Coronavirus y curso escolar: una valoración sobre los primeros acuerdos


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“El Ministerio de Educación y Formación Profesional reconoce y agradece el enorme esfuerzo que están realizando los alumnos y alumnas, las familias y los profesores” (Nota de prensa del MEFP, 15 de abril de 2020).



Todos somos conscientes de los tiempos confusos y de incertidumbre que estamos viviendo en todos los ámbitos de nuestra vida. A la tensión sanitaria se une la tensión social, económica y política. Esta última es la que está incidiendo directamente en el ámbito educativo.

Ya desde los tiempos de Napoleón Bonaparte, el Gobierno que tiene el control de la educación tiene el poder sobre la sociedad. Esta situación afecta a la escuela. Una escuela que no son cuatro paredes, como estamos comprobando en este tiempo de pandemia; son “personas conectadas”, profesores que están realizando un esfuerzo ímprobo para continuar formando, educando y acompañando, alumnos que necesitan un seguimiento distinto al que veníamos realizando hasta el 14 de marzo, familias que se han visto en la necesidad de conciliar aún más su vida familiar, laboral y educativa. Todo ello está generando una serie de cambios de los que todos debemos aprender.

Se mantiene el tercer trimestre

El pasado 15 de abril, el Ministerio de Educación y Formación Profesional (MEFP) acordó con las Comunidades Autónomas, entre otros aspectos, que “se mantendrá la actividad educativa durante el tercer trimestre, de momento a distancia, en función de las restricciones sanitarias, que el curso no se prolongará más allá del mes de junio” y que “ningún estudiante va a perder el curso por esta situación excepción”. Igualmente, aseguró la ministra Isabel Celaá que el objetivo principal es cuidar a las personas, y hacia ellas se dirigen sus decisiones.

Este objetivo es el que realmente debe prevalecer en el momento de sentarse a negociar cómo se actuará en el tercer trimestre y cómo se iniciará el próximo curso escolar, tanto por parte del Gobierno como de las Comunidades Autónomas; si no, nos podremos encontrar con decisiones sobre evaluación, contenidos o metodologías tan dispares como “gobiernos” existentes, y que quizá no tengan en cuenta la diversidad de alumnado, contextos familiares, situación económica y vulnerabilidad social. No tendremos un pacto educativo si no disminuye la tensión política.

Sigue la nota de prensa: “En el caso de que se mantenga la formación a distancia, se movilizarán los recursos y medios de apoyo necesarios para que el profesorado desarrolle su labor en las mejores condiciones posibles”. Esta labor es un factor esencial para el éxito de esta nueva metodología de trabajo a distancia.

Los claustros están realizando esfuerzos de formación, inversión de tiempo y recursos para continuar con el proceso de aprendizaje, y no es nuevo que se atienda en especial al alumnado “más rezagado”, como exige la administración educativa. Ya el profesorado, cuando organiza cada curso escolar, elabora planes y adapta el currículo y actividades al alumnado con más necesidades de aprendizaje, a las que hoy hay que añadir la necesidad de recursos para poder estar conectados; de este hecho, el profesorado es consciente y está poniendo todas sus energías para que “ningún alumno se quede atrás”.

Lo que sí están pidiendo tanto las direcciones de los centros educativos como el cuerpo docente y las familias es claridad, sensatez y equidad en las decisiones que se tomen. Es en estos tiempos de incertidumbre donde se demuestra quién es el centro del proceso educativo; las decisiones políticas son un medio, no un fin, para continuar haciendo posible una educación de calidad, donde los protagonistas siguen siendo los alumnos. Estamos seguros que esta situación educativa modificará no solo la “política educativa”, sino el “modelo de aprendizaje futuro”.

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