Después de 20 meses de ofensiva total en Gaza, Israel sorprendió al mundo entero y, en la madrugada del 13 de junio, lanzó un ataque contra Teherán, la capital de Irán, que acabó con la vida del comandante de la Guardia Revolucionaria, Hossein Salami; el Jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, el general Mohammad Bagheri; y dos científicos claves en el programa nuclear del país asiático, Fereydoon Abbasi y Mohammad Mehdi Tehranchi. Desde entonces, ambos países no dejan de lanzarse cientos de misiles mutuamente, con 24 muertos en suelo israelí y 224 en el iraní.
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
La crisis es tal que amenaza con desestabilizar definitivamente Oriente Medio, aunque puede ir más allá y alcanzar una dimensión global, apoyando a Benjamin Netanyahu Estados Unidos (Donald Trump ha pedido la “evacuación inmediata” de Teherán, con diez millones de habitantes…) y diversos países europeos (como Francia y Reino Unido) y, al gran ayatolá Ali Jamenei, Rusia, China o Corea del Norte.
Seguridad y dignidad
En este contexto, las reacciones en la Iglesia están siendo firmes para tratar de canalizar la paz. Empezando por el papa León XIV, que, el día 14, en una audiencia jubilar celebrada en la Basílica de San Pedro, fue claro en su llamamiento al diálogo: “Nadie debería amenazar jamás la existencia del otro. ¡Es deber de todos los países apoyar la causa de la paz, iniciando caminos de reconciliación y favoreciendo soluciones que garanticen la seguridad y la dignidad para todos!”.
En declaraciones a ‘Asia News’, el cardenal Dominique Joseph Mathieu, arzobispo latino de Teherán-Isfahán, ha insistido en que, “con pesar, observamos en estas últimas horas, una vez más, que se piensa alcanzar la paz con ataques preventivos en lugar de comprometerse a dialogar en la mesa de negociaciones”. Frente a ello, su llamada es a “rezar” para que “prevalezca la paz dialogada en torno a un consenso”, deseando “que el Espíritu Santo guíe este proceso”.
En conversación con la agencia ‘SIR’, el Custodio de Tierra Santa, el franciscano Francesco Patton, se ha mostrado abatido: “Se ha preferido la desescalada a la escalada, aumentando el número de guerras en curso en lugar de empezar a cerrar algunas de ellas. Y no sabemos cuánto tiempo más se ampliará el perímetro del conflicto antes de que todo se derrumbe”.
Y es que “una vez iniciado”, el gran peligro es que “este fuego ya no pueda controlarse. Basta una ráfaga de viento para que haga girar sus llamas en una u otra dirección sin control. Y ya hay más de un frente abierto”. Ejemplo de ello es lo que estos días están viviendo en Tel Aviv y en otras ciudades israelíes alcanzadas por los misiles iraníes, registrándose decenas de víctimas. Hasta el punto de que ya se sienten “las consecuencias de la guerra incluso aquí, en Israel, en la que no solo se golpea, sino que se empieza a ser golpeado, y esto tiene un peso enorme”.
Un clima fantasmal
De hecho, estos días se vive “un clima fantasmal: no hay nadie, las tiendas, las oficinas, las escuelas están cerradas. Hay soldados y policías por todas partes, incluso en las entradas de la Ciudad Vieja. El Muro está cerrado, al igual que la Basílica del Santo Sepulcro o la Explanada de las Mezquitas. Todas las formas de reunión y manifestación están prohibidas. Vivimos en una situación que también nos deja con la respiración contenida porque no sabemos cuántos misiles tienen todavía los iraníes disponibles para lanzar contra Israel”.
De ahí su llamada a la desesperada a los gobernantes del mundo: “Todos deberían hacer examen de conciencia, empezando por los que ocupan un escaño en las Naciones Unidas. (…) Deberían preguntarse por qué esta reanudación de la lógica de la violencia está sustituyendo por completo a la lógica del diálogo diplomático y la negociación. Si no se vuelve a la lógica fundadora de las Naciones Unidas, el mundo seguirá por el peligroso camino de la inestabilidad. Ya no hablaremos de Tercera Guerra Mundial a trozos, sino de Tercera Guerra Mundial Global”.
Otra importante reacción eclesial ha venido del arzobispo Paul Richard Gallagher, secretario para las Relaciones con los Estados de la Santa Sede. El día 14 en Praga, en su intervención en el Foro Globsec 2025 sobre Consolidación de la Paz Mundial, recogida por ‘Vatican News’, reconoció que “nuestro mundo se encuentra en una encrucijada”, pues “demasiados lugares siguen atrapados en ciclos de violencia y desesperación”.
Puesto que la diplomacia está fallando, es evidente que “la paz requiere algo más que gobernanza; requiere visión moral y la transformación de los corazones. El mundo no solo desea el cese de la violencia, sino también la curación de la memoria, el arreglo de las relaciones y el restablecimiento de la esperanza. Y aquí es donde debe intervenir la religión, no como competidora de la diplomacia, la política o las estructuras de la sociedad, sino como su alma”.