José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

Búsquenle ‘peros’ al padre Ángel


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VIERNES. Cuentan que Lola Flores remataba una Madrugá de la Semana Santa sevillana en un bar. Una gitana se le acercó. “¡Lola! ¡Qué tacones más bonitos lleva!”. La Faraona se los quitó y, sin preocuparle si eran o no de su número, se los dio y se marchó descalza para casa. Reacción inmediata. Seguramente, tenía otro par a buen recaudo. Todos tenemos zapatos de sobra. Pero solo ella se los quitó y no le preocupó rematar aquel Jueves Santo del lavatorio con los pies polvorientos. Juguemos a “yo nunca…”. Yo nunca me he quitado los zapatos en plena calle para dárselos a otro.



SÁBADO. Mañana. Catedral de Toledo. Ordenación episcopal de Luis Miguel Muñoz. Alocución final. Hasta en dos momentos tiene que parar. Nudo en la garganta. Lágrimas que asoman. No es habitual que fluyan los sentimientos de una mitra en un altar. Quizá porque lo institucional y la solemnidad barren todo lo demás en el ambón. Primero, se detiene al recordar a su madre. Falleció cuando apenas fue ordenado sacerdote. Después, al marcarse una meta para su nuevo destino: “No traicionar a Jesucristo con la mundanidad, ser fiel”. Emocionarse es cosa de enamorados. De quien fusiona pasión y vocación. Liderazgo de la ternura. Feliz nuncio.

DOMINGO. Tarde de cine añejo a petición de la matriarca. Marisol. Ha llegado un ángel. Mi sobrina se engancha. Isabel Garcés, en su papel de chacha, la suelta doblada: “Doña Leonor reza más que siete congregaciones juntas, pero le dejas al Niño Jesús un rato y lo entrega a un asilo”. Doña Leonor sigue viva. En femenino y en masculino.

MARTES. Búsquenle ‘peros’ al padre Ángel. Pero solo a él se le ha ocurrido convocar un funeral por los 59 fallecidos por coronavirus de los que nadie ha reclamado su cuerpo en la morgue. Solo él tiene un responso por los olvidados.

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