Héctor Sampieri Rubach, director del Pontificio Instituto Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y la Familia en México
Director del Pontificio Instituto Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y la Familia en México

Familia y acompañamiento


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                                                             A la memoria de Luis Alberto Cruz Romo

Aun en la prolongada crisis que hemos vivido, y que aún experimentamos en el cambio de 2020 a 2021, hemos encontrado en el acompañamiento, como una práctica de vivir el encuentro y servir a nuestros hermanos, una valiosa oportunidad para desarrollarnos en cuanto personas interesadas por la persona misma.



En esta ocasión, para marcar el rumbo del camino que emprenderemos ahora en este espacio, no es posible dejar fuera de nuestra reflexión dos poderosas invitaciones que el Santo Padre Francisco nos ha planteado recientemente: a) el año dedicado a San José, a la par de la publicación de la Carta Apostólica Patris Corde, y b) la proclamación del año de la familia, para profundizar en el Evangelio que en sí misma encierra, y que iniciará justo en la memoria litúrgica de San José, en marzo próximo.

Por ello, propongo a los lectores, que aprovechemos estos dos elementos en el horizonte para explorar juntos el acompañamiento que podemos brindar en y desde la familia, así como el servicio de acompañamiento que podemos ofrecerle a la familia desde diversas instancias.

Ello implicará ampliar la mirada y contemplar a la familia, no solo como un agente social, pastoral y educativo, sino como el espacio natural del hombre. Su verdadero hábitat. Descubriremos en este sentido, un ámbito particular y especialísimo que puede salvaguardar y promover el valor personal y la experiencia profunda de encuentro interpersonal en una sociedad sedienta de sentido y trascendencia.

La familia como ámbito

Rocco Buttiglione, importante filósofo italiano, tiene un texto bello y sugerente: “La persona y la familia”, en el que nos presenta la realidad existencial de la familia, como un espacio transversal de experiencias en la vida de la personas: el nacimiento, el amor, el trabajo y la muerte.

Cada una de estas experiencias, si se vive adecuadamente en el contexto de la familia, y por la familia podríamos precisar, revela un significado profundo y muy directo al tema que nos interesa, pues pone el acento en el trayecto de vida donde la persona transcurre en compañía de otros que le son completamente cercanos y que, pueden ayudar, sin duda, a hacer más llevadero el sendero a recorrer. La familia como un sitio de comunicación en el tiempo, en mi propio tiempo vital y en el de otros a quienes amo y me aman.

La familia es entonces el espacio natural para el desarrollo de la persona en sus más humanas cualidades y características. Desde dicha descripción podemos encontrar el sentido de la misión familiar en nuestra época como el agente predominante tarea concreta de humanizar a sus miembros en un mundo cada vez más inhumano.

La complementariedad entre persona y familia podría resumirse de la siguiente manera:

La familia, espacio para acompañar y ser acompañado

Es la familia también el primer lugar para el encuentro, sabemos bien que no será el único espacio para ello en la vida, pero sí la experiencia de encuentro/desencuentro que tenemos en nuestro origen e irá influyendo, en mayor o menor medida, en la manera en que vamos ampliando y profundizando nuestras relaciones interpersonales.

Encontramos entonces que ese hábitat natural de la persona, y espacio propicio para su humanización, puede ser una escuela de acompañamiento. No solo por cuestión de tiempo compartido, cuidado o convivencia, sino porque la existencia misma se entreteje y construye también sentido, pertenencia e identidad dentro de la relación familiar.

Desde luego que en familia también podemos aprender a acompañar y podemos estar dispuestos para acompañar al otro, al nuestro más inmediato. ¿Qué sucedería si aplicáramos en nuestro hogar y con nuestra familia las herramientas básicas de acompañamiento que hemos propuesto en este espacio? ¿Cómo cambiaría nuestra vida, y la de los nuestros, si ahondáramos en la trascendencia del encuentro y la posibilidad del acompañamiento desde nuestra familia?

Volveremos a encontrarnos pronto en este espacio, para comentar juntos los elementos indispensables que diversos programas de acompañamiento a la familia pueden considerar para elevar su eficacia e impacto en sus propias tareas, compromisos y responsabilidades.

“Santa Teresa de Jesús, ayúdanos a caminar a la casa del Padre”

@HazyAprende

P.D. ¡Dios nos ayude a acompañar en casa y en familia a quien lo necesita! ¡Dios nos ayude al consuelo que necesitamos ante la pérdida y a ser consuelo para aquellos que nos necesitan!