A sus 73 años, Vito Alfieri Fontana clama con toda su alma contra la industria armamentística que no deja de regar el mundo de conflictos. Un negocio “de sangre” por el que, cuantas más guerras hay, más dinero ganan algunos…
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
En un contexto convulsionado, como vemos estos días en Gaza, Irán, Nigeria o Sudán, este ingeniero italiano ofrece su testimonio a ‘Vida Nueva’ con el fin de remover conciencias. Así, nos cuenta que todo esto lo tiene tan claro porque, en su día, él mismo estuvo al ‘otro lado de la frontera’ en la empresa familiar Tecnovar, siendo diseñador y fabricante de minas antipersona.
Un empujón para tomar decisiones
Todo cambió un día, tras una conversación con su hijo, de solo ocho años, quien, al enterarse de a qué se dedicaba realmente, le espetó algo que para él fue un dardo al alma: “Si fabricas armas, entonces eres un asesino…”. Visto con perspectiva, reconoce que, ahí, “mi hijo me planteó dudas que yo ya tenía, así que digamos que fue un suave empujón para tomar decisiones”.
De hecho, dio un giro radical a su vida y se desplazó hasta los Balcanes como jefe de limpieza de esas terribles armas letales. Años después, no solo mantuvo su compromiso humanitario, sino que quiso ir más allá y, junto al periodista Antonio Sanfrancesco, compartió su historia en el libro ‘Yo fui el hombre de la guerra’.
Al preguntarle sobre qué presidentes de Gobierno o personalidades públicas, con la facultad para virar el rumbo global, le gustaría que leyeran su testimonio, él zanja con claridad: “No es mi libro el que debe ser leído, sino el dolor de los esclavizados por la guerra el que debe ser oído y visto. Los gobernantes de estos tiempos dispensan a manos llenas dos sentimientos que ahogan la conciencia y satisfacen el orgullo cuando se obtienen: la venganza y la intolerancia son el verdadero pan de la guerra y se distribuyen por todos los medios de destrucción e información”.
La fe, un papel clave
En su caminar vital, la fe también ha desempeñado un papel fundamental en su ‘conversión’ hacia otro estilo de vida: “Estudié diez años con los jesuitas y sé que la educación cristiana es la base de decisiones importantes”. Además, le marcaron hondamente “el ejemplo de testigos de Cristo como el presidente de Pax Christi, el obispo don Antonio Bello, que me habló al corazón y conmovió mi alma”.
En este sentido, es un gran admirador del papa Francisco, que centró buena parte de su magisterio en la denuncia clara y rotunda de la industria armamentística, no dudando al afirmar que muchos vendedores de armas, con el único fin de enriquecerse aún más, alimentan los conflictos donde no tendrían por qué surgir.

Varios hombres junto al cuerpo de un niño muerto en los ataques aéreos israelíes, en el hospital Al-Maadani de la ciudad de Gaza, el 18 de marzo de 2025. EFE/ HAITHAM IMAD
Lo que lleva a que emerjan preguntas esenciales como estas: ¿por qué la humanidad, pese a que parece encaminarse hacia un abismo sin fin, parece incapaz de revertir el rumbo? ¿Cómo es posible que, si la inmensa mayoría de los hombres anhelen la paz y una vida tranquila, solo un puñado de ellos consigan arrastrar al resto? Algo que él responde en clave de denuncia: “Las armas deben ser un medio para defenderse y no el fin de un enriquecimiento rápido y ostentoso”.
La industria debería nacionalizarse
Y es que “no entiendo por qué las guerras las hacen los estados y los particulares las alimentan”. Aunque, frente a ello, una alternativa sería esta: “La industria militar debería nacionalizarse y someterse a comités de ética política que controlen sus actividades”.
Volviendo a Bergoglio, el papa argentino continuó y ahondó el histórico caminar de la Iglesia en contra de las guerras, la opresión y la injusticia. Ahora, con León XIV como sucesor de Pedro, vemos cómo, en sus primeras semanas como pontífice, ya ha alzado la voz en varias ocasiones frente a este horror. ¿Debemos tener esperanza en que a él le escuchen más quienes pueden cambiar las cosas o, por el contrario, estamos ante una utopía? “El papado, ahora y antes, ha demostrado ser la única voz del sentido común a favor de la libre convivencia de los pueblos y del establecimiento de acuerdos de paz basados en el reconocimiento mutuo de los valores de la dignidad humana”. Es decir, hay esperanza…
La última pregunta: si estuviera ante un fabricante de armas, ¿qué le diría para convencerle de dejar atrás ese modo ilícito de enriquecimiento? Y su aldabonazo final a la conciencia: “¿Por qué tienes que hacerlo tú”?