que acabo de decirle, así que continúo. —Cuando aprendes a hacer las cosas, tendrás una experiencia, buena o mala, pero experiencia al fin, así que acciones como mantener tu habitación ordenada, estudiar algo nuevo, lavar los platos, barrer, ir a tirar la basura harán algo en ti—.

En ese momento, mi hijo entendió lo que una indicación que para él era fastidiosa, se convertía en algo que le traería algún provecho; repito, en esa etapa los adolescentes buscan llenar el vacío propio de la edad y cuando mi hijo descubrió que, estudiar y ayudar en labores tan pequeñas le traerían un beneficio, su actitud cambió.

telefono celular

Los cinco minutos

No dijo nada, simplemente analizó aquello que en su vida le había parecido molesto y encontró por fin la utilidad. Decidí entrar al siguiente tema, le llamo así: Los cinco minutos. Le dije: —Por cierto, para acabar con todo lo formado, sólo se necesitan cinco minutos—. Entiendo que son temas complicados para mi hijo, pero la edad y circunstancias de vida de los adolescentes de hoy, requieren que no dejemos pasar más tiempo.

—¡¿Cinco minutos?!—. Me dijo con algo de fascinación en sus palabras y una enorme duda. —Así es, la vida de una persona y todo lo que ha formado se acaba en cinco minutos, me refiero a perder sus valores, su dignidad, su sobriedad, su vida—. Le hablé acerca de controlar sus impulsos porque en cinco minutos se pierde la inocencia, podría embarazar a una chica, le mencioné que un drogadicto inicia por cinco minutos.

No se requiere más tiempo para acabar con la vida de una persona y terminar con toda su formación. Me levanté del sofá. —¿Te has dado cuenta? No han pasado más de cinco minutos y con esta plática algo cambió en ti—. Sonreí y seguí con mis actividades. Sé que este diálogo dará sus frutos, dejé inquietudes en su mente y especialmente en su corazón, será cuestión de tiempo y de dejarlo con sus reflexiones.

Responder lo que quieren saber

Es importante recordar a los padres que el diálogo con nuestros adolescentes tiene que ser breve, concreto y sin rodeos, ya que la atención de ellos es volátil, de manera que, también debemos darles tiempo para que realicen las preguntas en su interior, para que surjan las dudas necesarias y sólo hay que responder lo que quieren saber. Nuevamente mi invitación a ser breves y concretos.

Entiendo que cuando eran niños, teníamos su entera atención, pero esto irá cambiando, no significa que nos hayan dejado de tener confianza, lo que sucede es que, ahora quieren resolver sus problemas con sus propios conocimientos y de esta manera hacer valer su identidad.

Crecer duele y mucho más cuando se trata de nuestros hijos, acompañarlos en sus diferentes etapas es un proceso de adaptación constante, se trata de estar en el momento en que ellos requieran de esa guía, situación difícil de entender cuando nuestras actividades diarias nos absorben al punto que no tenemos tiempo ni para nosotros mismos.

Tolerantes con su manera de ser

Estar con un adolescente es un acto de “malabarismo”, porque a veces desean nuestra compañía y en ocasiones con una mirada nos indican que debemos dejarlo por un momento con sus amigos o con ellos mismos. Lo importante es no perder la paciencia, ser tolerantes con su manera de ser, de pensar y sin duda, aceptar sus gustos, que muchas veces son contrarios a los nuestros y eso causa innumerables   conflictos, los cuales nos impiden tener esa cercanía.

Debemos interesarnos genuinamente por sus cosas y que nunca falte la anécdota de acompañarlos a un evento deportivo o musical, no para irlos a cuidar, sino, para disfrutar con ellos ese momento, que será un recuerdo único. Ser padres de tiempo completo es una actividad de la que muy pocas veces se nos habla, pero debería ser parte de la formación como adultos responsables, desconocerlo, nos traerá resultados desmotivantes.

Comencemos por unos minutos, los cuales pueden cambiar nuestra relación en familia. Repentinamente mi hijo me cuestiona: —Papá ¿me puedes repetir lo de los cinco minutos?—.