Culturas

La perspectiva de las artistas en los conflictos y tragedias

| 30/08/2025 - 00:55





Un vínculo poco común entre las mujeres artistas y el tema “masculino” de la guerra, estalló a mediados del siglo XX como reacción expresionista a la Segunda Guerra Mundial. La primera razón se refiere al factor masculino en las cuestiones teóricas y prácticas de la guerra. Hay excepciones que destacan por la anomalía de una mirada maternal sobre lo indecible; excepciones que vemos en los tiempos modernos, con el advenimiento de la fotografía, la herramienta que democratizó el vínculo entre los artistas y la sociedad civil, el medio que ofreció a las mujeres la oportunidad de ser testigos militantes de grandes acontecimientos históricos.



Entre excepciones que confirman las reglas, recordamos a artistas que privilegiaron el trabajo manual como reacción humana y la lección moral sobre la guerra. Käthe Schmidt Kollwitz (1867-1945) fue una expresionista alemana que utilizó pintura, escultura y dibujo sobre papel. La pérdida de un hijo en 1914 la llevó, en medio del duelo, a diseñar un monumento escultórico titulado ‘Padres en duelo’, que se conserva en el cementerio polaco de Vladslo. Es la escultura donde una pareja condensa el dolor desgarrador en una postura de eterna espera, un ‘memento mori’ que se ofrece como la oración de una mirada, contrición que fija el horizonte implacable de los acontecimientos, dando al mundo un símbolo del dolor en el que sumergirnos, el arquetipo de una aflicción que une a los humanos de toda época y origen.

Frida Kahlo (1907-1954) es hoy una figura mítica del siglo XX. Fue hija de la Revolución Mexicana y esposa del maestro Diego Rivera. Saltó a la fama por un accidente que la paralizó a los veinticinco años en una cama, donde pintó sus retratos surrealistas y donde amplificó su pasión militante por la libertad. Independientemente de los cuadros individuales, es el volumen moral lo que hace del artista un símbolo de resistencia, una referencia actual en el vínculo entre el corazón y la lucha política.

Una figura que es un mito global, un icono para todas las mujeres que han desafiado el horror con la poesía de una nueva belleza visionaria. El verdadero punto de inflexión creativo para las mujeres llegó con el desarrollo de la Fotografía, la primera emancipación moderna que otorgó nuevos roles y un nuevo respeto por una profesionalidad militante en clave femenina.

Gerda Taro (1910-1937), compañera alemana del reportero Robert Capa, se convirtió en una valiente fotógrafa sobre el terreno, donde murió con solo 26 años, atropellada por un tanque en plena Guerra Civil Española. Sus fotos del frente de 1936 condensan una mirada compasiva, una manera única de acariciar luces y sombras, de capturar momentos suspendidos y de sentir la tragedia colectiva con un blanco y negro que bloqueaba el instante pictórico, metafísico, universal.

Lee Miller (1907-1977) fue una modelo estadounidense de los años 20 que luego se convirtió en fotógrafa de moda en el París de Coco Chanel, la ciudad donde comenzó su relación con el dadaísta Man Ray. Para ‘Vogue’ trabajó como reportera de guerra y documentó, entre otras cosas, la Batalla de Normandía y los campos de concentración de Buchenwald y Dachau. Su vida social, su presencia sensual y vanguardista, su poder hechizante la convirtieron en un icono de belleza a la vez que de compromiso ético. Un arquetipo de autonomía militante, tanto vestida con ropa militar como de largo para una gran velada.

Catherine Leroy (1944-2006) fue una fotoperiodista francesa muy reconocida que saltó a la fama con sus fotografías de la guerra de Vietnam para ‘Life’. La suya es la historia de una freelance tenaz y resistente, dispuesta a descender al corazón de la muerte para dar a conocer al mundo la verdad del horror con los ojos marianos de la ‘pietas’ misericordiosa. Tras partir hacia Laos en 1966 con un billete solo de ida, comenzó a colaborar con Associated Press, hasta que su nombre se convirtió en el sinónimo femenino de Life, la revista que consagró su militancia en la guerra más absurda de la historia estadounidense.

Susan Meiselas (1948), estadounidense de Baltimore, se formó en Educación Visual en Harvard. En 1976 se unió al grupo Magnum y dos años después voló a Nicaragua para documentar la Revolución Sandinista. Posteriormente cubrió Chile durante el régimen de Pinochet y siguió los acontecimientos en Kurdistán hasta su reciente trabajo sobre las vidas de algunas mujeres en un campo de refugiados en Inglaterra. Una rara coherencia de mirada y pasión militante por las minorías. Un relato fotográfico en el que el ojo femenino capta cada matiz del dolor con esa amabilidad y firmeza que solo tienen los seres especiales.


*Reportaje original publicado en el número de febrero de 2025 de Donne Chiesa Mondo.

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