Unos 60 mil peregrinos de varias diócesis caminaron 27 kilómetros con el lema ‘Con Teresita, peregrinos de la esperanza’ en una celebración jubilar
Era aún de noche el sábado 25 cuando miles de jóvenes empezaron a reunirse en Chacabuco, a 27 kilómetros de Auco, donde está el santuario de Teresita de Los Andes. Llegaban cientos de buses y otros vehículos desde muchas ciudades principalmente de la zona central del país.
A las 6 am desde la primera estación comenzaron a dar indicaciones y motivación sobre la esperanza, para iniciar la peregrinación. Desde la Hacienda Chacabuco, lugar donde Teresita vivió un período de su juventud, comenzó a avanzar una larguísima columna de jóvenes entusiastas, en actitud de romería. Se inició así la versión n° 35 de estas peregrinaciones juveniles anuales.
Otras 9 estaciones, a cargo de congregaciones religiosas, movimientos apostólicos y comunidades les ofrecieron contenidos reflexivos, de oración y de meditación. El camino se llenó de cantos, oraciones y rostros alegres y esperanzados. En la estación Cumbre, en la altura de la cuesta de Chacabuco, se entregó la Cruz de los Peregrinos, signo recordatorio del lema: caminar con esperanza, junto a Teresita y junto a Cristo, reforzando también la espiritualidad para vivir el jubileo y recibir sus gracias.
El lema “Con Teresita, peregrinos de la esperanza”, fue el eje de las reflexiones, oraciones y cantos de los 60 mil jóvenes que caminaron hasta Auco, en la Comuna de Rinconada, Región de Valparaíso, lugar donde fue construido, en 1988, este Santuario dedicado a santa Teresita de Los Andes.
Juanita Fernández Solar (1900 – 1920) nació en Santiago, hoy conocida como Teresita de Los Andes. Desde muy niña su intensa dedicación a los más pobres le profundizó su intenso amor a Jesús y a los 14 años ya decidió consagrarse como carmelita descalza. En mayo de 1919 ingresó al monasterio del Espíritu Santo de las Carmelitas Descalzas de Los Andes. En octubre tomó el hábito y recibió el nombre de Teresa de Jesús.
Llevaba once meses en el convento cuando murió de tifus y difteria el 12 de abril de 1920, a los 19 años. Antes de fallecer, profesó como religiosa carmelita in articulo mortis. Beatificada por san Juan Pablo II en abril de 1987 y canonizada por el mismo Papa en marzo de 1993, convirtiéndose en la primera persona nacida en Chile, declarada santa.
Su imagen en fotografías, su historia en el cine, han robustecido la devoción de miles de familias que acuden a diario al santuario.
Esta vez, estos miles de jóvenes fueron llegando poco a poco hasta que a las 16 horas concluyó la peregrinación con una solemne eucaristía presidida por el obispo auxiliar de Santiago, Alberto Lorenzelli Rossi.
En su homilía, Lorenzelli llamó a los jóvenes a reconocer en la peregrinación un camino interior y no sólo físico: “Han llegado hasta aquí como buscadores de sentido, con preguntas, cansancios, sueños y esperanzas. Jesús los mira con ojos llenos de misericordia y los invita a acercarse tal como son. Reciban su perdón, su paz, su abrazo.”
Luego, inspirado en la parábola del fariseo y el publicano, el obispo destacó la humildad como puerta del encuentro con Dios: “No se trata de parecer buenos, sino de ser sinceros; no de aparentar perfección, sino de caminar con un corazón que sabe que necesita a Dios”, señaló. También agregó que Teresita de los Andes, “en su juventud, descubrió que el camino de la santidad no era hacer cosas grandes, sino amar en lo pequeño, confiar en Dios y vivir con humildad su fragilidad. Ella no era farisea. Fue como el publicano: pequeña, sincera, confiada”.
Finalmente, el obispo los envió a ser testigos de esperanza en sus familias, colegios y comunidades, recordándoles que la peregrinación no termina al llegar al Santuario, sino que continúa en el corazón. “Que el cansancio de sus pies se convierta en pasión en su corazón. Sean peregrinos de esperanza entre sus amigos, en sus colegios, en sus familias”, les exhortó.
Durante la tarde, los peregrinos pudieron participar en los espacios espirituales dispuestos en el Santuario: la Cruz del Compromiso, donde dejaron su huella de color prometiendo “ser portadores de la esperanza”; la Carpa de Adoración, con el Santísimo expuesto para la oración; la Pastoral de Escucha y los espacios para el Sacramento de la Reconciliación, vividos con gran recogimiento en este Jubileo de los Jóvenes, en el cual pudieron recibir la indulgencia plenaria.