Desde ayer hasta hoy, 20 de junio, Roma está acogiendo la Segunda Conferencia Anual sobre Inteligencia Artificial, Ética y Gobierno Corporativo. Significativamente, la segunda y definitiva sesión se está celebrando en el Palacio Apostólico. Con tal motivo, el papa León XIV ha querido dirigirles un mensaje en el que aborda “la urgente necesidad de una reflexión seria y de un debate permanente sobre la dimensión intrínsecamente ética de la inteligencia artificial, así como sobre su gobernanza responsable”.
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Un reto que ni mucho menos rehúye la Iglesia, que tiene un fuerte “deseo” de “participar en estos debates que afectan directamente al presente y al futuro de nuestra familia humana”. En ese sentido, Prevost, que valora de esta herramienta tecnológica el “extraordinario potencial para beneficiar a la familia humana”, también observa cómo su “rápido desarrollo” también “plantea cuestiones más profundas”, siendo la cuestión de fondo discernir su enfoque para “generar una sociedad global más auténticamente justa y humana”.
Ante todo, una herramienta
En este sentido, “aunque sin duda es un producto excepcional del genio humano”, León XIV se ha apoyado en el discurso que, el 14 de junio del pasado año, Francisco ofreció en su participación en la Cumbre del G-7 y que se centró en la inteligencia artificial, y ha manifestado que esa es, “ante todo, una herramienta”. Y, en consecuencia, de esta esta emana “la inteligencia humana que la elaboró”.
Así, “en algunos casos”, se ha utilizado “de forma positiva e incluso noble para promover una mayor igualdad”. Pero, en otros, se ha usado “indebidamente para obtener beneficios egoístas a expensas de los demás o, peor aún, para fomentar conflictos y agresiones”.
Así, para poner siempre en el centro “el bienestar de la persona humana, no solo materialmente, sino también intelectual y espiritualmente”, lo esencial es “salvaguardar la dignidad inviolable de cada persona humana y respetar las riquezas culturales y espirituales y la diversidad de los pueblos del mundo”.
Nuevos horizontes
De ahí que haya que estar especialmente atentos al hecho de que esta tecnología “ha abierto nuevos horizontes a muchos niveles diferentes”. Entre los loables, los que influyen en “la investigación en el campo de la salud y el descubrimiento científico”. Pero, entre los que plantean dudas éticas, están los que conllevan “cuestiones preocupantes sobre sus posibles repercusiones en la apertura de la humanidad a la verdad y la belleza”; concretamente, “en nuestra capacidad distintiva para captar y procesar la realidad”.
Aquí, el Papa alza la voz con claridad: “Todos nosotros, estoy seguro, estamos preocupados por los niños y los jóvenes, y por las posibles consecuencias del uso de la inteligencia artificial en su desarrollo intelectual y neurológico. Nuestra juventud debe ser ayudada, y no obstaculizada, en su camino hacia la madurez y la verdadera responsabilidad”.
Puesto que “ellos son nuestra esperanza para el futuro”, “el bienestar de la sociedad depende de que se les dé la posibilidad de desarrollar los dones y capacidades que Dios les ha dado y de responder a las exigencias de los tiempos y a las necesidades de los demás con un espíritu libre y generoso”.
No debe confundirse
Así, es un hecho que “ninguna generación ha tenido nunca un acceso tan rápido a la cantidad de información que ahora está disponible gracias a la inteligencia artificial. Pero, de nuevo, el acceso a los datos (por muy amplio que sea), no debe confundirse con la inteligencia”. Y es que “la auténtica sabiduría tiene más que ver con el reconocimiento del verdadero sentido de la vida que con la disponibilidad de datos”.
En conclusión, León XIV deposita su “esperanza” en que esta potente herramienta se encuadre con naturalidad “en el contexto del necesario aprendizaje intergeneracional que permita a los jóvenes integrar la verdad en su vida moral y espiritual, informando así sus decisiones maduras y abriendo el camino hacia un mundo más solidario y unido”.