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Grégoire Ahongbonon: “¿Por qué hay personas encadenadas hoy solo por ser enfermos mentales?”

| 20/10/2025 - 11:18

El creador de la Fundación San Camilo de Lellis, que ha atendido a más de 120.000 personas en Benín, Togo y Costa de Marfil denuncia que en África se siguen considerando como “endemoniados” a quienes padecen esquizofrenia, biopolaridad o epilepsia





“No sé qué contaros esta mañana…”. Con estas palabras cargadas de sencillez y humildad se presentaba esta mañana en Madrid Grégoire Ahongbonon, un reparador de neumáticos de Benín que de un día para otro se convirtió en el creador de una red de ayuda a los enfermos mentales en África, especialmente en aquellos lugares donde todavía siguen considerados “endemoniandos” y, por tanto, apestados, sea cual sea su diagnóstico, lo mismo epilepsia, bipolaridad o esquizofrenia. Hoy, hay más de 2.000 personas que están actualmente atendidos en los 18 centros distribuidos por Togo, Costa de Marfil y Benín, pertenecientes por la Fundación San Camilo de Lellis que capitanea. La iniciativa más reciente es el centro puesto en marcha hace un año en la ciudad beninesa de Dassa, financiado por la ong Cesal. 



“Estoy viviendo algo que me sobrepasa, yo no me veo como fundador de nada, es Dios quien lo ha querido, porque yo también era uno de esos enfermos, tenía depresión y el Señor vino a recogerme de un agujero”, confesaba hoy el creador de Proyecto Grégoire, durante un encuentro con periodistas en Madrid, en la sede del semanario ‘AlfayOmega’.

Una peregrinación transformadora

“No soy médico ni sacerdote, ni siquiera tengo estudios más allá de la Primaria”, comparte a modo de autorretrato. Casado y padre de seis hijos, era un empresario de éxito emigrado a Costa de Marfil, pero “de un día para otro lo perdí todo”. Fue entonces cuando perdió toda esperanza, hasta que se topó con un misionero, “que me regaló su tiempo, me escuchó y me invitó a una peregrinación a Jerusalén”. Católico más que convencido, el viaje a Tierra Santa marcó un antes y un después: “En una homilía dijo que cada cristiano tiene que aportar a la construcción de la Iglesia colocando su piedra. Aquello me conmovió porque descubrí que la Iglesia no es solo de curas o de monjas, sino que es cosa de todos los bautizados”. No en vano, Grégoire considera que “para mi la fe no es como ponerte una camiseta que te la quitas para ponerte otra”.

En un mano a mano con su mujer, activaron un grupo de oración, fueron a rezar a un hospital con los enfermos y ahí es donde descubrió a demasiados internos olvidados. Esa misma experiencia la repitió en las cárceles. Pero fue un hombre desnudo al que encontró rebuscando en la basura el que le llevó a dar un paso más. Se puso a hablar con él, fue consciente de que detrás había una enfermedad mental estigmatizante y decidió comprometerse con “ese Dios que se manifiesta en los pobres”.

Una oportunidad

“Los enfermos mentales son los olvidados del olvidados por parte de todos, están considerados poseídos por el diablo, les tiran piedras porque tienen miedo de ellos”, relata este beninés sobre el rechazo social que se genera hacia ellos. Tras romper esta primera barrera, “comencé a visitarles y a acompañarlos, y descubrí que simplemente eran personas que necesitaban una oportunidad”. En un primer momento, se dedicó a repartirles comida y a “generar una relación de amistad con ellos”. Sin embargo, pronto descubrió que aquello no bastaba: “No me podía ir a casa a dormir, mientras los dejaba en la calle”. Sobre todo, cuando fue consciente de que aquellos que no estaban abandonados a su suerte en medio de la ciudad, les llegaban a atar con cadenas en sus casas. “A veces son las piernas, otras los brazos, incluso el cuello”, lamenta, a la vez que exculpa a las familias porque “no tienen medios para poder actuar”.

Grégoire Ahongbonon

En 1994 este compromiso se tradujo en la Fundación San Camilo de Lellis: “En Benín solo hay un hospital psiquiátrico, pero en países de África no hay ni un centro para atenderlos”. En su reflexión este filántropo apunta directamente a las sectas: “Como ven al diablo en todos los sitios, justifican que estos enfermos están poseídos, consiguen convencer a las familias para que les den dinero y envíen a sus enfermos para que los encadenen a los árboles, con el objetivo de hacer sufrir al demonio para que salga de su cuerpo”. “He llegado a ver a una mujer 35 años encadenada, era la imagen de mi propia madre, de todas las mujeres del mundo, de mi propia persona”, denuncia, con una queja aún mayor: “Muchos ha muerto encadenados, se les trata peor que a criminales”.

Más allá de los reconocimiento y premios que ha recibido, Grégoire Ahongbonon lleva en su corazón el testimonio personal de las 200.000 personas que han pasado ya por los proyectos de la fundación: “Nunca pensé que alguien se pudiera acercar a mí para darme la mano”. “Estos enfermos necesitan, sobre todo, sentirse amados. “¿Por qué todavía hoy, en pleno siglo XXI hay hombres, mujeres y niños que todavía hoy están encadenados solo por ser enfermos mentales?”, sentencia este ‘reparador’, con esas cadenas de las que ha liberado a tantas personas entre sus manos.

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