¿Cómo alabar al Dios creador?


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Hace unos días salieron a la luz las imágenes de cientos de animales disecados: 1.090 ejemplares que habían sido incautados por la Guardia Civil en la población de Bétera (Valencia). Su destino era, al parecer, el contrabando, y su valor comercial, cerca de 30 millones de euros. Entre los animales había guepardos, leones, leopardos, elefantes, osos polares, panteras de las nieves, etc., y muchos colmillos de elefante Casi la mitad de las especies entraban en la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres.

El arca de Noé

En alguna información escuché la comparación de este hallazgo con el arca de Noé: al fin y al cabo, también en el relato de la Biblia se habla de una gran cantidad de animales diversos reunidos en un solo lugar. En concreto, se lee: “El Señor dijo a Noé: ‘Entra en el arca con toda tu familia, pues tú eres el único justo que he encontrado en tu generación. De cada animal puro toma siete parejas, macho y hembra; de los no puros, una pareja, macho y hembra; y lo mismo de los pájaros, siete parejas, macho y hembra, para que conserven la especie en la tierra’” (Gn 7,1-3). Aunque en otra tradición vemos: “Entraron con Noé en el arca parejas de todas las criaturas con aliento vital; de todas las criaturas entraron macho y hembra, como se lo había mandado Dios” (vv. 15-16). En todo caso, lo más interesante es que los animales entran en el arca para “conservar la especie en la tierra”, todo lo contrario del “cementerio comercial” de Bétera.

Es cierto que, cuando el mundo era demasiado grande para abarcarlo, no una “aldea global”, como ahora, los animales disecados formaban parte del acervo del conocimiento. Solo hay que recordar cómo llenaban las vitrinas de aquellos museos de Ciencias Naturales de antaño. También constituían un elemento didáctico de primer orden los zoológicos, con la ventaja de poder ver a muchos de esos animales de museo vivos (aunque a veces en condiciones no demasiado deseables). En la antigüedad, solo los pudientes podían permitirse el lujo de poseer animales exóticos vivos. Así, a propósito del rey Salomón cuenta la Biblia que “cada tres años llegaba la flota de Tarsis portando oro, plata, marfil, monos y pavos reales” (1 Re 10,22).

Hoy tenemos la posibilidad de ver espléndidos documentales de animales en libertad y de disfrutar con ellos. Y alabar a Dios por la sabiduría de la creación.