Un mes con León XIV: la apuesta por una “paz desarmante” (y por la sinodalidad) a velocidad de crucero

Se cumplen 31 días desde que el cardenal Robert Prevost fue elegido como Sucesor de Pedro en un cónclave rápido y contundente

El nuevo Papa León XIV

Hoy se cumple un mes de la fumata blanca que anunció al mundo que la Iglesia contaba con un nuevo Papa: León XIV. El cardenal Robert Prevost, norteamericano de nacimiento y nacionalizado peruano, se asomaba pasadas las siete de la tarde a la logia central de la basílica de San Pedro para su primer ‘Urbi et orbi’ después de un cónclave tan rápido como contundente. Y lo hacía con un saludo que se ha convertido en el eje central de estas semanas de inicio de pontificado: “¡La paz esté con vosotros!”.



Su primera palabra fue “paz” y se ha sido su empeño en este mes. Si en esa alocución de estreno la pronunció hasta diez veces, con un subrayado especial a la hora de defender “una paz desarmada y una paz desarmante”, en este tiempo ha buscado comprometerse con ella para que no solo se quedara en una mera declaración de intenciones.

De Zelenski a Putin

Muestra de ello es que la primera llamada que hizo como jefe del Estado más pequeño del mundo, pero también más determinante en materia diplomática, la dirigió al presidente ucraniano Volodimir Zelenski. Resulta igualmente significativo que justo cuando estaba a punto de cumplirse este mes de aterrizaje, el pasado miércoles mantuviera una conversación telefónica con el líder ruso Vladimir Putin. Entretanto, el papa Prevost ha intensificado, en un mano a mano con la Secretaría de Estado, la hoja de ruta de Francisco para buscar una salida negociada, no solo a este conflicto, sino también a la crisis abierta en Gaza, denunciando el drama humanitario que sufre la población. De hecho, la misa de inicio de pontificado, al igual que sucediera con el funeral de Jorge Mario Bergoglio, se convirtió en una cumbre de líderes internacionales que, bajo el paraguas vaticano, permitió rebajar alguna que otra tensión generando encuentros tanto bilaterales como multilaterales favoreciendo algún que otro deshielo.

En paralelo, y en clave interna, León XIV parece haber llevado a cabo algo más que una toma de contacto con la que ya es su ‘nueva normalidad’. No solo ha activado la velocidad de crucero en un día a día repleto de audiencias tanto personales como a grupos. A juzgar por los diferentes encuentros mantenidos con los máximos responsables de la Curia, se podría asegurar que ya está asumiendo en primer persona el gobierno de la Iglesia. Prueba de ello son las reuniones de trabajo que ha mantenido con los diferentes prefectos. En algunos casos como los cardenales Luis Antonio Tagle y Tucho Fernández, se ha visto, como poco, hasta en dos ocasiones de manera oficial, a las que se podrían haber sumado otros encuentros informales.

Engranaje vaticano

Hasta el momento, más allá del relevo al frente del Instituto Teólogico Juan Pablo II para la familia que habla de continuidad en su planteamiento y la apuesta por otra mujer en el engranaje vaticano como secretaria del Dicasterio para la Vida Consagrada, sigue abierta la incógnita sobre un posible relevo en algunos departamentos y la designación de quién tomará las riendas de la vacante que el propio Prevost dejó al frente del Dicasterio para los Obispos.

Papa Leon Xiv Tumba Francisco

El papa León XIV en la tumba del fallecido papa Francisco

Más allá de estas decisiones, lo que sí ha dejado meridianamente claro León XIV es su apuesta por reformar los procesos abiertos por Francisco en sus doce años de Pontificado. “Queremos ser una Iglesia sinodal”, enfatizó en ese primer discurso de presentación, una idea que ha remarcado en los diferentes foros en los que ha tomado la palabra. Ayer mismo, cuando recibió a los participantes en el simposio ecuménico sobre el Concilio de Nicea elogió el Sínodo convocado por el Pontífice argentino, en tanto que es “un valioso estímulo para una más amplia reflexión sobre la naturaleza y la práctica de la sinodalidad”. Lo recordaba el nuevo Papa con ADN agustino que hasta hace un mes era el cardenal que se reunía todas las semanas, al menos una vez, con Jorge Mario Bergoglio para ratificar la reforma de los Episcopados del planeta designando obispos “con olor a oveja” y saliendo al quite de otros tantos entuertos que pasaban por el despacho de ambos.

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