León XIV ha recibido, este viernes 6 de junio en el Palacio Apostólico del Vaticano, al presidente de la República Italiana, Sergio Mattarella. Ha sido la primera vez que ambos se han reunido en una audiencia privada, aunque ya tuvieron ocasión de saludarse en la Basílica de san Pedro el pasado 18 de mayo, tras la misa de inicio de pontificado de Robert Prevost.
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Como ha informado Vatican News, el Jefe de Estado de Italia ha ido acompañado por tres de sus hijos, sus cónyuges y sus cinco nietos. También han formado parte de la comitiva, entre otros, el ministro de Asuntos Exteriores y vicepresidente del Consejo, Antonio Tajani, y el embajador de Italia ante la Santa Sede, Francesco Di Nitto. Tras casi una hora de conversación privada, en la que han abordado “diversos temas”, Mattarella y León XIV han dado por concluida la cumbre.
De diferentes ideologías
Al no haber información alguna, se desconoce si, entre las cuestiones abordadas, ha estado la polémica de estos días entre la primera ministra del país, la derechista Giorgia Meloni (Mattarella pertenece al centro progresista, siendo un miembro destacado en la Democracia Cristiana, el Partido Popular y el Partido Demócrata), y los obispos italianos a cuenta del llamado impuesto ocho por mil.
Desde 1990, el Concordato entre Italia y la Santa Sede, firmado en 1985, estableció que, en la declaración de la renta de todos los italianos, una cuota del ocho por mil de los impuestos se destinaba a dos partidas: una, “de interés social o de carácter humanitario, gestionada directamente por el Estado”, y otra “a fines de carácter religioso, gestionada directamente por la Iglesia católica”.
En cuanto a la “elección del destino de los recursos del ocho por mil”, los propios contribuyentes la podían especificar al presentar su declaración. Pero, en los casos en que los fines “no fueran expresados”, la ley establecía que la parte relativa al Estado se dedicaría a “intervenciones extraordinarias para el hambre en el mundo; desastres naturales; asistencia a refugiados y menores extranjeros no acompañados; conservación del patrimonio cultural; y renovación, seguridad, protección sísmica y mejora de la eficiencia energética de edificios de propiedad pública utilizados para la educación escolar”.
Intervenciones caritativas
En cuanto a los que percibe la Iglesia católica, estos recursos se emplean “para las necesidades de culto de la población, el sustento del clero, intervenciones caritativas a favor de la comunidad nacional o de países del tercer mundo”.
Con los años, ha habido algunas modificaciones en el llamado impuesto ocho por mil, como la expansión a otras confesiones religiosas. Pero el cambio más significativo por parte del actual Gobierno de Meloni ha sido la aprobación, mediante decreto, de un nuevo supuesto en la parte asignada al Estado, y que se dedica, “prioritariamente”, a “la recuperación de la drogadicción y otras dependencias patológicas”.
Días atrás, al intervenir en Bolonia en unas jornadas promovidas por el Instituto Central para el Sostenimiento del Clero, el arzobispo local y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, el cardenal Matteo Zuppi, se mostró muy crítico con Meloni: “Expreso mi decepción por la decisión del Gobierno de cambiar unilateralmente la finalidad y el método de asignación del ocho por mil que corresponde al Estado”.
Perjudica a las confesiones
Para el purpurado, “se trata de una opción que va en contra de la realidad pactual del propio acuerdo, distorsionando objetivamente su lógica y funcionamiento”. Y es que, a su juicio, se genera “una disparidad que perjudica tanto a la Iglesia católica como a las demás confesiones religiosas firmantes de los acuerdos con el Estado”.
Para Zuppi, ese impuesto “nos permite estar cerca de las necesidades de la gente y de aquellas personas que sentimos más cercanas a nuestras preocupaciones”, comprometiéndose la Iglesia con fuerza en “la lucha contra la pobreza y por la educación”, así como en “numerosas emergencias en Italia y en el mundo”.
Pese a todo, el cardenal boloñés reiteró que “seguimos esperanzados en la resolución del conflicto, respetando los propios fines para los que se estableció el mecanismo del ocho por mil” y que “no pueden ser modificados” unilateralmente.
“Nos interesan los pobres”
A su juicio, al repartirse el dinero recaudado entre más partidas (y más teniendo en cuenta que la Iglesia dedica muchos esfuerzos a acompañar a las personas golpeadas por la droga), “objetivamente, significa probablemente poder hacer menos cosas”. De ahí la raíz del problema: “No nos interesa el dinero; nos interesan los pobres”. Un compromiso que, como siempre, se quiere encarnar sin “privilegios, pues, además, gracias a la entrega generosa de muchos voluntarios, “costamos poco”.
Como recoge el medio ‘Il sole 24 ore’, uno de los mayores críticos con la decisión de Meloni ha sido Matteo Renzi, quien fuera primer ministro entre 2014 y 2016 y que ahora lidera la formación Italia Viva. A su juicio, “la decisión del Gobierno de ir en contra de la Conferencia Episcopal y la Iglesia católica en lo que respecta al ocho por mil es una muestra más de una forma arrogante y sorda de concebir las instituciones”.
Como lamenta, “quitarle a la Iglesia católica lo que le corresponde en virtud del Concordato, y hacerlo porque quizás no se está de acuerdo con la postura de los obispos sobre los migrantes, es otra maniobra temeraria del dúo Meloni-Mantovano”.
Un debate abierto
Más conciliador se ha mostrado Tajani, miembro del Ejecutivo de Meloni (hoy ha estado en la audiencia con el Papa), que ha matizado que “no ha ocurrido nada extraño: una parte se asigna a comunidades de rehabilitación de drogas, gestionadas en gran medida por representantes de la Iglesia; por lo que, en esencia, no se la perjudica”. Además, “es un debate abierto” y no zanjado, si no que “estamos tratando este tema con la Iglesia”.
En cuanto a la crítica de Renzi, Tajani también ha sido claro: “Dejemos de lado las palabras de la oposición. La Iglesia no necesita defensores; la Iglesia y la Conferencia Episcopal hablan por sí mismas”.