En Chile finalizó Año Jubilar de Santa Teresa de Los Andes

  • Misa presidida por el nuncio apostólico fue seguida por miles de devotos vía on line
  • La pandemia impidió peregrinar al Santuario, pero se organizaron visitas de la santa a poblados, colegios, parroquias

En el templo del Santuario Nacional de Auco, diócesis de San Felipe, a 80 kilómetros al norte de Santiago, tuvo lugar la Misa de clausura del Año Jubilar de Teresa de Los Andes. Presidida por el Nuncio Apostólico, Alberto Ortega, y concelebrada por el obispo local, Gonzalo Bravo, y el Rector del Santuario, Rodrigo Segura, ocd., contó también con algunos Carmelitas Descalzos, religiosas Carmelitas Misioneras Teresianas y algunos peregrinos que participaron de manera presencial -respetando el aforo permitido- y un alto número de personas que siguieron la eucaristía vía online.



“Es una alegría celebrar la Eucaristía aquí junto a la tumba de Santa Teresa de Jesús de Los Andes, lugar santo, en este día de clausura del Año Jubilar por el Centenario de su Pascua, confesó el Nuncio en su homilía. Damos gracias por el don de la vida de Santa Teresita. Tantos jóvenes que han encontrado en ella una guía y un modelo precioso; damos gracias a Dios por los frutos de este año jubilar, que por las circunstancias ha sido un año particularmente difícil. Santa Teresa intuyó que nuestra vida está hecha para el infinito, que está hecha para Dios, para vivir una relación de amor con Él, para que nuestra vida encuentre en Él su consistencia” dijo el Nuncio.

Modelo de la perenne juventud del Evangelio

Luego recordó parte de la homilía de Juan Pablo II en su canonización: “A una sociedad secularizada que vive de espaldas a Dios, esta carmelita chilena que con vivo gozo presento como modelo de la perenne juventud del Evangelio, ofrece el límpido testimonio de una existencia que proclama a los hombres y mujeres de hoy, que en el amar, adorar y servir a Dios están las grandeza y el gozo, la libertad y la realización plena de la creatura humana”.

Juana Fernández Solar nació en Santiago de Chile el 13 de julio de 1900 y murió de tifus y difteria, a los 19 años, el 12 de abril de 1920. El 7 de mayo de 1919 ingresó al convento carmelita de Los Andes, ciudad al norte de Santiago en la diócesis de San Felipe. El 14 de octubre tomó el hábito y adoptó el nombre de Teresa de Jesús, iniciando su noviciado. Debido a su enfermedad hizo su profesión temporal religiosa poco antes de morir. No alcanzó a estar un año en el monasterio.

A los pocos años se fue propagando la devoción a todo el país. Durante su visita a Chile, el 3 de abril de 1987, Juan Pablo II la beatificó y el 21 de marzo de 1993 la canonizó en Roma señalándola como “Luz de Cristo para toda la Iglesia chilena”. Así se convirtió en la primera santa nacida en Chile, la primera carmelita descalza americana y la cuarta Teresa del Carmelo -tras las santas de Ávila, de Florencia y de Lisieux- en ser llevada a los altares.

Año de Gracia Jubilar

La devoción a Teresa de Los Andes atrae a miles de peregrinos que acuden al Santuario Nacional, en Auco, cercano a la ciudad de San Felipe. Allí está la cripta con la tumba de la santa y allí se celebró esta Misa de cierre del Año Jubilar.

Al cumplirse el centenario de su nacimiento, el Papa Francisco concedió celebrar un año de Gracia Jubilar, declarando al Santuario de Teresa de Los Andes y a todos los Monasterios de Carmelitas Descalzas en Chile, Templos Jubilares, desde el 13 de julio de 2019 al 13 de julio de 2020. “¡Que Jesús sea nuestra unión!” fue el lema para este centenario. Sin embargo, las restricciones derivadas de la pandemia del Covid-19 obligaron a cerrar las puertas del templo a partir del 1° de abril del 2020. El 12 de ese mismo mes, la Penitenciaría Apostólica concedió la extensión del Año Jubilar hasta el 12 de abril de 2021, aniversario de su muerte.

Para muchos devotos ha sido muy doloroso saber cerradas las puertas del templo y la imposibilidad de llegar hasta allí. En este largo período jubilar los carmelitas y quienes colaboran en el Santuario han organizado visitas de la santa a diversas localidades en Chile, cumpliendo las normas sanitarias.

Nos han abierto las puertas

Por ello, al término de la Misa de clausura del Año Jubilar, el rector del Santuario, Rodrigo Segura agradeció “a tantos hermanos nuestros que durante este tiempo han acompañado este caminar del Santuario, y ahora nos han abierto las puertas porque en estas circunstancias nosotros hemos tenido que salir en peregrinación y muchas familias, muchas personas nos han abierto las puertas de sus casas, lugares de trabajos, parroquias, movimientos, escuelas y han permitido que el Santuario de Teresita de Los Andes, que durante muchos años ha acogido a tantos peregrinos, hoy día sea acogido por tantos hermanos nuestros”, dijo el rector.

También agradeció “la presencia de Monseñor Alberto Ortega a nombre de tantos peregrinos que han compartido el caminar de nuestra vida junto con Teresita de Los Andes, sentimos la caricia y la presencia de Dios y del Papa en medio de nosotros. A todos los que hacen posible que este Santuario siga abierto y sea el pulmón espiritual de la Iglesia chilena. Que Teresita de Los Andes nos ayude a vivir unidos a Jesús”.

En julio del 2020, al prolongarse la celebración del Año Jubilar, el Comité Permanente del Episcopado chileno envió una carta en la que destacan la labor que se realiza en el Santuario y la gran expansión que ha tenido la devoción a la santa. “Sin duda, dicen los obispos al referirse a Teresa, fue su tierno amor a Cristo y su disponibilidad para dejarse amar y bendecir por Él, lo que ha cautivado a tantos jóvenes chilenos que reconocen en ella un modelo de virtud profundamente místico y humanamente encarnado a la vez: ‘amar, sufrir, orar, servir’. Probablemente el anhelo de un mundo más humanizado, fraterno, justo y consecuente, es el que identifica a la juventud con Teresita al peregrinar anualmente hasta su morada en el valle de Aconcagua”.

Concluye la carta del Comité Permanente diciendo que “en este tiempo de dolor, marcado por la pandemia que golpea muy fuerte a los más pobres y vulnerables, encomendamos todas las necesidades y clamores de Chile a Teresa de Los Andes, “carmelita del consuelo”. Y hacemos nuestras las palabras esperanzadoras que ella registró en su diario cuando cumplió quince años: “Condúceme siempre, Jesús mío, por el camino de la Cruz. Y levantará el vuelo el alma mía, donde se encuentra el aire que vivifica y la quietud”.

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