Es el complejo hospitalario especializado en salud mental más grande de España y uno de los más punteros de Europa. Se encuentra en el sur de Madrid, en territorio de la diócesis de Getafe, en Ciempozuelos. Es el Centro de San Juan de Dios, impulsado por la Orden Hospitalaria. Una vez más, la Iglesia pionera en los cuidados. Tiene un total de 1.076 camas que se integran en cuatro áreas diferenciadas: salud mental, psicogeriatría, personas con discapacidad y cuidados somáticos. Y es aquí donde prestan el mejor de los servicios a través de diversos proyectos o iniciativas dirigidos a mejorar la vida de las personas con problemas de salud mental.
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Juan Jesús Muñoz, psicólogo clínico y coordinador facultativo del área de Salud Mental del Centro, explica a esta revista que cuentan con “un programa de externalización de usuarios, de integración en la comunidad, para personas afectadas por trastorno mental grave y duradero”. “Estas personas –afirma– tienen enfermedades crónicas y nosotros les incluimos en un programa en el que, a partir de su desempeño psicosocial, asignamos una localización en el centro y, a partir de él, generamos programas individuales de rehabilitación, cuya fase final es este programa de externalización en el que entrenamos para integrar en comunidad de la forma más autónoma posible”. Una especie de itinerario de la salud para que cuando el paciente lo concluya se reinserte en la sociedad.
Plan individual de rehabilitación
El proceso dura varios años y es “muy trabajoso, muy arduo”. “Implica –dice– tener mucha paciencia, generar vínculos sólidos con los pacientes, que te vean como una figura de referencia, una figura de seguridad, pero a la vez un apoyo en ese camino de volver a recuperar una vida lo más autónoma e independiente posible”. Y es que, a pesar de las dificultades y del tiempo que conlleva, hay quien supera el proceso.
“Evidentemente, cuando decimos ‘plan individual de rehabilitación’ implica que hay personas con diferencias, diferentes niveles de desempeño psicosocial, diferente gravedad de su enfermedad mental, diferentes recursos sociales, económicos o familiares”. “Hay muchos finales: desde pisos protegidos, a volver a los propios domicilios familiares, o a las residencias, incluso en pocos, pero en algún caso, la plena autonomía en la comunidad”, asegura.
Antonio es uno de los pacientes del Centro. Se encuentra en la unidad 6 y el próximo octubre cumplirá tres años internado. Un tiempo en el que ha dado pasos de gigante porque “la evolución ha sido buena”, ya que “los síntomas de la enfermedad mental los tengo bastante controlados”, comenta a ‘Vida Nueva’. “El problema que tenía era el consumo de tóxicos y estoy saliendo adelante. Me siento apoyado y estoy a gusto aquí”, asegura.
Cómo él mismo dice, ahora se encuentra bien, pero se ha sentido rechazado por la sociedad. De hecho, considera que debería haber “más concienciación de los problemas que tiene la gente”, porque “hay poca empatía hacia los demás”. “Deberían hacerse más visible los problemas de salud mental porque nos pueden afectar a cualquiera”, expresa.
Antonio vive en un piso tutelado. El siguiente paso es realizar algún trabajo fuera, pero controlado con unos dispositivos de la Comunidad de Madrid. Tiene la esperanza de finalizar pronto el proceso. “En el piso vivo con cuatro compañeros más y bastante bien. Por la mañana bajo al Centro a colaborar en la cocina para prepararme para un futuro trabajo”, explica. “Por la tarde voy al gimnasio, tres días a la semana”, añade. Pero “estoy con esperanza, aunque cuesta conseguirla con la tardanza del proceso”.